La habitación en la que se había duchado el primer día había sido la elegida para que se quedase. Era amplia, baño propio y aunque era lujosa no era excesivamente barroca, además de estar al lado de la habitación principal, lo que le daba unas excelentes vistas del jardín. Giorno le había asegurado que podría cambiar cualquier cosa a su antojo sin problemas, parecía realmente agobiado por esa solución a veces. Le daban ganas de darle una palmada en la cabeza y decirle que mantenerla en un palacio con los viajes que ella quisiera por la ciudad con escolta mientras amenazaban su vida no era el peor plan del mundo. Además, no se sentía culpable porque aunque tuviese el alquiler de todo el año pagado, su padre al enterarse le había dicho que estaban acelerando los tramites para que Ermes quedase totalmente libre y que se alojaría allí. Su plan era alojarse igualmente con Ermes, pero suponía que así estaría mejor. Incluso hablaban de matricular a Emporio en el colegio en Nápoles, el niño también necesitaba un nuevo comienzo. La americana quería aprender a cocinar con el sueño de algún día, quizás, reabrir el restaurante y nada mejor que ante la posibilidad aprender en Italia.
Se había acostumbrado rápido a vivir en ese lugar, no por nada la cama de su habitación era tan cómoda que incluso dormía mejor. También ayudaba la rutina. Todas las mañanas recogía a Polnareff y hacía yoga en el patio mientras él tomaba el sol, a veces cuando conseguía despertarse a tiempo se les unía Trish. La sorpresa fue que Fugo estaba todos los días esperando puntualmente para unirse. En un principio tuvo problemas con él por su carácter explosivo, nada que Jolyne no pudiese arreglar con un buen gancho de derecha y recomendándole con una sonrisa en la cara que se uniese a ella en el yoga. Para sorpresa de todos los antiguos miembros de la banda eso había funcionado mejor que ningún intento por calmarlo del finado Bruno.
Después de la ducha desayunaba, el resto de los compañeros cambiaban pero Giorno era una constante. Su primera pelea, de hecho, fue sobre la manera de tomar el café. Si es que se podía llamar pelea a algo que acabó con él haciéndole probar el capuchino y con ella admitiendo a regañadientes que estaba delicioso y después llevándola personalmente hasta el campus. A veces se encargaba de llevarla personalmente, decía que disfrutaba de conducir y a ella su compañía le gustaba mucho más que la de los guardaespaldas. Cuando no los acompañaba nadie más incluso tomó la costumbre a modo de broma en parte como demostración del cariño que le estaba tomando el darle un beso en la mejilla antes de bajar. Sobra decir que Giorno hacía todo lo posible para poder llevarla él y hacerlo a solas.
Por las tardes se estaba dedicando a empezar a aprender a manejar un arma y a ponerse al día con todo lo que sus estudios le pedían. En su tiempo libre trataba de recordar lo que era ser una joven normal dentro de lo posible, había salido de compras con Trish un día pero sus gustos eran muy distintos y, aunque le caía bien, tenía una forma de dar sus opiniones que hacían sentir a Jolyne como una perra sin gusto. Por eso la siguiente vez las había acompañado Giorno, que si bien tampoco vestía como ella no insultaba su gusto e incluso parecía abierto a su opinión, al igual que ella estaba abierta a probarse cosas que le recomendaba Trish cuando se las sugería él de manera mucho menos violenta.
Los contactos físicos casuales entre ambos eran cada vez mayores, además él se solía unir a las rutinas de belleza a la que le sometía Trish, nunca carecer tanto de masculinidad tóxica le había sido tan rentable como siendo mimado con mascarilla por la mujer que le robaba el sueño. Justo estaban haciendo eso, él le estaba pintando las uñas de los pies cuando Jolyne se excusó para salir corriendo al baño sin mucha discreción.
-Si no te le declaras pronto voy a gritar -dijo Trish mientras seleccionaba su laca de uñas favorita para Giorno- Al menos dale una pista a la chica, piensa que eres cariñoso con ella por alguna especie de vínculo Joestar.
-No quiero agobiarla, ha pasado por mucho -se dio cuenta de que sonaba a tópico- Por realmente mucho. Necesita sanar muchas heridas, no quiero aprovecharme.
-Por el amor de... Giorno, estar enamorado es lo contrario a aprovecharse, quieres amarla de una manera total y nada egoísta, pero la pobre piensa que no se merece el amor de nadie por culpa de un puñado de idiotas.
Giorno había escuchado sobre Romeo y sobre el acosador. Usar así a su dolce Jolyne se le hacía incomprensible, si él tenía algún día la oportunidad sería un tesoro que jamás trataría mal, moriría antes de hacerle algo así. Los sentimientos del otro los entendía, el portador de stand se había enamorado de Jolyne nada más verla, pero no respetaba su capacidad de decisión, el rubio no quería ser así.
Cierto, se había sentido casi enamorado de ella prácticamente al posar sus ojos en ella, pero había sido conocerla y no el flechazo lo que habían terminado por condenarlo. Su amabilidad inesperada, la dulzura que escondía, la resolución, el genio y la fuerza. Jolyne era todo eso como nunca antes había tenido ni siquiera a bien encontrar ni en sus sueños de grandeza. Se había amoldado tan bien a su vida que era como si siempre hubiese estado ahí y perderla por ir demasiado rápido se le hacía inconcebible.
-Está bien, no des el paso tu. Tengo una conocida que me ha pedido unas mil veces que le organice una cita contigo, ¿recuerdas a Chiara? -Giorno asintió sin mucho interés- Sal con ella. Veamos como reacciona la señorita Cujoh.
-Trish, sabes que aprecio tu ayuda, pero este plan es horrible. Los celos no son un buen motor para ninguna relación. En caso de que este interesada en mi, cosa que espero -por suerte Jolyne era bastante clara hablando y poco tímida y el hecho de que lo encontraba guapo, atractivo y hasta después de pasarse un poco con el vino, declamar que delicioso- que sea en más del sentido físico. Quiero avanzar poco a poco, cuando esté preparada. Jolyne merece la pena esperar lo que sea necesario.
Trish dejó el tema al ver que de momento no iba a poder convencerlo de nada. Nada más volver Jolyne se dio cuenta de como lo usaba como parte del sillón, desparramada encima de él como si nada. Que la chica lo empezase a ver solamente como amigo por la fuerza de la costumbre fue una idea que le llegó cegadora.
-¿De que hablabais? -preguntó Jolyne mientras Giorno añadía puntitos en su dedo pulgar del pie- Parecéis muy serios.
-Para nada farfalla, no era nada serio -le contestó el rubio concentrándose en hacer un dibujo preciso.
-Nada serio, solamente que Giorno por fin ha aceptado salir con mi amiga Chiara.
Los años de expresión contenida del don Giovanna se pusieron aquí a prueba, pasándola a duras penas. Iba a decirle a Trish que no había decidido nada hasta que se fijo. Jolyne había encogido inconscientemente los dedos de los pies.
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El bello y la bestia (Giorno x Jolyne)
FantasyPuedes ser el jefe de la mafia y aun así tener miedo de tu suegro. Aunque primero debes conseguir que la dama acepte, claro. No puede ser más difícil que ser el jefe de Passione, ¿verdad?