Se había librado de la cárcel, de planes malvados y todo, eso era lo importante. No tenía muy claro como, pero ya estaba pasado y había decidido celebrarlo yendo lejos. Lejos de los EEUU, de la prisión y de todo lo que había conocido. Por eso cuando la fundación Speedwagon le había ofrecido una beca para estudiar en Italia la había aceptado sin mirar atrás más que para abrazar a su madre. Dado que su madre era italoaméricana y que su abuela se había dedicado a no perder ninguna de las culturas de las que venía, el idioma no sería un problema. Ahora agradecía que además del japonés hubiesen seguido insistiendo con que hablase italiano.
Japón había sido la primera elección y la más evidente, allí tenía a sus conocidos de la infancia en Morioh, podría tener cerca al tio Josuke y a toda la pandilla. Lo pensó de verdad, pero aunque fuesen personas a las que de verdad les tenía cariño no podía decir que cumpliese su objetivo básico. Sería la hija del señor Cujoh, la niñita de Jotaro, y por mucho empeño que le pusiera sabría que hasta Yukako se dedicaría a vigilar a la continuadora del linaje Joestar, por no hablar de Okuyashu y Josuke, no conseguiría despegarse de ellos ni con agua caliente. Los quería mucho y los visitaría sin falta, claro, pero no se veía capaz de rehacer su vida con miembros tan insistentes de su pasado.
Buena comida, un idioma conocido y buen clima fueron lo que hizo por terminar de decidirse a Jolyne por la Universidad Federico II, después de lo que había pasado ir a la conocida por ser la primera universidad laica del mundo le parecía una excelente idea.
Tenía un stand que esperaba no usar, era una chica fuerte, tenía un spray de pimienta y una asignación generosa como gritaba su abrigo de Gucci, osea que el mundo era suyo. No es que tampoco pensase olvidarse de todo el mundo, las constantes llamadas de su madre así lo dejaban claro, justo en ese momento se encontraba colgando el teléfono después de hablar con Ermes. Se prometió, después de prometérselo a ella, que trataría de hacer amigos y tener una vida nueva lejos de los problemas.
Justo estaba volviendo a guardar su teléfono cuando vio a un niño cruzar despreocupadamente detrás de una pelota sin hacer caso a su alrededor ni ver que un coche avanzaba por las empinadas cuestas sin al parecer ver al niño. No pensó, simplemente actuó liberando a su stand para atrapar al coche mientras ella corría hacia el infante. Las malditas botas de diseñador no eran lo más apropiado para una misión de rescate, pensó mientras aceleraba.
En solamente unos segundos frenó el coche mientras arrastraba al niño a su paso con cuidado y volvía a guardar su stand. Para la gente que no fue capaz de ver a Stone Free los frenos del coche funcionaron unos segundos, lo justo para que la chica pasase. Por suerte para ella ningún usuario de Stand lo vio, aunque lo cierto es que sí había unos muy cerca.
Entre gritos, sobre todo de la madre del niño que se acercó corriendo, una pequeña multitud se acercó a la heroína. Jolyne no quería llamar la atención recién llegada y mucho menos se sentía cómoda siendo llamada heroína ni nada así, menos aún ganar notoriedad. Su plan una vez asomó la madre del niño era levantarse e irse, pero se dio cuenta de que había sufrido más daño del que pensaba al correr y tirarse a la acera. Tenía que ir con minifalda en lugar de con unos confiables pantalones el día que rescataba a un niño, claro, además de sentir el tobillo lastimado.
Genial, su primera noche en el país se la iba a pasar siendo atendida por los servicios médicos y con suerte con muletas unos cuantos días.
Quiso el destino que por esa zona estuviese realizando unas tareas (nada relacionado con stand ni con la mafia, algo tan mundano como elegir unos zapatos) un rubio muy peculiar y se encontrase con una tremendo caos. Al parecer había ocurrido un atropello, por lo que corrió a la zona esperando poder ayudar a las víctimas. Por suerte los rumores habían sido exagerados y solamente había un herido.
-Estoy bien, de verdad, solamente necesito que alguien llame un taxi -intentaba deshacerse de los bienintencionados curiosos Jolyne.
Hacia años que era el capo máximo de Passione y en esos años había visto muchas cosas que harían congelarse la sangre de cualquiera, también había visto cosas hermosas. Pero hasta ahora nada como una chica con un precioso abrigo de Gucci manchado de sangre propia por intentar salvar a un niño que intentaba alejarse de los desconocidos. Y después de tanto tiempo, Giorno Giovanna volvió a tener un sueño.
-Señoras, señores, dejen a la signorina respirar -Giorno era lo suficientemente respetado y conocido como para ser tomado en automático por una voz de autoridad- Yo la llevaré a recibir atención por sus heridas.
Sus hombres ya tenían un coche esperando, Passione no solamente se había hecho más respetada y querida, sino que también era mucho más eficiente. Le ofreció la mano galante a la hermosa dama, casi anhelando ya su contacto. Lejos de aceptarla, Jolyne se echó un poco hacia atrás.
-No tengo por costumbre meterme en coches de desconocidos. Bueno, ya no. Preferiría el taxi.
-Comprendo la precaución -se arrodilló galantemente ante ella- Mi nombre es Giorno Giovanna, espero no seguir siendo un desconocido.
Parecía una situación sacada de una novela romántica y él un príncipe, por lo que Jolyne hizo lo que haría cualquier persona cabal en su lugar. Sonrojarse y morirse de verguenza. Hubo un suspiro generalizado ante ese gesto.
-Señorita, no tema, el señor Giovanna protege la ciudad, se hará cargo -la animaron varias voces entre la multitud.
Finalmente por acabar con la presión de la situación Jolyne aceptó la mano y la ayuda para llegar al coche. Como se había dicho que iba a ser discreta se tragó las palabras, en verdad quería gritarle que podría andar ella solita y hasta pelear en esas condiciones, pero dejarse hacer era lo más rápido.
Por su parte Giorno descubrió dos cosas. La primera es que la señorita era más alta y fuerte de lo que parecía, de hecho era incluso más alta que él, cosa que se sorprendió al descubrir no solamente no le desagradaba, sino que le gustó. La segunda es que al tocarla descubrió la más dulce de las esencias y no quería soltarla nunca.
¿Sabéis cuando usáis la voz del sentido común que os dice que no hagáis algo para obedecerla? Yo no. El apoyo en plan "hazlo, hazlo" tampoco ayuda.
Una cosa que agradecería que tengáis en cuenta es que sé a grandes líneas que pasa en Stone Ocean y he leído el primer tomo, por lo que va a haber divergencias en la trama tanto por interés narrativo como por desconocimiento. Sed indulgentes y si os gusta hacédmelo saber!
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El bello y la bestia (Giorno x Jolyne)
FantasyPuedes ser el jefe de la mafia y aun así tener miedo de tu suegro. Aunque primero debes conseguir que la dama acepte, claro. No puede ser más difícil que ser el jefe de Passione, ¿verdad?