Candy nunca había sido una chica de carácter fuerte. Sí, como su padre solía decir, hablaba mucho, pero era una chica sensible y sensata que no gritaba ni se enrabietaba.Sin embargo, ese aspecto de su personalidad no apareció en Grandchester House.
– ¿Qué? -gritó mientras se levantaba-. ¡Cómo se atreve! -exclamó mientras se abalanzaba sobre Terry, que empezó a retroceder muy despacio debido a la herida y al bastón-. ¡Será desalmado! -chilló, mientras lo empujaba y caía al suelo con él.
Terry gruñó.
– Si me ha empujado -dijo-, debe de ser la señorita White.
– Por supuesto que soy la señorita White -gritó ella-. ¿Quién iba a ser, si no?
– Debo señalar que no parece usted.
Aquello provocó que Candy hiciera una pausa. Estaba segura de que se parecía bastante a una rata empapada, con la ropa llena de barro y el sombrero… Miró a su alrededor. ¿Dónde diablos estaba el sombrero?
– ¿Ha perdido algo? -le preguntó Terry.
– Mi sombrero -respondió Candy que, de repente, se sentía muy avergonzada.
Él sonrió.
– Me gusta más sin sombrero. Me preguntaba de qué color era su pelo.
– Es rubio -respondió ella, que se dijo que aquello tenía que ser la indignidad total. Odiaba su pelo; siempre lo había odiado.
Terry tosió para camuflar otra sonrisa. Candy estaba rebozada de barro, hecha una furia y él no recordaba la última vez que se había divertido tanto. Bueno, sí que lo recordaba. El día anterior, para ser exactos, cuando había caído de un árbol y había tenido la buena suerte de aterrizar encima de ella.
Candy alargó la mano para apartarse un mechón mojado y pegajoso de la cara, lo que provocó que el húmedo vestido se le pegara al cuerpo. La piel de Terry se encendió.
«Sí -pensó-. Sería una esposa perfecta.»
– ¿Milord? -preguntó el mayordomo mientras se agachaba para ayudar al Lord a levantarse-. ¿Conocemos a esta persona?
– Me temo que sí -respondió Terry, lo que le valió una mordaz mirada de Candy-. Por lo visto, la señorita White ha tenido un día complicado. Quizá podríamos ofrecerle un té y… -la miró con recelo- una toalla.
– Se lo agradecería -respondió Candy con recato.
El Duque la miró mientras se levantaba.
– Confío en que haya estado reconsiderando mi proposición. Jaime se detuvo en seco y se volvió.
– ¿Proposición? -exclamó.
Terry sonrió.
– Sí, Jaime. Espero que la señorita White me conceda el honor de ser mi mujer.
El mayordomo palideció. Candy lo miró con una mueca.
– Me ha sorprendido la tormenta -dijo, aunque luego pensó que era más que obvio-. Normalmente estoy un poco más presentable.
– La ha sorprendido la tormenta -repitió Terry-. Y doy fe de que normalmente está mucho más presentable. Te aseguro que será una excelente Duquesa.
– Todavía no he aceptado -murmuró Candy.
Parecía que Jaime fuera a desmayarse en cualquier momento.
– Aceptará -dijo Terry con una sonrisa cómplice.
– ¿Cómo puede…?
– ¿Por qué otro motivo habría venido, si no? -la interrumpió él. Se volvió hacia el mayordomo-. Jaime, el té, por favor. Y no te olvides de la toalla. O mejor trae dos -bajó la mirada hasta los charcos que Candy estaba dejando en el suelo de madera y volvió a mirar al criado-. Será mejor que traigas varias.
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ERES MI SOL
FanfictionLos personajes de Candy,Candy no me pertenecen, son propiedad de sus creadoras Kioko Mizuki y Yuriko Igarashi. (Adaptación ) TERMINADA