Día 2. Estrellas. [SuFin]

113 14 0
                                    

"Ya ríndete". Solo sonaba esa frase en mi cabeza. Estaba tirado en el suelo, herido. No podía ni siquiera arrastrarme y huir, estaba al límite de mi fuerza, probablemente me quedaría inconsciente. Y así fue, mis ojos se cerraron, y lo último que estos vieron fue la ira de Rusia más furioso que nunca.

Cuando abrí mis ojos no sabía dónde estaba. Era una habitación ni muy pequeña ni muy grande. Hacía frío, pero en mi casa también lo hacía. Sin embargo sabía que no estaba ahí. Sabía perfectamente dónde estaba pero no lo quería aceptar.

-¿Ya despertaste? Lamento muchísimo que estés aquí también.

Aún veía borroso y ver un rostro de un chico alto rubio con gafas me hizo tener un poco de esperanza, pero cuando lo vi bien resoplé y respondí como pude.

-Estonia...
-No te esfuerces, todo está bien. Lituania y yo cuidaremos de ti.
-¿Dónde... Dónde está Suecia?
-En su casa. ¿Dónde va a estar?
-Pero... Lo vi cuando peleé con Rusia...
-Dinamarca y Noruega lo salvaron. -El estonio entendía que necesitaba saber lo sucedido y me respondió a todo, lo agradecía en ese instante.
-Ya veo... Gracias. Supongo que no me queda otra que estar aquí.
-Así es... Hay muchos más países, por lo menos no te aburrirás.
-Menos mi familia están muchos, sí.
-Lo siento... Yo estoy igual que tú.
-Lo sé, perdón. No quería ofenderte.
-No lo hiciste, tranquilo. Entiendo tu frustración. Yo por lo menos tengo al resto de los bálticos. Aunque sabes que me siento más cómodo con vosotros, así que tu compañía me alegra. -Me sirvió una taza de té y se marchó.

Adaptarme a mi nueva casa fue mucho más sencillo de lo que pensaba. Me pasaba los días jugando con el pequeño Moldavia y las charlas con Estonia eran bastante agradables. Sin embargo cada noche me sentía solo. Me preguntaba qué estaba haciendo él. ¿Estaría comiendo bien, dormiría bien, se acordaría de mí? Quizá lo habían casado con Noruega o Dinamarca en mi ausencia... No, ni pensarlo. Él no lo toleraría.

Pensaba que con el paso de los años lo superaría pero sabía de sobra que en realidad era imposible. Había pasado siglos viviendo con Suecia y no podía acostumbrarme a mi vida sin él. Los primeros días él me daba miedo pero detrás de esa personalidad tan fría estaba la mejor persona de todo el mundo. Cuidó mucho de mí y no sé en qué momento nos enamoramos el uno del otro. Y es algo que simplemente no desaparecería. Siempre lloraba mientras recordaba esos momentos, pero mirar al cielo estrellado me tranquilizaba. ¿Y si él estaba mirando como yo? Bah, seguramente tenía mejores cosas que hacer.

Me fui a dormir una de las incontables noches que llevaba viviendo en esa casa, habrían pasado ya como quince años desde que me tocó quedarme aquí, sin embargo eso para los países no es demasiado tiempo, estamos acostumbrados a vivir siglos y siglos.

A la mañana siguiente me despertó un pequeño país emocionado, saltó sobre mi cama y tiró de mí para despertarme. Estaba demasiado feliz, por lo que intuía que aquel día sucedería algo poco común.

-¡Fin, Fin! ¡Hoy tenemos visita!
-¿Ah, sí? ¿Quién?
-No sé cómo se llama pero viene un país del oeste a tratar unos negocios con Rusia-nii. ¡Vamos! Quiero hacer nuevos amigos.

Seguí al pequeño hasta fuera y en un determinado momento sentí que alguien me tiraba del brazo y me escondía en un pequeño cuarto que había en el patio. Cuando vi quién había sido no podía contener las ganas de llorar, no podía creer lo que estaba viendo. Tenía a alguien de mi familia frente a mí.

-¿Dinamarca?
-¡El mismo! Sé que nos echas de menos. Bueno, en teoría no puedo hablar contigo pero me importa una mierda lo que diga ese estúpido de la bufanda. Como sea, traigo regalos. Estas galletas las he hecho solo para ti, también traigo una bufanda hecha por Noru y una carta y este paquete de Suecia. Ah, Islandia te regala este peluche. Uf, parezco Santa. Realmente pronto es Navidad así que, feliz Navidad, que creo que aquí no la celebráis.
-Gracias por todo, Den. Os quiero...
-No las des. Recuerda que todos te queremos y estamos esperando tu regreso. -Parecía muy nervioso aunque decía que no le preocupaba. Tenía suerte de llevar un abrigo muy grande, pude esconder todo sin problemas y salir bien rápido, después me encerré en mi cuarto con Moldavia, no se podía ir de la lengua o mis amigos estarían en problemas. Él entendió aquello, pues con su hermano él hacía lo mismo, así que no diría nada a pesar de ser amigo de Rusia.

Después, ya más tranquilo revisé todo. La carta fue lo primero que leí. En ese momento me derrumbé por completo. Su-san pensaba en mí todo el tiempo y me estaba esperando. Dentro del paquete que me dio había algunas cosas suyas. Las metí en un cajón junto con un peluche de pingüino de Islandia, la bufanda azul que me había hecho Noruega y las galletas de Dinamarca. Esas cosas me hacían sentirme más cerca de ellos.

.......

No sabía cuánto tiempo había pasado ya en aquella casa. Probablemente habría pasado como un siglo y llevaba como medio siglo sin noticias de mi familia. Cada vez me sentía más débil, mis problemas emocionales empezaron a afectarme físicamente. Lo que no sabía es que estaba pasando mis últimos días en aquella casa. Rusia se debilitó más que nunca y se vio obligado a dejarnos ir. Estonia me acompañó a mi casa y se despidió de mí. Sabía que él no pasaría mucho tiempo alejado del ruso pero quería que yo consiguiese no volver. Si bien era cierto que odiaba al ruso y todo lo que me hizo, en aquella casa hice muchos amigos y los echaría de menos, sobre todo a Estonia.

Al entrar dejé mis cosas y me tiré al suelo, rompiendo a llorar. No pensaba que aquel día llegaría y ahí estaba por fin en casa, después de más de un siglo. Lo que no esperaba era que alguien en ese momento me abrazaría por la espalda.

-Ya todo está bien. Todavía no me puedo perdonar no haberte podido proteger, pero espero que me sigas queriendo como te quiero yo a ti.

Empecé a temblar, no me creía lo que estaba escuchando. Hasta creía que había olvidado su cara, su voz, su olor... Pensaba que no lo volvería a ver nunca más, ya me había rendido por completo.

-¿Su... Su-san? -Me giré, rompiendo a llorar. Después lo abracé con todas mis fuerzas y lo besé. -No fue tu culpa. Y ya no pienses más en eso, ya estoy aquí.
-No puedo evitarlo. Perdí a lo que más quiero por mucho tiempo. Pensé que ya no pensarías en mí.
-Su-san... Jamás he dejado de pensar en ti. Ni un segundo. Eres la única razón por la que sigo aquí. -Cada vez salían más lágrimas de mis ojos, las cuales él secaba con sus caricias en mis mejillas.
-Yo igual. Y me estuve culpando todo el tiempo. Me sentí inútil.
-No lo eres... -Me acerqué a besarlo, quedándome un rato abrazado a él. Odiaba que se culpase, él no tenía culpa de nada. Siempre me había cuidado y me había protegido, no había manera de que él tuviese la culpa de aquella situación.

Aquella noche no miré a las estrellas mientras lloraba en la ventana. Aquella noche vi las estrellas junto a la persona que más quiero, abrazado a él, sintiéndome feliz y seguro por primera vez en siglos. Finalmente había regresado a casa y esperaba no separarme jamás de él.

___________________________________

Holi! Este ship me parece super soft y tenía ganas de escribir un poquito de drama de ellos. Espero que os guste este mini-fic, nos leemos mañana con la siguiente historia <3

Fictober 2020 [Hetalia] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora