No tiene explicación

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Jolyne guardó a su stand tan pronto como notó a Gold Experience encima. Si no conociese tan bien a Giorno creería que era una estrategia calculada para ir dando pistas y no que realmente lo había hecho sin pensarlo, pero los segundos en los que realmente se quedó helado no la engañaron.

-Si hacemos esperar a la bisa y a la abuela os pienso culpar de todo -les dijo Jolyne metiendo prisa a ambos hombres, ya hablarían con Polnareff otro día.

El coche estaba esperando a la familia en la puerta y salieron todo lo rápido que podían sin que Jolyne se cargase a su bisabuelo en las espaldas. Aunque el anciano Joseph no era el más lento en salir, Jotaro iba con un paso lento como si el lugar le perteneciente, mirando de vez en cuando a Giorno que se cansó de recibir la mirada del japonés y se fue a su estudio. Lo habría hecho antes si no fuese porque era el padre de Jolyne. Como no, se había ido a enamorar de la persona con el padre más complicado del mundo. 

-Gold Experience ha reaccionado de manera extraña -le dijo Jotaro una vez en el coche- Muy cercano, cuando lo vi no se separaba de su portador y menos para ir a por otro.

-Me han atacado dos portadores de stand con él cerca, está acostumbrado a intentar protegerme aunque me tire corriendo hacia el peligro -le dijo su hija restando importancia- Es así con toda su gente cercana. 

-¿Y tu eres cercana? -le preguntó en un tono claramente de interrogatorio que haría temblar a cualquiera que no estuviese acostumbrado a plantarle batalla.

-¿Tal vez en los meses que llevo bajo su mismo techo me he podido acercar a él? Es lo que nos pasa a los seres humanos normales, tomamos apego, padre.

Joseph pudo ver el inicio de la pelea, por suerte la había visto venir y ya tenía preparado un desvío. Le dijo a Jolyne que su padre había planeado ir a la fiesta con gorra. No hizo falta mucho más para que la indignación de la joven Cujoh cambiase totalmente de foco y empezase a meterse con las elecciones de estilismo de su padre y a prometerle que quemaría toda la gorra que viese si se le ocurría. 

La fiesta sería después de una cena más intima con la familia, dado que la fiesta la había organizado Holly con colaboración de Ermes no tenían ni idea de lo que se iban a encontrar, pero habían reservado la sala de recepciones del hotel para ello. Jolyne no se hacia a la idea de para que necesitaban tanto espacio, no es como si conociera a tanta gente en Nápoles tampoco. 

Casi no le dieron tiempo a llegar al hotel cuando Holly, Suzie y Shizuka la habían montado en un taxi para llevarla a un spa, como bien había supuesto. Les dieron masajes, tratamientos y les hicieron las uñas a todas a juego, con florecitas. Shizuka se dedicó a hacer fotos cada vez que podía, estaba relajada y totalmente visible, pero guardaba las gafas de sol por si acaso. Un médico de la fundación había hecho un certificado como fotosensible para cuando descontrolaba su stand por los nervios. Su colección de gafas de sol era la envidia de todas sus amigas, había sabido aprovechar el pequeño inconveniente. 

Para cuando terminaron estaban radiantes, aunque salían más tarde de lo esperado porque Suzie estuvo dudando media hora entre dos colores para las uñas. Al final escogió un tono esmeralda, según ella a juego con los ojos de Jolyne. Incluso mientras esperaban les dio tiempo a que Shizuka pillase un berrinche adolescente al enterarse de que le habían puesto forro a la parte del escote de su vestido que le hizo tener que ponerse las gafas de sol. Suzie podía parecer demasiado mayor para tratar con una adolescente, pero llevaba 60 años casada con Joseph Joestar y eso entrenaba a cualquiera. Además, Holly era todo dulzura ahora, quien la conociese de adolescente no pensaría eso, no sabía ni la de veces que la arrestaron por escándalo y en protestas, a lo tonto era la Joestar con más detenciones a su espalda. 

Salieron del spa y acabaron en una comida tardía -Suzie no paraba de decir que estaba comiendo comida de verdad, no como lo de EEUU, cada vez que les traían algo- y listas para irse de nuevo al hotel y vestirse allí, además de retocarse el maquillaje. Claro, y vigilar que los hombres de la familia no hubiesen hecho un absoluto desastre. Llegaron a tiempo para corregirlo. Para esconder la gorra de Jotaro, arreglar el desastre que habían conseguido Josuke y Okuyasu al ponerse las corbatas y sorprendentemente, solamente admirar lo elegante que había conseguido ponerse Joseph. 

Anne llegó cuando iban a empezar a ponerle el vestido a Jolyne, por suerte, ya que el vestido tenía tantos cortes y era tan irregular que parecía un puzle. Por suerte entre las instrucciones de Shizuka mirando una fotografía y que Trish había llegado con Anne y se puso al mando de la situación el vestido pudo ser colocado. Después del caos del vestido tuvieron que volver a peinarla, claro, pero eso para Trish era un momento. 

Jotaro había renunciado a la gorra y eso es algo por lo que hasta Anne le felicitó dejándolo unos momentos aturdido. Se había casado enamorado y pidió el divorcio por protegerlas, no había dejado de quererla en ningún momento. Sabía que no debía esperar nada de ella después de todos los años ausentes, pero aun así su pecho se calentó. La sonrisa de su hija al verlo también libre de la gorra le hizo contagiarse y sonreír él también, aunque de manera menos efusiva. Por un momento, rodeado de su ex mujer y de su hija parecía estar en un mundo que podría haber sido el suyo si las cosas hubieran sido diferentes.

Hasta que la tal Trish  se paró detrás de Jolyne para volver a recolocarle el vestido no se dio cuenta de que demonios llevaba su hija. Se le veía demasiada piel de forma demasiado explicita y no se había dado cuenta porque era un vestido negro con imperdibles. Incluso llevaba botas altas en lugar de tacones, pero a más miraba más veía que seguramente era una de esas piezas de moda que no podía entender. Su paz se acabó con las voces de su madre, no necesitaba ni mirar para saber quien había llegado, aunque realmente había llegado con la del pelo rosa.

Giorno se encontraba charlando con el director del hotel con tranquilidad, la mayoría de sus empleados lo conocían y sabían como le gustaba que funcionasen las cosas. La enorme sombra de Jotaro le llegó, aunque siguió sin hacer caso terminando de escuchar al director, que si se volvió hacia el hombre tratando de controlar su miedo.

-¿Desea algo, señor Cujoh? -preguntó sin que se notase a penas el miedo en su voz- Le atenderé un segundo, estaba terminando una gestión con el signore Giovanna...

-¿Por qué hay que tratar gestiones con él sobre el cumpleaños de mi hija?

-Porque soy el dueño del hotel, signore Cujoh -le respondió con una calma atronadora el rubio- Y quiero asegurarme de que todo este en orden. Y dado que veo que está todo el mundo en la recepción no veo que tenga sentido retrasarlo más.

El transportin de Louis Vuitton que llevaba en la mano saludó a Jotaro, Polnareff iría dentro. Lo dejó atrás y vio el elegante traje tan distinto al suyo. Totalmente en blanco con botones y rayas en dorado, llevaba una especie de ceñidos negro en la cintura y lucía sus dorados bucles sueltos. Giorno no estaba solamente vestido para la ocasión, vestía como si saliese del estudio de un diseñador en ese momento, como una visión de un reportaje de moda. Cerca de Jolyne con su vestido extraño quedaban asombrosamente bien. Se entendía el porque de la elección de Kishibe al verlos juntos. Eso no quería decir que Jotaro lo aprobase, ni mucho menos, sobre todo cuando le parecía que el italiano estaba intentando seducir a su hija. 

-Jolyne -dijo su padre fijándose en un detalle- ¿tu no tenéis cicatrices de una puñalada justo en el costado?

Jolyne sonrió ampliamente mientras se daba cuenta de que en algún momento Gold Experience se había pasado y su madre alababa a Giorno por haberle curado las cicatrices.

El bello y la bestia (Giorno x Jolyne)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora