Día 23. Orgullo [FrUk]

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AVISO: Este fic contiene lemon, así que si no os gustan este tipo de historias, no leáis.

Nada cambiaba nunca entre aquellos dos países, ni con el paso de los siglos habían logrado mejorar su relación. Siempre que se veían chocaban con algo y discutían, incluso habían tenido un conflicto de un siglo de duración. Ambos estaban seguros de que no podrían llevarse bien nunca, el orgullo de ambos era enorme.
Sin embargo, por ambas partes, se habían empezado a desarrollar desde siglos atrás unos sentimientos que ninguno sabía describir, solo lo sentían cuando pensaban en el otro o lo veían, se ponían muy nerviosos y no podían pensar con claridad, por eso la salida fácil era discutir. Así se evitarían y no pensarían demasiado en eso.

Un día Francia se preparaba para salir hacia una reunión mundial. Había decidido romper con su actitud orgullosa y acercarse más al británico, para ello lo había estado observando por meses. Sabía cuál de sus perfumes le ponía más nervioso, por lo que intuía que era su preferido. También se puso uno de sus mejores trajes y se peinó con más cuidado que nunca, tenía que ir perfecto. Siempre era presumido, pero aquel día más. También había hecho macarons con las banderas de todos los países y al británico le había hecho una caja entera solo para él. La reunión era en la casa de este así que pasaría por un "detalle" por invitarlos a su casa.

Finalmente salió de su casa y se dirigió hacia Londres, cada vez más nervioso. A pesar de ser conocido por su habilidad para coquetear cuando se trataba del británico estaba perdido y era completamente inexperto. Sentía que todo lo que había conocido antes de desarrollar aquellos sentimientos por él no existía, era algo muy fuerte y difícil de explicar pues nunca antes se había sentido así.
Cuando llegó, se bajó de su coche y entró en el edificio donde se iban a reunir. La reunión fue lenta y aburrida, y solo se dedicó a mirar al país que le gustaba, que desviaba la mirada al momento que se daba cuenta, avergonzado. Era tan lindo para él... Sabía perfectamente que también tenía sentimientos por él, era demasiado obvio.

Al salir entregó a cada país una cajita pequeña con el macaron con la bandera de su país, y fue a buscar al británico que estaba solo en un despacho.

-¿Puedo pasar, Angleterre? -Le mostró aquella caja.
-Tsk, rana. Pasa. -El francés entró y se sentó sobre la mesa, mirando fijamente al que estaba en la silla. -Te he traído un regalo. -Le entregó la caja de dulces. -Ya que eres el anfitrión te hice más que al resto, además debe ser horrible comer solo asquerosos scones, necesitas comida de la buena.
-Ignoraré eso último. Y gracias, no tenías que haberte molestado. -Abrió aquella caja y tomó un dulce sobre sus manos. -Tiene buena pinta, espero que no esté envenenado o algo, rana estúpida. -Lo comió de un bocado y se relamió los labios. Sabía que a comida nadie ganaba a aquel país. -Estaba bueno. Sin más.
-Por tu cara parece que has comido el mejor manjar de la humanidad. No hace falta que finjas, Angleterre. -El francés dio un salto de aquella mesa al suelo y cerró el seguro de la puerta de aquel despacho. -Tengo que hablar de algunos asuntos contigo.
-¿Qué ocurre? -El británico se ruborizó más de lo habitual. No sabía de qué quería hablar y el francés cada vez se acercaba más a él.
-Bueno, algunos asuntos... -El francés ya estaba frente al inglés, agachándose para que sus miradas se viesen de más cerca. -¿Crees que no he notado nada?
-¿Notar qué? -El británico tragó saliva. Estaba demasiado nervioso como para tratar de averiguarlo, además el olor del adverso no ayudaba. Amaba y odiaba ese perfume a partes iguales, le encantaba pero lo volvía loco.
-No finjas más. -El francés tiró de la corbata del británico para dejar su rostro más cerca del suyo. -Mira lo nervioso que te pones cuando estoy cerca. No tienes que reprimirte nunca más, yo ya paso de ser orgulloso.
-N-no sé de qué habl- -No pudo acabar esa frase, ya tenía los labios del francés junto a los suyos. Tardó en asimilar aquella situación pero acabó correspondiendo mientras este le retiraba su corbata sin demasiado cuidado. El británico, por su parte, empezó a desabrochar los botones de la camisa del francés, este no llevaba corbata así que fue directo a quitar aquella prenda. El más alto subió al británico sobre la mesa y empezó a desabrochar los botones de aquella camisa, sin dejar de besarlo ni un segundo, cuando de repente escucharon a alguien golpear la puerta.

-¿England? ¿Nos vamos a comer por ahí? -Dijo por detrás de la puerta, no podía abrir, ya que esta estaba cerrada.
-¿AMÉRICA? Disculpa, estoy ocupado. Tengo mucho trabajo, vete a comer algo y luego nos vem- -El francés ya había retirado su camisa y se encontraba besando y mordisqueando su cuello, una de estas mordidas le sorprendió y no pudo ni terminar aquella frase.
-England, estás raro. Si te encuentras mal puedo llevarte a casa.
-De verdad, no pasa nada, América. -El francés se encontraba retirando sus pantalones, no parecía importarle aquella situación. Es más, la disfrutaba. Ya que había tirado su orgullo lo tiraba bien.
-England, open the door.
-N-no... -El francés ya estaba toqueteando por dentro de su ropa interior. Pero se preocupó por cubrir su boca para que no se escucharan los gemidos que dejaba escapar.
-Siempre haces lo mismo. Eres tan orgulloso cuando te encuentras mal que no dices nada y dices que estás bien. Pero ¿sabes qué? Me voy. Ahí te quedas, idiot. -El británico dejó escapar un suspiro de alivio y esperaron unos segundos. Cuando ya parecía que se había ido miró al francés molesto. -¿Que no te puedes esperar, rana pervertida impaciente? -Con sus brazos rodeó el cuello adverso y lo besó con necesidad. Este correspondió y después retiró la ropa interior del británico. Mientras este trataba de responder al estadounidense el francés ya se había desvestido. Este último bajó con su rostro a la entrepierna del británico y se entretuvo con su boca en aquel lugar. Después de un rato preparó la entrada del británico y finalmente hicieron el amor como llevaban siglos deseando hacerlo. Finalmente habían acabado con su estúpido orgullo y se habían demostrado sus sentimientos de la forma más sincera. Después estuvieron un rato abrazados, sentados sobre un pequeño sofá que había en aquel despacho.

-I love you, idiot. -El británico besó los labios del francés y este correspondió.
-Je t'aime. -Susurró este en su oído, dejando un pequeño beso después sobre su cuello. Una vez ya más descansados se vistieron, quedando lo más decentes posibles. Entonces recogieron sus cosas y salieron, sin saber que en una esquina cercana estaba escondido cierto estadounidense que por cotilla se había quedado escuchando todo, aunque no le sorprendía, además a él le estaba esperando cierto ruso con sus jueguecitos extraños.

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Perdón, se me da fatal el lemon pero no veía otro desarrollo mejor para esta historia, btw espero que os guste. <3

Fictober 2020 [Hetalia] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora