ERES MI SOL

Capítulo Diez

Hola chicas una disculpa por no actualizar,pero he tenido problemas con wattpad,los cap.se cruzan.😣por ejemplo se publica el 8 y luego el 9..en caso que siga igual, la retirare para volver a subirla..

Al día siguiente, Terry se despertó con un terrible dolor de cabeza. Su nueva esposa parecía que tenía la habilidad de provocarle una horrible resaca sin haber probado ni una gota de alcohol.

No cabía ninguna duda. El matrimonio no era bueno para la salud.

Después de lavarse y vestirse, decidió que tenía que buscar a Candy y ver cómo estaba. No tenía ni idea de qué iba a decirle, pero parecía que tenía que decirle algo.

Lo que quería decirle era: «Disculpas aceptadas», pero, para eso, ella tenía que disculparse por sus escandalosas palabras de la noche anterior, y dudaba que fuera a hacerlo.

Llamó a la puerta que conectaba las habitaciones y esperó una respuesta. Cuando no obtuvo ninguna, abrió la puerta sólo un poco y la llamó. Siguió sin tener respuesta, así que abrió la puerta un poco más y se asomó.

– ¿Candy? -miró la cama y lo sorprendió ver que estaba perfectamente hecha. Los criados todavía no habían venido a limpiar. Estaba seguro, porque les había dado instrucciones de que llevaran un ramo de flores frescas a la habitación de su mujer cada mañana y allí todavía estaban las violetas de ayer.

Meneó la cabeza cuando comprendió que su mujer se había hecho la cama. Imaginó que no debía de sorprenderle. Era una mujer bastante competente.

Excepto con los hornos, claro.

Terry bajó al salón del desayuno, pero, en lugar de su mujer, sólo encontró a Maria, Dayana y Deisy.

– ¡Terry! -exclamó Dayana cuando lo vio entrar por la puerta. Se levantó.

– ¿Cómo está mi prima de catorce años favorita esta mañana? -dijo mientras la tomaba de la mano y la besaba con galantería. A las jóvenes les encantaban esas tonterías románticas, y él adoraba a Dayana lo suficiente como para recordar agasajarla con esos gestos.

– Estoy muy bien, gracias -respondió ella-. ¿Desayunarás con nosotras?

– Creo que sí -murmuró Terry mientras se sentaba.

– No tenemos tostadas -añadió Dayana.

Maria le lanzó una mirada de reprobación, pero él no pudo evitar chasquear la lengua mientras se servía un locha de jamón.

– A mí también puedes darme un beso en la mano -dijo Deisy.

– Que me caiga un rayo por haberme olvidado -dijo Terry mientras se levantaba. Tomó la mano de la pequeña y se la acercó a los labios-. Mi querida princesa Deisy, un millón de disculpas.

La niña se rió mientras Terry volvía a su silla.

– ¿Dónde estará mi mujer? -preguntó él.

– No la he visto -respondió Dayana.

Maria se aclaró la garganta.

– Candice y yo somos madrugadoras. La he visto desayunar antes de que Dayana y Deisy bajaran.

– ¿Y estaba comiendo tostadas? -preguntó su hija mayor.

Terry tosió para disimular su risa. No quedaría bien reírse de la mujer de uno delante de la familia. A pesar de que ese uno estuviera increíblemente enfadado con dicha mujer.

– Me parece que se ha comido una galleta -respondió Maria, muy seca-. Y tendré que pedirte que no vuelvas a sacar el tema, Dayana. Tu nueva prima es muy sensible respecto a ese incidente.