-Son como una encantadora plaga bíblica, ¿a que sí? -les dijo Anne al volver de dejarlos en el hotel.
-Son... Peculiares -le contestó Giorno- Aunque a penas y los hemos dejado en el hotel.
Le contó como había ido, sobre todo el reencuentro entre padre e hija. Anne se alegraba de que su marido fuese tan cariñoso con su hija, sabía que era lo que más quería en el mundo y que ella lo necesitaba. Ojalá y todo siguiese por ese camino, aunque le pareció encantador la forma en la que el rubio había estado pendiente de todo. Que el anciano Joseph le hubiese preguntado si era un vampiro estaba dentro de lo esperable, osea que todo parecía haber ido bien. Al cabo de un rato Jolyne llamó a su madre para decirle que volvería un poco más tarde, que había ido a decirle a su padre la zona donde harían las primeras prácticas de arqueología submarina. En un principio solamente habían ido a ver la zona, pero habían acabado tirándose al agua.
Ir a bucear en pleno diciembre habiéndose anunciado que nevaría en unos días después de un vuelo de Asia a Europa sonaba perfectamente a la típica actividad que podían compartir padre e hija si esos en concreto eran Jotaro y Jolyne Cujoh. Se entendían bien en el agua, Jolyne había aprendido a nadar antes que a andar y él era un hombre de mar. En el agua no había que hablar, y eso para Jotaro era una ventaja.
Ambos llevaban tantos años sin nadar juntos, por lo que les sorprendió lo fácil que se seguían coordinando. Era su pequeña sirenita aun, lo cual hizo a Jotaro sentirse secretamente orgulloso de la elección de regalo de cumpleaños. El único problema fue que al salir ambos insistieron en acompañar al otro para cambiarse, Jotaro insistiendo que sabría volver y que ir sola era peligroso y Jolyne en que no sabría llegar al hotel.
Jolyne resultó ser un poco menos cabezota que su padre, o quizás llevaba peor el frío y aceptó ser acompañada al palazzo. Giorno y Anne estaban cómodamente tomando un café cuando los vieron venir a ambos, con el cabello empapado y tratando de disimular el frío.
-Jotaro -Anne saludo a su ex marido con una sonrisa más helada que el cabello de los dos- No se te ha ocurrido otra actividad que tirarte al agua helada y claro que a ella de ir detrás.
-Anne... -comenzó Jotaro.
-No me "Anne..." ahora, que no has pensado que se ha criado en Florida donde hace calor, no has pensando ni en la temperatura antes de tirarte al agua, lo veo.
-Tu has nadado en aguas heladas, no es como si... -volvió a intentarlo Jotaro.
-Me han apuñalado, madre. Girado mi corazón, tiroteado, envenenado, cortado... -empezó Jolyne a enumerar- Y no voy a parar de hacer cosas que tenga que hacer porque soy quien soy -Giorno puso los ojos en blanco- Osea que nadar con equipo de buceo es lo de menos, ¿y a ti que te pasa?
-Nada, lo he asumido -le respondió Giorno con tranquilidad- No creo que te vayas a poner enferma, pero si fuera el caso Gold Experience puede...
-Josuke está aquí -dijo Jotaro solemne- En el peor de los casos no dudaría en curarte como ha hecho siempre con todos los miembros de la familia.
-Yare yare dawa -dijo Jolyne- Voy a ducharme, y tu deberías irte antes de petrificarte más si es que no te vas a quedar, que tenemos que cenar con la abuela. Por cierto mamá, la abuela me dijo que lo de la cena va por todos.
Cuando fueron a cenar Jolyne se vio atrapada entre Josuke y Shizuka para hacer de traductora con Mista, Fugo y Trish se manejaban bien en inglés. Aunque tuvo la tentación de pedirle a Trish que volviese al palazzo después de ver como examinaba a su padre con atención.
No que su padre soliese intentar vestir para llamar la atención, es que como era enorme todo le quedaba ceñido. Los genes Joestar, se dijo mirando que Josuke atraía la atención a pesar de su peinado y como Giorno brillaba allá donde fuera. Se dijo que bueno, ella iba a ser la inspiración para una obra internacional, no era menos que nadie, y le dio un codazo a Trish para que dejase de babear.
Giorno estaba arrinconado entre Holly y Suzie, y si ser un encanto para las señoras mayores le había servido alguna vez más en ese momento no lo recordaba. Las dos señoras no paraban de preguntarle si le apetecía cualquier cosa y de decirles lo agradecidas que estaban por acoger a Jolyne, de la que él no dudaba en sembrar elogios sobre ella y alternarlos con elogios para ellas también. Incluso usó su stand para hacer unas rosas con unas servilletas y convertirlas en rosas reales. Tener a las mujeres más importantes de la vida de Jolyne, sabía que Anne ya estaba convencida, de su parte era importante.
Para Jotaro la cena sabía mal. No es que la comida lo hiciese, era la presencia de los italianos. El tal Mista parecía desagradable, Fugo un malhumorado imbécil (aunque parecía temer a Jolyne, eso estaba bien) y la chica lo miraba igual que lo miraban todas las mujeres molestas que no tenían ningún tipo de compasión con sus nervios. Y lo peor era el rubio.
Ya había tenido que aguantar a un imbécil -técnicamente a dos, el tal Romeo le había suplicado ponerse en contacto con Jolyne para pedirle perdón- que se dedicaba a rondar a su hija como un perro en celo. Anasui estaba lejos y por suerte su hija siempre había parecido ignorarlo bastante. Aunque sus lloriqueos pidiéndole el permiso para casarse con ella y las descripciones de todo lo que la quería estaban aun clavados en su cerebro, había odiado cada segundo de la búsqueda de Ungalo.
Pero Giorno Giovanna era diferente, era más peligroso. Giorno no lloriqueaba nunca, siempre parecía tranquilo y sereno, hasta que golpeaba sin titubear. Era un ser tallado en piedra con un poder que no alcanzaba a comprender. Quiso creer que era la insistencia y la charla del preso lo que hacían que su inalterable serenidad se agrietasen y no la molestia por las declaraciones de amor, pero su instinto le decía que no era eso. Conocía por el diario de Dio la obsesión que había desarrollado con Jonathan. Ahora el hijo de Dio miraba a la última heredera Joestar con un brillo peculiar en los ojos. Los ojos de un depredador que anhelaba algo, y ese algo era su hija.
Su madre y su abuela, siempre tan bondadosas, lo habían acogido como a uno más y parecían encantadas con cada truco barato.
-Jotaro, muchacho -le dijo su abuelo sonriendo, pero en un tono mucho más serio del habitual- ¿Sabes que me parece una autentica victoria contra Dio? Mira a su hijo, creando flores, creando vida. Ser un maestro de hamon es ser un maestro de la vida y me parece que eso ha tenido más peso que todo su negro corazón. Osea que deja de mirar así al chaval, al menos delante de tu madre, que va a pensar que estás mal.
-No me gusta -le contestó Jotaro en tono confidente en respuesta.
-Deberías ser más flexible -le dijo Joseph, que seguía sin ser capaz de compartir espacio con Sadao Cujoh sin mirarlo mal- el chico aun no ha hecho nada más que ayudar.
-Deja de llamarlo chico, tiene veinticinco años y el el jodido jefe de la mafia -le contestó Jotaro entre dientes.
-¿Qué os pasa? -les preguntó Jolyne que había escuchado lo último surgiendo de la conversación que estaban teniendo en japones para que los italianos no los entend.
-Niente, niente -se apresuró a decir Joseph haciendo que Jolyne sospechase aun más.
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El bello y la bestia (Giorno x Jolyne)
FantasyPuedes ser el jefe de la mafia y aun así tener miedo de tu suegro. Aunque primero debes conseguir que la dama acepte, claro. No puede ser más difícil que ser el jefe de Passione, ¿verdad?