No es diferente

249 19 5
                                    

-Fugo, no quiero recibir a nadie más, dile a mi secretario que se disculpe pero me temo que no aguanto más reuniones hoy -estaba conteniendo las ganas de estampar la cabeza contra la mesa, se sentía cansado como llevaba mucho sin hacerlo- Que ponga cualquier excusa, pero directamente me niego a recibir la nadie -Gold Experience flotó tras su amo remarcando aún más sus palabras.

Los meses después de hacerse la pareja oficial de Jolyne Cujoh habían sido suficientes como para hacerle borrar como era su vida antes de tenerla en ella. Se había hecho vital, aunque no estuviesen siempre juntos, ni siquiera durmieran juntos -sus horarios eran distintos y ambos habían acordado que era mejor frenar un poco y tener sus propios espacios, aunque solamente se acordasen de esa norma entre semana- saber que estaba con él le daba la sensación de ser estrujado con cariño aunque ella no estuviera cerca. Cuando estaba cerca el estrujón solía ser real, Jolyne era muy dada a demostrar afecto físico.

Hasta escucharla irritable y quejarse cuando estaba hasta arriba de trabajos era una experiencia que atesoraba. Pero la Fundación Speedwagon le había ofrecido una oportunidad única de prácticas en una excavación en Sudamérica, pues corría el rumor de que las temibles máscaras de piedra existían aun diseminadas en distintos lugares. Y con una mezcla de actividad arqueológica y aprendizaje de hamon, Jolyne pasó todo el verano lejos de él. Y ya no había sonrisas adormiladas en el desayuno, no había sesiones de yoga, paseos por su ciudad de su mano, risas a destiempo, sesiones agotadoras de sexo ni palabras de amor susurradas. Era como si estuviera muy alto y el oxígeno viniese más débil. 

Aun le quedaban dos semanas por lo menos para verla aparecer, estaba planeando ir a recogerla, pero le había dicho que se olvidase de eso, en parte porque sabía que no le gustaba ser tan dependiente de sus medios económicos. Viajaría a Florida primero para ver a su madre antes de que empezase el curso de nuevo y volviese con él, al final era quien más tiempo pasaba con ella, no tenía derecho a quejarse como lo estaba pensando. Estaba trabajando como un loco desde hacía dos semanas, Fugo lo estaba sobrecargando, no sabía si era la manera que tenía de ayudarlo a no pensar más en Jolyne, pero iba a acabar con él. Hundió las manos en sus rizos sin importarle crear el caos en su peinado mientras suspiraba mirando después de mirar el reloj con la hora de Jolyne. La llamaría más tarde y eso le ayudaría. Siempre lo hacía escucharla contarle como le estaba yendo, como avanzaba en esa técnica de respiración que tan útil parecía y en como su padre tenía aterrado a todo el equipo. No era un hombre celoso, pero su suegro se habría encargado de despejar cualquier atisbo al gruñirle a todos los hombres que se acercaban a su hija. De nuevo pensó en que tener el Réquiem le había vuelto a salvar la vida. 

Volvería a su habitación y la llamaría, si no estaba cansada le ofrecería ver una película a la vez y si lo estaba, quizás la vería con Polnareff, que parecía notar lo verdaderamente necesitado que estaba de volver a verla y le ofrecía siempre su compañía. Escuchó el ruido en la puerta, suponía que era alguien que no se tomaba bien el rechazo y se dispuso a hacerlo personalmente.

-Y yo te digo Panacotta que me importa una mierda que no quiera ver a nadie más -la voz hizo a Giorno levantar la cabeza a toda prisa para verla aparecer- No creo que me rechace.

Y no lo hizo. Se levantó tan rápido que casi tiró la butaca a su paso para ir directamente a abrazarla y besarla con todo el amor que podía volcarle, casi dudando por momentos que fuese real. 

-Mi madre ha pensando que ya que vivo en Europa quería pasar sus vacaciones en París, ya sabes, es norteamericana y tienen la costumbre de pensar que todo está al lado, osea que en dos días llega y yo me he dicho, ¿por qué no vengo primero por aquí?

-¿Te has aliado con Fugo para que me consiguiese dos semanas de vacaciones? -le preguntó dándose cuenta de a que venía la sobre carga de trabajo. 

-Esta vez sí, soy culpable. ¿Puedo enseñarte algo?

Parecía tan emocionada y Giorno le habría dicho que sí a cualquier cosa. Volvió en unos segundos, lo que fuese estaba detrás de la puerta. Era una rama seca. Jolyne la sujetó con la palmas hacia arriba y tras una sonrisa sus manos brillaron con energía dorada. La rama empezó a florecer en ese mismo momento.

-Sé que al lado de Gold Experience parece un poco cutre, pero esto es la energía hamon -le dijo ella con un poco de timidez repentina- Es la energía del sol y la vida, el bisabuelo Joseph me ha dicho que tengo un talento como el de su madre y que puedo combinarlo como hacía el con mi stand, en caso de que reaparezcan ataques de vampiros es lo más útil. No es como el tuyo ni mucho menos, pero...

-Jolyne, mi farfalla -le dijo de golpe- Has aprendido a manejar la energía de la vida. Cuando creía que ya eras maravillosa vas y haces esto. Por favor, enséñame que puede hacer eso. 

La energía hamon era para Giorno muy familiar, como si la hubiera conocido de siempre, tan parecida y tan distinta a la vez de su propio stand. Jonathan Joestar había sido un maestro en ese arte, quizás se parecía más  a él de lo que creían. 

París les resultó decepcionante, la verdad, pero eso era lo de menos. Las vacaciones realmente llevaban el sentido de ver a su hija y para su sorpresa y la de Giorno, otra cosa más. Realmente padre e hija se habían unido en la excavación lo suficiente como para tramar planes juntos y Jotaro había decidido que quería continuar su vida y tratar de recuperar a su esposa con la ayuda de su hija. Al final para la pareja más joven sus vacaciones fueron hacer de excusa para los mayores, ir mucho al Louvre y más todavía a tiendas de diseño. De nuevo Jolyne agradeció tener la misma talla que Giorno, pues aunque bromeó con ella en que podía comprarse -o regalarle él, le encantaría seleccionar vestuario juntos- su propia ropa sabía que parte de lo que comprase se lo iba  poner ella. 

Por lo menos habían conseguido algo. En el último día en París Jotaro por fin se había atrevido a volver a pedirle una oportunidad a Anne. La mesa de trabajo del Doctor Cujoh tuvo una fotografía nueva, en ella salían de nuevo por fin su esposa y su hija ya adulta.

Como si el mundo hasta entonces hubiera sido una pesadilla, Jotaro abrió los ojos y por primera vez desde que vio a sus amigos morir, se vio que estaba viviendo de nuevo, más allá de sobrevivir.

El bello y la bestia (Giorno x Jolyne)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora