Lo mío es grave

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Todos estaban cansados, así que la cena terminó pronto. Habían ido en dos coches y como Jolyne se quedó más tiempo despidiéndose su madre se fue con Mista, Fugo y Trish. Jolyne aun tenía que recibir otros diez abrazos de su abuela, cinco besos de su bisabuela, otro abrazo de su bisabuelo, cuatro preguntas de Josuke, una promesa a Shizuka sobre llevarla a un sitio que había visto en internet y un abrazo rápido pero con mucho sentimiento de su padre. 

Por su parte Giorno había recibido sendos abrazos de las señoras Holly y Suzie, un apretón de manos (con la mano protésica) de Joseph y la mirada helada más aterradora que jamás le habían dedicado de parte de Jotaro.

Se fueron en el Lamburghini rosa, al que Shizuka llamó también el coche de Barbie y suplicó dar una vuelta en él antes de ir. Con la concesión por parte de Giorno de eso se ganó a la última Joestar que le quedaba. Era temprano, iban en un coche estupendo y las luces de la ciudad brillaban para ellos. Dieron una vuelta deliberadamente larga para volver, ambos estaban de acuerdo en que aun no querían volver pero tampoco ir a otro sitio. Por eso se dedicaron a dar una vuelta larga mientras se reían de los gustos musicales del otro. Jolyne nunca había estado en el garaje del palazzo, por eso no había visto todos los coches, pero cuando entraron por ahí estuvieron un rato más curioseando entre los vehículos, Jolyne estaba segura de que Emporio se volvería loco si viera ese sitio. Le dijo que tenía que tener casi tanto vehículos como había estrellado Joseph. Casi.

No es algo que estuvieran hablando, pero ambos sabían que estaban dando tiempo a que la gente de la mansión se retirase a sus habitaciones. Y así lo hicieron ellos también, como los demás. Jolyne se fue a su habitación, se quitó los zapatos, se desmaquilló con cuidado y se cambió a un cómoda bata suave y calentita. Revisó su teléfono esperando encontrar algún drama Joestar y sorprendiéndose al no hacerlo. Les dio cinco minutos más, por si acaso, y asumió que estaban todos tranquilos en el hotel. Osea que se levantó de cama, salió de la habitación y fue directamente a llamar a la de Giorno.

El rubio había hecho lo mismo, aunque se encontraba leyendo, la noche había sido perfecta en su final salvo por el hecho de que Jolyne se fue derecha a su habitación deseándole una buena noche sin tocarlo siquiera, pero no quería insistirle en nada, por eso se sorprendió al encontrársela en su puerta. Por muy confusa y delicada que fuese la situación, que lo primero que hiciera Jolyne nada más pasar fuese quitarse la bata dejando ver que no llevaba nada debajo lo dejaba todo bastante claro.

El sol sorprendió a Giorno mucho más alto de lo que lo solía hacer. Entre sus brazos estaba dormida de manera pacifica ella y una sonrisa se instaló en su semblante según se despertaba. Debió notar algo a pesar de que no se había movido, pues Jolyne empezó a despertarse.

-Buenos días -le dijo ella con una sonrisa adormilada.

-Feliz cumpleaños farfalla -Giorno le dio un beso sin poder dejar de sonreír mientras la volvía a abrazar contra él- Hoy es tu día.

-Fue una buena celebración la de anoche -le contestó sin separarse de él- Pero no me importaría seguir celebrando ahora. Aunque estaría bien saber la hora que es, que tengo que irme a que me ayuden a vestirme las señoras Joestar. Oh mierda -se destapó alarmada y vio que su cuerpo estaba lleno de pequeños moratones, sobre todo en los muslos- Los reyes de la discreción somos.

No es que Giorno estuviese en mucho mejor estado, aunque más que moratones tenía arañazos y alguna quemadura por el roce de alguna cuerda. No pudo evitar reírse y recibir a cambio un puñetazo un poco quizás más fuerte de la cuenta para ser de broma como pretendía. 

-Muy gracioso, pero con el vestido se me va a ver todo con ese corte -se quejó mientras corría desnuda al espejo más cercano.

-¿Como es el vestido para que se te vean? -dijo estirado lánguidamente mientras la veía observarse con disgusto.

-Un Versace lleno de cortes con imperdibles que Ermes y Trish dicen que es totalmente lo mio -lo vio levantarse e ir hacia ella- Aunque no sé si con maquillaje...

Giorno la abrazó por detrás y con un cosquilleo y un brillo dorado ambos empezaron a perder los restos de la excesiva pasión de la noche anterior. Salvo por la suciedad, claro.

