Candy no estaba segura de qué la hizo empezar a preocuparse. Nunca se había considerado una persona supersticiosa, pero no le gustaba lo nublado que se estaba poniendo el cielo. Un miedo irracional le puso los pelos de punta y, de repente, tuvo la intensa necesidad de ver a Terry.Sin embargo, cuando bajó a su despacho, no lo encontró. Se le detuvo el corazón, pero entonces vio que el bastón tampoco estaba. Si lo hubieran secuestrado, seguro que nadie habría pensado en llevarse también el bastón.
El muy estúpido debía de haber salido a investigar.
Pero cuando se dio cuenta de que habían pasado más de tres horas desde la última vez que lo había visto, empezó a tener una extraña sensación en la boca del estómago.
Comenzó a buscar por toda la casa, pero nadie del servicio lo había visto. Tampoco María ni Dayana. De hecho, la única persona que parecía tener una ligera idea de dónde podía estar era Deisy.
– Lo he visto por la ventana -dijo la niña.
– ¿De verdad? -preguntó Candy, que casi se dejó caer del alivio-. ¿Y adónde iba?
– A los establos. Iba cojeando.
– Oh, gracias, Deisy -dijo Candy mientras le daba un abrazo. Salió del salón y bajó las escaleras. Seguramente, había ido a los establos a intentar descubrir quién le había puesto el clavo en la silla.
Ojalá le hubiera dejado una nota, pero estaba tan aliviada por saber dónde estaba que no estaba enfadada por el descuido.
Sin embargo, cuando llegó a su destino no vio ni rastro de su marido. Thom estaba supervisando a varios mozos que estaban trabajando en los compartimientos, pero ninguno de ellos parecía conocer el paradero del Duque.
– ¿Seguro que no lo habéis visto? -preguntó Candy por tercera vez-. La señorita Deisy insiste en que lo ha visto entrar en los establos.
– Ha debido de ser mientras estábamos ejercitando a los caballos -respondió Thom.
– ¿Y cuánto hace de eso?
– Varias horas.
Candy suspiró con impaciencia. ¿Dónde estaba Terry? Y entonces vio algo extraño. Algo rojo.
– ¿Qué es esto? -susurró mientras se arrodillaba. Cogió un puñado de paja.
– ¿Qué sucede, milady? -preguntó Thom.
– Es sangre -respondió ella con la voz temblorosa-. En la paja.
– ¿Está segura?
Ella la olió y asintió.
– Dios mío -miró a Thom, pálida como el papel-. Se lo han llevado. Dios mío, alguien se lo ha llevado.
El primer pensamiento de Terry cuando recuperó la conciencia fue que no volvería a beber nunca más. Ya había tenido otras resacas, pero nunca había sentido aquella agonía tan dolorosa. Pero entonces se dijo que era de día y que no había bebido y…
Gruñó a medida que iba recuperando porciones de recuerdos. Alguien le había golpeado en la cabeza con la culata de un rifle.
Abrió los ojos y miró a su alrededor. Le pareció estar en un dormitorio de una casa abandonada. Los muebles eran viejos y estaban llenos de polvo y el ambiente olía a moho. Tenía los pies y las manos atados, cosa que no lo sorprendió.
Sinceramente, lo que sí lo sorprendió fue no estar muerto. Estaba claro que alguien quería matarlo. ¿Qué sentido tenía secuestrarlo antes? A menos, claro, que su enemigo tuviera intención de revelar su identidad antes del golpe de gracia.
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ERES MI SOL
FanfictionLos personajes de Candy,Candy no me pertenecen, son propiedad de sus creadoras Kioko Mizuki y Yuriko Igarashi. (Adaptación ) TERMINADA