Candy lo soltó.
Él se cayó al suelo y gritó cuando el tobillo herido se dobló.
– ¡Eso es horrible! -gritó ella.
Terry se rascó la cabeza.
– Me parece que acabo de pedirle que se case conmigo. Candy contuvo una traidora lágrima que estaba a punto de resbalarle por la mejilla.
– Es muy cruel bromear con algo así.
– No bromeaba.
– Por supuesto que bromeaba -respondió ella intentando reprimir las ganas de darle una patada en la cadera-. He sido muy amable con usted esta tarde.
– Muy amable -repitió él.
– No tenía por qué pararme y ayudarle.
– No -murmuró él-. No tenía que hacerlo.
– Y quiero que sepa que, si quisiera, ya estaría casada. Estoy soltera porque quiero.
– No se me habría ocurrido imaginar lo contrario.
A Candy le pareció oír una nota de mofa en su voz, y esta vez sí que le dio una patada.
– ¡Maldita sea, mujer! -exclamó Terry-. ¿A qué diablos ha venido eso? Lo digo muy en serio.
– Está ebrio -lo acusó ella.
– Sí-admitió él-, pero nunca le había pedido a ninguna mujer que se casara conmigo.
– Por favor -se burló ella-. Si intenta hacerme creer que se ha enamorado perdidamente de mí a primera vista, deje que le diga que no me lo creo.
– No intento decirle nada de eso -dijo él-. Jamás insultaría su inteligencia de esa forma.
Candy parpadeó y pensó que quizá acababa de insultar otro aspecto de su persona, aunque no estaba segura de cuál.
– El problema es que… -Terry se detuvo y se aclaró la gar-ganta-. ¿Podemos continuar la conversación en otro sitio? Quizá en algún lugar donde pueda sentarme en una silla y no en el suelo.
Candy frunció el ceño unos segundos antes de ofrecerle la mano casi por obligación. Todavía no estaba segura de que no se estuviera riendo de ella, pero la forma de tratarlo en aquellos últimos instantes no había sido la correcta y tenía remordimientos. No estaba de acuerdo en pegar a un hombre cuando estaba en el suelo, y menos cuando había sido ella quien lo había dejado caer.
Él aceptó la mano y volvió a levantarse.
– Gracias -dijo muy seco-. Está claro que es una mujer con mucho carácter. Por eso me estoy planteando casarme con usted. Candy entrecerró los ojos.
– Si no deja de burlarse de mí…
– Creo que ya le he dicho que lo digo muy en serio. Y nunca miento.
– Pues es la mayor mentira que he oído en mi vida -respondió ella.
– Está bien. Nunca miento sobre nada importante.
Ella apoyó las manos en las caderas y dijo:
– Ya.
Él exhaló algo molesto.
– Le aseguro que nunca mentiría sobre algo así. Y debo añadir que ha desarrollado una opinión excesivamente pobre sobre mí. ¿Por qué?
– Lord Grandchester, ¡le consideran el mayor donjuán de Kent! Lo dice hasta mi cuñado.
ESTÁS LEYENDO
ERES MI SOL
FanficLos personajes de Candy,Candy no me pertenecen, son propiedad de sus creadoras Kioko Mizuki y Yuriko Igarashi. (Adaptación ) TERMINADA