-Ah, creo que me puedo hacer una idea, tan cruel va a ser verte con eso sin poder tocarte -eso lo dijo mientras aprovechaba para tocarla a su antojo.

Tenían que presentarse a desayunar y ducharse primero. La lógica dictaba que fuesen cada uno por su parte y se presentasen a desayunar tranquilamente, cada uno por su lado. Por supuesto la lógica no funciona del todo cuando estás lleno de endorfinas, osea que terminaron duchándose juntos y haciéndolo en la columna de ducha de lujo del baño encontrándole usos creativos a la presión del agua. 

Sobra decir que llegaron tarde al desayuno pero que no les importó mucho porque estaban demasiado contentos y porque el personal trabajaba para Giorno y no le importaba sacar un aperitivo para el normalmente poco exigente don.

-Oh Giorno, no te he visto esta mañana, teníamos que tratar el tema de -dijo Fugo entrando sin avisar con Polnareff- Ah, hola Jolyne, no te he visto esta mañana para yoga. A lo que iba...

-Estamos interrumpiendo algo -dijo Polnareff, más que preguntarlo- Oh, le he ganado la apuesta a Trish, le he ganado 100 euros por sabelotodo.

Todos miraron a la tortuga poseída que se dio cuenta de que no debería haber dicho nada, pero que era demasiado tarde para no explicarse.

-Le aposté que no llegabáis a navidad sin acostaros, habéis aparecido super tarde y estáis despeinados, he sido joven y apasionado como para no darme cuenta de lo que ha pasado. Y yo sugeriría que terminaséis de desayunar rápido y os acordaseis de peinaros antes de que venga Jotaro, que estará al caer.

No les dio mucho tiempo para protestar pues en verdad Jotaro llamó a Jolyne casi al momento para avisarla de que iba a ir a ver a Polnareff, que a la vuelta la llevaría para que empezase lo que su abuela y su bisabuela habían llamado día de cuidado y preparación post fiesta. O lo que es lo mismo, un día de spa.

-Ya estamos aquí, Mini JoJo -entró Joseph anunciándose como si la casa fuese de ella- Tu padre me ha dicho que tenéis una sorpresa para mi.

Lo condujeron a una de las salas más cómodas del palazzo y les indicaron que se sentasen. Jotaro ya sabía lo que se iba a encontrar, fue informado de lo que le había pasado, pero como el francés le pidió discreción no lo había comunicado. No era agradable para un hombre que había sido tan fornido y vigoroso ser ahora un fantasma. Con cuidado dejaron a la tortuga en frente de los dos invitados.

-Señor Joestar, como hemos cambiado -le dijo intentando no dejarse llevar por la timidez, sino ser lo más parecido a lo que él conoció- Soy yo, el bueno de Polnareff.

Tardó un poco en creerse que era él, pero lo acabó reconociendo a su antiguo aliado. Se contaron bastantes cosas ese día, aunque al pasar Anne no vio nada, parecían ocupados hablando con una tortuga. Claro, Anne no podía ver stands, por lo que el stand que mantenía a Polnareff no le era visible. Al manifestar su stand para describirlo, Stone free tocó la mejilla de su madre, con cuidado. Inconscientemente Jotaro manifestó a Star Platinum.

-¡Star! -el enorme stand sonrió inocentemente con un característico "ora" ante Jolyne, antes de que la mujer lo abrazase- Esto es como... ¡Papá! Usabas a Star para abrazarme cuando te pedía jugar y estabas ocupado...

Jotaro se sonrojó ante la acusación de su hija, mientras todos los presentes sabían que siendo como era, usaba a su stand para ser cariñoso sin que ella lo supiera. Star, inocente como era, estaba ocupado mirando con curiosidad a Stone Free, como si una parte del stand entendiese que el otro stand era también parte suya. 

Cuando Giorno se apareció por el lugar para avisarles de que el coche le estaba esperando, demasiada consideración por parte del Don, pensó Jotaro. Gold Experience estaba tras él, protector como lo era siempre con su portador, después de las primeras dos veces ya no le llamaba tanto la atención. Hasta que se dio cuenta de que por primera vez lo vio soltarse de su portador para apoyarse protectoramente en otra persona. 

Mientras Giorno hablaba gentilmente con su ex mujer, Jotaro vio sin perder detalle lo que pasaba a su espalda. Ante la cercanía de Star Platinum a Stone Free el siempre hierático stand Réquiem se posó protectoramente abrazando el stand de su hija, como si tuviera todo el derecho del mundo a ello.

El bello y la bestia (Giorno x Jolyne)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora