ᵈᵃʸ ¹³•sᴘᴀɴᴋɪɴɢ•[Jonathan]

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Spanking:
Implica los azotes, pero a su alrededor gira un complejo juego de roles donde uno de los miembros de la pareja actúa como aquél que infringe alguna clase de la ley o acuerdo, mientras que el otro asume el papel del “castigado”.

Jonadio
[Bottom!Jonathan x Top!Dio]

Jojo, ¿te gusta este anillo? Lo compré solo para ti.—

El padre, George Joestar, se veía adulado por el obsequio "tan sincero" que le había hecho Dio a su hijo. Sonríe en la distancia pensando en que se llevarían bien. Hoy era, después de todo, el primer día de la llegada del señorito Brando a la casa Joestar.

Ellos quedaron a solas, Jonathan se veía sumamente feliz de pensar que era una disculpa posible a lo que le había hecho a su perro amado.

Lentamente Dio se acerca, como entre las sombras, a hablarle a Jonathan. Más bien reclamarle.

—Sabes que debes pagar el precio por el anillo.—

—¡Pensé que éramos amigos y-!—

—Oh, Jojo...No alces la voz o tu padre podría venir. No quieres que te amonestar, ¿o si?—

En realidad quien estaba haciendo mal era Dio, pero de todas formas sabe que sería él quien recibiría un regaño. Porque es el anfitrión y debe comportarse y aguantar los caprichos de su invitado que se ha apoderado de la casa.

Soportó la voz suave, medio grave de Dio en su oído amenazarle. Aunque se escuchaba la voz de alguien que quería que se derritiera por completo ante sus palabras. Jojo tiene un preocupado rostro, sus ojitos azules están algo angustiados.

Cuando iba a reprochar, esos labios carnosos suyos se cierran sin emitir una palabra. Emite un quejido como reproche, él era algo ruidoso en la opinión de Dio.

—Ahora, ¿vamos a tu cuarto? Me pagarás ese hermoso anillo allí.—

¿Para qué necesitaba Dio que fueran al cuarto? ¿Será que le pediría dinero por el anillo? Se sentía incómodo en su dedo, lo miró por unos momentos como sintiendo que no era suyo. Dio tomaba su mano, acariciando con el pulgar la parte suave de la palma de su mano.

Pero el apretón de esa otra mano en su culo no se sintió natural.

•••

Sentado está el joven noble en el centro de su cama. Es inmensa aunque sea para una persona: una cama doble preparada seguramente para el día en que se case.

Dio era un jovencito de mucha fuerza, podía posicionarle a sus pies con un poco de fuerza suya. Él había crecido débil, no ha vivido momentos difíciles como Dio, así que jamás ha requerido de la fuerza real.

Es tan solo un muchacho mimado y tonto, al parecer de Dio. Sujetó su barbilla cuando le quiso comunicar lo que quería.

—De pie, quiero mostrarte lo que quiero.—

No hubo delicadeza en su hablar, ni siquiera lo suavizó llamándole Jojo, como siempre hacía. A pesar de que Jojo obedeció, de pie y curioso de a qué se refería, no cedió en abandonar su decidida expresión. Piensa que podrá sobrellevar este tipo de situación, mas no tiene ni una mínima idea de qué sucederá.

De nuevo, hay una mano que va hacia su trasero, pero en lugar de apretar pega una palmada fuerte a una nalga. Jojo se ha asustado y se queja sorprendido.

—¡Dio...!¿Qué?¿Por qué hiciste eso?— Se voltea a la defensiva, protegiendo su retaguardia, sus manos encubriendo su trasero ofendido. Pronto esas manos no pudieron ocultar más su trasero de Dio, él se encargó de retirarlas de forma brusca. En ningún momento pensando en lo confundido que pudiera estar Jonathan.

Era una época donde cualquier acto romántico de un hombre hacía otro hombre estaba condenado, ¡Jojo al sentir que de nuevo Dio atacaba su trasero con sus manos desde luego que se sentiría confundido!

Más que tocar, palmeaban la piel suave de las nalgas, claro que por encima de la ropa.

Incluso si Dio le tratara como a su dama, se sentiría menos humillado, ¿pero recibir estas nalgadas de sus manos? Además, ya estaban doliendo. Sentía un calor y ardor en su culo, tal que se lo podía imaginar de un color rojizo.

—¿No te da vergüenza, Jojo? Tener el trasero de una señorita bien dotada.—

—Deberías...¡Dio, deberías tener vergüenza de estar haciendo esto a un chico!— Se atreve a gritarle Jojo, su voz aún fuerte y valiente. No basta para que Dio pierda la paciencia, no está vez. Parece tan concentrado en ese trasero redondo que ha captado su atención. Desde el momento en que llegó a esta casa detalló con sus ojos por completo a Jonathan, y no escapó de sus ojos ese par de nalgas tan redondas que se confundían con los de una dama de buen ver.

La palma de su mano una vez más impactó contra una de esas dos nalgas, la derecha, la que más llamaba su atención.

—¡GAH!—

Y lo segundo que llamaba su atención era esa voz tan ingenua del muchacho. Parecía tan fácil de quebrar que irónicamente se rompía en un quejido incluso sin necesidad. Porque sus protestas eran reclamos débiles, podría confundirlas con esos quejidos que haría en la cama.

Para él Jonathan era sexual incluso aunque no lo intentase.

Hubo ese instante en que sus manos ardían también. Y Jonathan se había doblado un poco del dolor que sentía atrás. ¿Por qué no hacía nada?¿Y su rostro estaba sonrojado?

Ah, la humillación. Disfrutó de ella, viéndole tan humillado como para siquiera responder.

—¡Estás tan humillado que en cualquier momento puedes empezar a llorar!¿Quieres que seque tus lágrimas por ti?—

Jojo no respondía.

Decía las peores palabras a él como si Jojo no tuviese un corazón que le pudiese doler. ¿Por qué? Si ambos estaban destinados a ser amigos.

Sostiene sus propios pantalones con lo que le quedaba del pudor, pero es un intento vago. Hay ojos viendo sus nalgas rojas como dos manzanas, o tal vez estén rojas de la humillación.

—El rojo se te ve bien, Jojo. ¿No te gustaría vestirlo siempre en tus nalgas?—

—No.—

—¡No!¡Dio, seguramente debes estar confundido! No has hecho esto porque has querido, ¿no es así?—

El pequeño Jojo era manipulable, de sentimientos hermosos que le metían en un lío siempre.

—Tienes razón. Ha sido sin querer.—

Tan solo debe quebrar su espíritu.

Jᴏᴇsᴛᴀʀ'ˢ☆ [κιиκτοϐєя] 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora