ᵈᵃʸ ¹⁵•ᴍᴀssᴀɢᴇ•[Jonathan]

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Massage

Other x Jonathan
[Bottom!Jonathan]

La luz penetra por las cortinas blancas de aquella habitación, había un ambiente tranquilo, y la presencia de aquel muchacho parecía mejorar ese buen ambiente. Ya había llegado quien fuera requerido como masajista, era uno de la servidumbre.

—¡Bien, señorito Joestar! Le dejaré como nuevo.—

Como una respuesta, Jonathan permitió que su cuerpo entero se estirase, para luego pasar a un estado completamente relajado en la cama. Había estado algo tenso en estos días debido al amor. Cosas de muchachos.

Él prefería estar callado durante las sesiones, ¡su parte favorita era sentir su cuerpo entero lubricado! Lleno de generosas cantidades de aceite, su cuerpo sintiendo luego frías las manos debido a que había subido la temperatura en su piel.

Él suponía que se emocionaba mucho.

¡Ahora viene el aceite!

Pensaba Jojo embargado en emoción, sus ojos brillaban mientras voltea a observar cómo le unta el aceite de forma maestra. Las manos parecen simplemente pasearse por toda su anatomía, pero están recorriendo cada lugar perfecto. Hacen de cada centímetro de su piel un lugar más sensible y agradecido con las manos.

Una vez brillante con el aromático aceite, se prepara para que esas manos hagan su trabajo. Es cuando comienzan a apretarse por aquí, por allá. Aprietan más bien en sus muslos, los palpan con suma adoración.

—Ah...— Deja salir un relajado Jonathan, junto con sus problemas que se van en ese suspiro.

El señor ha aprendido los puntos favoritos del joven Joestar: sus muslos, sus pectorales y su mismísimo trasero.

Pero qué sitios tan lascivos para un muchacho de familia noble. Eso pensaba el hombre, ése creía que el muchacho era ingenuo a que eran posibles zonas erógenas. No técnicamente pero eran zonas por donde un hombre era capaz de sentir placer.

El pequeño Jonathan disfruta incluso de esa anticipación antes de que los dedos se abrieran paso a la cara interna de los muslos, pues él está de espaldas al masajista. Oh vaya, y más que eso se acercaba a su agujero, Jonathan no sabe por qué se siente así cerca de esa zona, pero muerde su labio inferior. Cualquiera en estos momentos a juzgar por su reacción podría considerarle un joven lascivo. Es lo que piensa el sirviente.

—¿Qué sucede, señorito Joestar? ¿Es capaz usted de sentirse bien cuando yo me acerco a su ano?—

—¡No lo sé, señor! Pero...¡No aleje sus manos de ahí!— ¿Cómo iba a tragarse esas palabras? Él seguía creyendo que el señorito Joestar era alguna especie de zorra. Una hipócrita.

El joven noble incluso jamás pedía una toalla o alguna tela para cubrir sus partes íntimas. Ahora mismo sus nalgas estaban ofrecidas a la vista indecorosa del sirviente, que las devoraba con sus ojos.

—¿Le apetece aquí mejor?—

Objeto de ataque fue lo que tanto observaba el sirviente: sus glúteos. Ahora apretados de una forma poco profesional en ambas manos. Y de la forma indecente en que Jonathan balancea su culo hacia aquel señor, ofrecido al conocido. Era puro instinto, uno enteramente sucio como para un joven tan límpido.

—¡Señor!¡Esto...!—

—Es bueno, ¿cierto? Un buen masaje sin duda, señorito.—

—¡Hm!— Dijo en aprobación, quizás quiso decir un "hum", pero el gusto lo confundió con aquel sonido de agradecimiento.

Su padre, entrando a la habitación, tal vez podría salvar la situación. Pero no estaba ahí ahora para indicarle a Jonathan que estaba realmente equivocado al pensar en esto como un masaje profesional.

Y vino el momento en que se percatara de ello. Fue cuando una sonora nalgada se escucha en la habitación.

Entonces Jonathan se detuvo como en el tiempo. Su mirada entre confundida y horrorizada, digiriendo qué acababa de hacer el hombre.

Aquel que no se había detenido ni por un momento.

—¿Qué sucede, señorito? ¿No decía que le gustaba este masaje?—

—No...oiga...¡esto ya no es parte del masaje!—

—Ya veo, mis disculpas, supongo que seguiré con ello de un modo más profesional—

No se había relajado el joven, pero tenía dentro un poco más de tranquilidad al notar que aquel hombre se había disculpado de esa forma. Y fue cuando más errado estuvo Jojo. Jamás pudo ver venir ese dedo que entró en él.

Lleno del aceite que tanto amaba, lubricándole por dentro y expandiendo un poco dicha cavidad. Jojo sentía una extraña sensación, no era dolor, pero le era difícil de ignorar.

—E...¿Qué hace?— Estaba dispuesto a ponerse de pie, detenido por una mano en su espalda baja que le detenía en la cama. Un suave "Sh" "Sh", del señor le calmaba como calmando a un pequeño cachorro de ladrar. Y el dedo se retorcía dentro, bailoteando en esa cavidad sin estrenar.

—¡G-guh!— Emitió el señorito, de alguna forma sintiéndose más abierto. ¡Ya eran dos dedos! Él suplicaba un por favor, uno que fue ignorado. Esos dos dedos llegaban un tanto más profundo.

Y tocaban un punto desconocido para él.

—¡AH...!¡Oig- Ah!—

Uno que en cierto modo le impedía el terminar de hablar. Un calor comenzó a centrarse en ese lugar que él conocía tan solo como órgano reproductor y no de placer. Tenía esa necesidad de frotarse contra la cama, y acudió a ello como si estuviese ya en pleno acto sexual. La forma en que movía sus caderas como una danza desesperada era cautivante.

Luego fueron tres dedos, cuatro. ¿Sería ese el límite? Él se siente como si necesitara ir al baño, tembloroso y agitado.

Cada vez apretando más a esos dedos dentro para que no se escaparan de ahí, vaya forma tan obscena de decir "lo necesito". En fin, el hombre comprendía esto, y satisfacía su necesidad en un santiamén, pues Jojo humedecía esa cama con su primer orgasmo.

Sonreía, estaba satisfecho y relajado al punto en que podría dormirse. Supuso que el señor era realmente bueno en su trabajo.

El mejor masaje de su vida.

Jᴏᴇsᴛᴀʀ'ˢ☆ [κιиκτοϐєя] 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora