ᵈᵃʸ ¹⁸•ʟᴀʙᴏʀ•[Jonathan]

457 9 0
                                    

Labor

Other x Jonathan
[Bottom!Jonathan]

El joven sirviente esparcía la humedad de aquel paño en el ventanal. Se notaba que era un jovencito laborioso, hacía su limpieza con esmero y un rostro que no daba signos de hastío.

Era eso lo que le incordia al señor de la casa. Este amargaba los más soleados días de los sirvientes, y a esos que eran jóvenes les provocaba un chubasco en sus días.

El señor era lo que bien se llamaba un cerdo. Iba en búsqueda siempre de sirvientes de entre 18 a 25 años de edad. Y en ese rango entraba Jonathan. Un jovencito lleno de amor y una sonrisa que no parecía irse ni con los más bajos actos del señor.

Hoy no fue la excepción. El día que el señor había preparado para importunar al joven Joestar.

La casa vacía de los demás sirvientes, él con voz comandante le había ordenado que limpiarse toda su mansión, cuando el día anterior entre todos la habían dejado brillante.

Jonathan no hubo protestado.

—¡Bien, mi señor! Dejaré la casa más brillante que ese Sol que ve allí.— Ladró optimista el joven.

Y él limpiaría sin quejarse, hasta que sus músculos le protestasen por tanto abuso físico.

En su rutina de hoy estaba, cuando una mano inmensa, regordeta, recoge uno de sus glúteos. Con sus dedos sosteniendo de modo firme, entendiendo Jonathan que no era un accidente ni mucho menos estaba arrepentido.

—¡Señor! No sabía que estaba por aquí...—

No había sido tocado en un lugar así jamás, al haber sido bien educado y crecido como un caballero, a nadie se le ocurriría tocar allí. Se sentía como una cosquilla leve y no le resultó desagradable.

Jonathan, de todos modos, se sintió incómodo. Decidió colocarse un paso lejos del señor de la casa.

—Has trabajado mucho, Jonathan. Ven, tomemos té en mi habitación.—

¿El té no se bebía en un vestíbulo? ¿Quizás en una saleta de reuniones?

—Gracias, señor, es usted muy generoso. Pero creo que sería mejor si.-— Oh, olvidaba que muchas veces no eran escuchadas sus palabras. Se sintió un tanto triste por ello.

—¡Vamos, vamos! Necesitas descansar, Jonathan. Yo mismo serviré el té.—

Jonathan jamás se sintió cómodo con ese sujeto.

•••

Y había hecho bien en no confiar. ¿Pero qué ganaba con ello? Seguía sin hacer nada al respecto porque había sido el único trabajo que había conseguido, y probablemente tendría malas referencias con otros patrones si se mostraba mínimamente en contra del señor.

El té no estaba servido.

Servida estaba la cama que el patrón indicaba con su mano para que se sentara. Y una vez más Jonathan obedece, su cuerpo fortachón se hunde un poco en un colchón que a diferencia de aquel sobre el cual dormía era blando.

Aún el señor no dice nada, y no es necesario que lo haga. Con esa mano sintiendo sus hombros, con su sonrisa, no es capaz de mirarle mucho más a los ojos. Porque se siente más impotente que nunca, sus puños apretados cada vez que piensa que no puede hacer nada.

Intenta comprender por qué el señor haría esto. ¿Por qué sus labios se acercaban a los de Jojo? Y le abrazaban, de forma elegante y con calma.

—Tal como pensaba...Luego de ver tanto tus labios, ¡sabía que estos serían suaves, pero no tanto!—

Era cierto. Los labios de Jonathan eran carnosos y delicados. Porque ellos jamás han besado. Porque este es el primer beso de Jonathan.

También es la primera vez que Jonathan es desnudado por otra persona que no sea sí mismo.

—¿Por qué la cara triste, Jojo? Oh...eres tímido. Ya veo, eres tierno, Jonathan.—

El asco se iba albergando en su corazón. ¡Y aún así no era capaz de odiar a ese hombre! ¡Jojo sabía, mientras quedaba desnudo, que debía tener una buena razón para hacer todo esto!

Por eso no hablaba. Él estaba pensando en alguna razón para tenerle buena fe al hombre.

De pronto unos dedos fríos se proponen a apretar sus hombros musculosos, se veía tan sorprendido aquel señor de su fortaleza física. Apretando entonces cada zona musculada, incluida los pectorales, donde él se detuvo.

Jonathan le observaba confundido. ¡Él no era alguna mujer con buenos pechos!

Claro que no lo era. Sino, ¿por qué aquel hombre estaba intentando entrar de primer momento en su ano con sus dedos?

Con suerte aquellos dedos estaban bien lubricados.

¿Pero era buena suerte? Jonathan no quería sentirse siquiera bien. Y aquellos dedos no se sentían ya incómodos como en un inicio, esas ansias de vomitar iniciales se habían ido cuando él tocó una zona determinada.

—¡S..Señor, WAH-!—

De nuevo en esa zona. Y él podría pensar que aquella persona no sabía lo que hacía. Que había sido ocasional. Pero estaba aquel hombre observando sus ojos con una mirada tan podrida que sentía asco. Tan solo asco podía sentir ahora cuando a pesar de todo su cuerpo le pedía que soportase un poco más para sentirse bien.

Jonathan inteligentemente cerró sus ojos. Si su propio cuerpo no quería obedecerle no quedaba más remedio que darle su capricho.

No se había percatado de que dentro suyo habían cuatro dedos abriéndose paso. Desvirgando la zona inexplorada de su culo.

Los dedos del hombre se sintieron acolchonados estando entre esa cavidad estrecha. El Joestar tenía un recto tan puro y limpio como el de un nobletón. No le quedaba más al chico la opción de menearse en esa cama, sintiendo que iba a venirse de un momento a otro.

Fue cuando llegaron realmente profundo esos dedos. En ese momento fue cuando apretó sus ojos y su boca abierta lanzaba gemidos que parecían lamentos.

—¡AH...ah! ¡Señor, me estoy viniendo!—

Ni siquiera diciendo esas palabras, de la más obscena forma, era capaz de parecer sucio. Ni con todo ese semen suyo ensuciando sus ropajes de sirviente.

Aquel hombre, que estaba completamente limpio, ese sí lucía enteramente sucio y pútrido.

Todo un señor porcino a los ojos de Jonathan.

Jᴏᴇsᴛᴀʀ'ˢ☆ [κιиκτοϐєя] 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora