Si pienso fríamente

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Decir que la navidad con todos los Joestar había sido un caos habría sido quedarse corto, pero era un caos que Giorno estaba dispuesto a repetir, aunque por fin con su novia de vuelta a sus brazos -Jotaro había cambiado el hotel por el palazzo al enterarse de la relación y se había instalado en frente de su hija- no es que tuviera prisa porque volviesen.

La situación familiar era extraña y lo sabía, pero sinceramente no podía importarle menos cuando veía a su farfalla. Que lo llamasen gravedad o destino, pero sentía como si ambos estuviesen hechos para caer juntos y no podía estar más contento por ello. En especial en ese momento, en el que se deslizaba con infinito cuidado dentro de ella mientras la besaba con ternura. Eso duró unos maravillosos instantes antes de que sus cuerpos reclamasen más. Nunca podían ir despacio si no era al menos la segunda vez y, por mucho que él estuviera encima en esos momentos, no le quedaba duda de que ella marcaría un ritmo más rápido si dejaba de acelerar. El hambre por él que parecía mostrar cada vez le fascinaba y le halagaba como nada más podía, aun sintiendo él ese mismo deseo cegador por ella. Más que saciar su hambre, cada encuentro con ella le hacía más adicto. Todo a su alrededor desaparecía cuando estaba ella, solamente existía su expresión de placer , su cabello de colores extendido por la almohada y su cuerpo debajo del suyo. Nada más que los ruidos que procedían de ellos existía. Hasta que un grito que no podía ser ignorado a los pies de la cama hizo evidente que no.

Los stands de ambos se hicieron presentes en un segundo y fueron derechos a la tercera persona, el intruso de la habitación no tenía ninguna oportunidad. Lo que las redes de Stone Free cazaron fue a un lloroso Anasui.

-Pensaba que querías ponerme celoso, pero esto es ridículo -dijo con los ojos cargados de lágrimas.

Jolyne cazó la bata de Giorno (la misma de brocado dorado con la que lo vio esa noche hace más de un mes que parecía tan lejana) y se la puso, se dio cuenta de que era muy suave al hacerlo pero ahora se centró en cubrirse, pues si iba a pegarle una paliza a alguien prefería hacerlo vestida. Salvo quizás a Giorno en las sesiones de entrenamiento, pero eso era algo completamente distinto y mucho más divertido. Giorno alcanzó sus pantalones mientras miraba al hombre lloroso con paciencia, más de la que sentía que tenía. Sabía que había cometido un doble homicidio cuando descubrió a su novia con otro y que tenía la extraña convicción de que Jolyne era su pareja. Según descubrió, la difunta F.F. le prometió que le ayudaría a casarse con ella a cambio de ayudarla a salvarla. Jolyne se había ido derecha al vestidor de su novio buscando algo para cubrirse.

Había estado unas cuantas veces en la habitación de Giorno, sobre todo en el dormitorio, pero la habitación a parte que era el vestidor era algo que solamente había visto de pasada, por eso al encender la luz no puedo evitar quedarse unos segundos maravillada. Era como la cueva del tesoro. Sabía que por la forma de vestir que tenía su armario tenía que ser digno de ver, además de ser una habitación llena de estantes y baldas, tenía expuestos un par de maniquís con ropa que juraría que tenía más de 100 años de antigüedad. Estaba prácticamente segura de que tenían casi la misma talla y nunca se había sentido tan agradecida por ello.

-Creo que me gusta más tu vestidor que tu coche -le gritó Jolyne sin poder dejar de mirar las perchas- ¿Puedo ponerme...?

-Farfalla,mi amore, puedes ponerte lo que quieras en otra ocasión, pero tenemos cierta situación aquí que requiere rapidez.

Como había prisa Jolyne cogió la primera ropa de deporte que encontró, aunque estaba segura de que sería de alguna marca estúpidamente cara.

-Creía que quería que la celase, que no podías gustarle -le dijo Anasui convencido a un Giorno semidesnudo con el cabello dorado suelto pareciendo la estatua creada por un genio de un dios hecha carne- Es que ella es tan hermosa y tu tan ridículo...

Si de algo no tenía problemas el Don de Passione era de seguridad en su físico, si bien no llegaba a tener el ego de su padre estaba bastante curado en amor propio. Cuando vio a Jolyne salir por fin del vestidor con algo de su ropa para entrenar, la mirada de deleite en su aspecto hizo que su amor propio creciera aun más y le devolviese la mirada al pelirrosa con suficiencia. Con GER detrás tenía un aspecto aun más intimidante de lo que ya le daba su belleza, no creía que fuera a atacar, pero no podía estar seguro.

-Si te destruyo creo que Trish se pondrá triste, te daré la oportunidad de hablar.

-Joder -le dijo Jolyne en japonés- Creo que tengo un problema enorme cuando te pones en ese plan, espero que estés dispuesto a resolverlo después -le dijo ligeramente acalorada, para cambiar de nuevo al inglés y se fue directamente a coger a Anasui de la cara con las dos manos- Escuchame bien por una vez en tu vida, Narciso. No. Te. Quiero. Nunca lo he hecho. Apareciste en mi vida farfullando cosas mientras trataba de salvar a mi padre, no podría haberme interesado menos nadie, no solamente tu, nadie. Y menos tu, tu no, para dejarlo claro. Cuando mi vida empezó a tomar orden me enamoré, aunque creo que me habría enamorado de este bajo cualquier circunstancia si nos ponemos sinceros. Tienes que volver a terapia, porque la herencia que te dejo tu padre es una mierda. Giorno sabe de padres de mierda bastante y de como superarlos, si algún día decides hablarle. ¿Sabes que va a pasar si no me dejas en paz?

-¿Me darás una paliza? -titubeo Anasui.

-No -hizo una pausa dramática- Ermes te la dará. Y tiene ganas.

Giorno se puso la bata y acompañó personalmente de vuelta a su celda en la que debería estar hasta el día siguiente, cuando volvería a completar su condena a Florida.

-¿La amas de verdad? -preguntó Anasui.

-Más que a mi vida -le respondió Giorno sin dudarlo ni un poco.

-Supongo que eso está bien, que si no es conmigo esté con alguien que la quiera. Aunque lo lógico sería conmigo, claro.

Se había escapado usando su stand, por eso los guardias ni lo habían visto. Parecía pensativo cuando lo dejó en la celda, quizás por una vez había escuchado por una vez las palabras de la otra persona en lugar de dejarse llevar del todo por lo que quería escuchar.

Pensó en la suerte que tenía según volvía a al habitación donde le esperaba Jolyne, según le había insinuado bastante deseosa de terminar lo que habían empezado. Sabía lo que era estar enamorado de ella dolorosamente y no poder tenerla, por esa parte podía entenderlo. Pero aun así, por muchas cosas terribles que hubiera hecho a lo largo de su vida, no dañaría jamás a un ser amado, mucho menos robarle la vida. Prefería vivir con la carga de saber que su Farfalla estaba en brazos de otro hombre (o mujer, se corrigió al recordar cuando hablaron de sus historiales amorosos) que saber que ya no se encontraba en el mundo. Eso sí que se le antojaba insoportable. Al regresar a la habitación se la encontró esperándole, sin nada más que el piercing encima, ansiosa por él más que por respuestas.

Entre besos y gemidos no podía parar de decirle que la amaba, entrecortadamente que la veía como una suerte de diosa que no podía ni haber imaginado. Que era suyo a un nivel que no podía ni empezar a imaginar. De ella salían declaraciones de amor cortadas por jadeos y suspiros que se convirtieron en gritos. Sobrepasada, de sus ojos empezaron a brotar lágrimas. Cuando se dio cuenta, Giorno también se encontraba en el mismo estado.

Ese día durmieron enlazados estrechamente con restos de lágrimas y el corazón colmado de amor.

El bello y la bestia (Giorno x Jolyne)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora