ᵈᵃʸ ¹⁶•ᴍᴀʀᴋᴇᴛ•[Giorno]

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Market

Giorno x Others
[Bottom! Giorno]

N/A: Va, primera vez que escribo del yorno así que espero que quede bien a-

Finísima mercancía había entrado al mercado esta noche, era un joven de aquella pandilla que había logrado renombre. El grupo de Bucciarati. Ellos lastimosamente habían perdido esta noche a su más nuevo miembro: Giorno Giovanna.

Aún no había dado signos de quebrarse ante los que le llevaban al trono de la habitación, ni aunque en medio de aquello dos personas consiguieran desnudarle, su piel no era la definición de palidez, pero tenía una suavidad admirable, un cuerpo esculpido pareciera que por el mismísimo Michellangelo. Músculos no exagerados, pero que resaltaban en comparación a sus facciones refinadas.

Sus cabellos de oro aún conseguían mantenerse calmados en aquella trenza que reposa en su espalda, coronada por una estrella.

La estrella que a muchos les parecía hermosa, tan solo decorativa.

—Hermosa estrella, jovencito.—

Grazie.—

Su sinceridad impactó a aquellas personas, un gángster -gangstar- como él siendo tan educado y noble, era incluso hermoso, porque aquel joven parecía encajar más que en ese mercaducho, en una obra de arte, con la mísera vestimenta de su piel únicamente.

—¡Vengan!¡Vengan! Hoy es noche de exhibición, ¡Tenemos al nuevo ex-miembro del grupo Bucciarati! Sucio traidor a nuestro jefe...—

Sus ojos azules se entristecen al escuchar tan solo de toda aquella denigración la palabra ex-miembro. Poco le importaba a él que los demás estuviesen riendo, que estuviesen lloviznando más insultos.

Parecía solamente concentrado en maquinar una alternativa para salir.

Aunque no siempre podría estar centrado en ello. Una mano grande de un momento a otro está en su muslo, apretando la carne ligeramente con sus dedos. Claramente sabía que no había venido a pasarla bien, pero tampoco se le había pasado por la mente que venía a ser abusado.

La cara de los posibles compradores estaba oculta tras tanta sombra, eran como los diablillos que venían a cobrar cada error suyo en su propia piel. No hubo titubeos al tocar sus pectorales que aunque no fuesen tan generosos eran realmente hermosos, ligeramente sonrojados como si estuvieran abochornados de los toqueteos sucios.

Él apretaba los dientes, sonriendo como si este fuera un buen día aún cuando ya hay una mano que busca su agujero.

"¿Tan pronto?"

Pensaba con honda desilusión. Cree que deberían darle un momento a que se adaptase a sentirse tan desnudo frente a todos esos ojos ocultos en la oscuridad. Que lo mirasen así, era sentirse aún más desnudo.

Se coloca casi de pie cuando un dedo entra en la cavidad seca y sin un ápice de lubricante. Aunque el dedo estuviese húmedo no era suficiente, dolía. Y el hombre de aquella mano callosa había tenido la gran idea de mimar al trofeo de la noche: Giorno. Dejó de mover el dedo impertinente.

Y el dolor constante se disipará, Giorno pensaba en que una vez el dedo se retorcida dentro suyo, comenzaría de nuevo, pero...¿no insistieron las punzadas? Aquello le hizo bajar la mirada para ver qué de nuevo hacía aquel hombre.

Lo mismo. Ah, no exactamente lo mismo, porque unas manos que no eran del mismo sujeto se burlaban de su pecho, apretando con esos dedos sucios los pezones y los pectorales. Él sentía que a cada apretón los dedos ensucian su cuerpo, a pesar de que no hubiese ningún rastro de suciedad.

Y era que también se ensuciaba a sí mismo cuando descubrió que no podía reclamar, era que su respiración estaba cansada, como robando su voz. Suspiró quizás de más cuando un dedo segundo se unía ahí dentro.

Había un punto que le producía cosquillas, unas ganas de repente de sonreír de gusto. Pero no tenía ganas de soltar una carcajada.

Hmmm...— Porque aquello había sido más bien un gemido tímido.

—Oh, es tímido...ya veo.—

Anunciaba casi orgulloso el señor.

—'Signore'...— Su voz era más noble que nunca, negando a aquel hombre a que no añadiera ni un dedo más. Pero él lo tradujo como un "Dame, dame más". —¡G-Guh!— Gimotea bellamente el joven GioGio. Los aplausos le recompensan de la más gratificante forma para sus oídos.

Él sabe que no es normal sentirse satisfecho ante estos aplausos humillantes, pero justo ahora sus pensamientos respondían tan solo a esa necesidad de sentirse bien. Con un poco de movimiento de sus caderas, consigue que los dedos toquen donde a él tanto le encanta.

Los movimientos tímidos y casi sutiles encantaban a todo comprador ahí presente, él no había demostrado ser tan difícil. Fácilmente se ha entregado.

Y más fácil que ahora no puede ser.

Que han pasado algunos minutos ya y se ve al joven ex-mafioso haciendo danzar las caderas en ese trono de oro, su trenza medio deshecha y los ojos cristalinos con lágrimas.

Han logrado que el joven Giorno monte un dildo de ese calibre tan temprano, ¡se sienten afortunados con poder comprar un chico así! Le creen talentoso, todo un pequeño dios sobre aquel juguete sexual que no lograba ensuciar su imagen tan similar a una bella escultura griega.

Ni sus penosos lloriqueos que se escuchaban bajos y escondidos entre el comentar de los espectadores podían ensuciarle. Giorno llora, necesita llegar urgentemente a su orgasmo, se nota tan desesperado con sus ojos cerrados y su boca torcida en una mueca que no afea su rostro.

Él parece no dejar de notar que hay más personas viendo, los mira mientras se folla en aquel juguete color dorado, sus nalgas chocando con el asiento. Les ofrece una sonrisa desesperada, pero ellos no iban a dejar de verle. ¿A quién se le ocurriría dejar de ver tal performance?

El público le apresura, clama porque al fin se corra, que es hora ya de que de deshaga por completo en aquel trono de puro placer.

Entonces sus peticiones son satisfechas, un gritito...no. Varios grititos alertan a los demás, que observan embelesados cómo Giorno parece paralizado si no fuera por esos espasmos en su cuerpo.

Parece que si no se hubiese sentado pudiese haber caído, sus piernas temblaban como un tic nervioso. Ya ha acabado para el joven Giorno por esta noche. Su abundante esperma está en el suelo, esos degenerados la toman con sus dedos, como si fuera un objeto digno de análisis.

Y es cuando comienzan a debatir un precio justo.

Jᴏᴇsᴛᴀʀ'ˢ☆ [κιиκτοϐєя] 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora