¿Amigos?

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Se podía observar a un pequeño niño parado frente a la reja de su -nuevo- colegio estaba tan tieso como un roble, tal vez se encontraba nervioso -y claro que lo estaba- o estaba analizando la situación.

No se dio cuenta cuando comenzaron a llegar los demás niños junto a sus madres y respectivamente entrar al local de color pastel. Él seguía parado, tal vez esperando algo...

—Hola pequeño, ¿dónde está tu mami? —una voz desconocida sonó de repente haciéndolo salir de su trance—no tengas miedo, me llamó Jin y soy tu nueva profesora —la joven dio un vistazo a su alrededor buscando a la madre, mas no la encontró.

—Me llamo A-Arata —hablo muy bajito— mi mami no esta aquí, ella ya se fue... pero dijo que debía quedarme y aprender cosas nuevas— su voz se escuchó más animada al final de la oración -para ser más precisos la parte del "aprender cosas nuevas"- señorita Jin ¿puedo pasar?

—Claro, puedes darme tu lonchera lo guardaré para más tarde —dijo la profesora.

El infante entró dando pasitos tímidos, de pronto sintió unas miradas sobre él, eran muchos pares de ojos de distintas formas y colores. Y claro todos los otros niños lo miraban con curiosidad ya que fue el último en entrar al salón.

—Muy bien niños presten atención —la profesora alzó un poco la voz para que todos escuchen—él es su nuevo compañero, ponte en frente por favor, preséntate y luego podrás ir a sentarte —añadió con una sonrisa.

—Hola soy... Me llamo Arata Yamaguchi Relish, espero que todos seamos amigos —dio una de sus mejores sonrisas y saludo—.

Casi a todas las niñas se les formó un pequeño sonrojo -también uno que otro niño- y dieron un pequeño chillido. Arata se fue a sentar en el único asiento vacío que era de la mesa color amarilla, -los niños estaban agrupados por mesas-.

«Debería decir algo para iniciar una conversación, que tal un "hola cómo te llamas, yo soy Arata". No, ya dije mi nombre, entonces un "hola, ¿podemos ser amigos?" ¿debería preguntar primero su nombre?... es tan difícil iniciar una conversación».

El pequeño estaba tan metido en sus pensamientos que no se daba cuenta que los niños de su mesa lo miraban con curiosidad y susurraban algunas cosas.

—Hey hola, me llamo Aki Fujioka ¿te gustaría ser mi amigo? —un pequeño albino de ojos rojos y un lindo lunar en el lado derecho de su labio inferior le hablaba— ¿qué dices...amigos?

—¿ah?, SI... digo si, si me gustaría ser tu amigo Aki-chi —contesto un poco sonrojado por los nervios, ya que había sido sacado de sus pensamientos de una manera abrupta—

Al parecer eso bastó para que todos se animaran a presentarse y a pedir ser sus amigos, el acepto a todos con mucha emoción, pero una pequeña niña que miraba todo desde una esquina parecía no querer acercarse por nada del mundo, Arata se dio cuenta, con su nueva confianza recién ganada decidió ir a presentarse para poder así ser amigos de todos.

—Hola, ¿cómo te llamas? Yo soy Arata, quería saber si nosotros podemos ser amigos... ¿podemos? —dio su mejor sonrisa pues estaba muy feliz— ¿si?... eh me escuchas yo quería saber si puedo se- — de pronto la niña lo interrumpió

—¡CÁLLATE! yo no quiero ser tu amiga, ¿como podría ser amiga de un niño como tú? —le jalo del polo que llevaba para estar más cerca de él— nunca seré tu amiga niño raro. Así que lárgate. Por cierto este es el nombre de tu peor pesadilla, soy Yuko Ai grabatelo, raro.

Arata dejó de sonreír y se retiró.

«¿Por qué dijo que soy raro?, yo me veo igual que ella, ¿le caigo mal, pero si no hice nada?—unas lágrimas cayeron de sus ojos singulares— , ¿a que se refiere con "un niño como yo"? , realmente no quiero que me odie».

Se dio cuenta de sus lágrimas e intentó limpiarlas con sus mangas, pero no se detenían, pensó en algo feliz para ya no llorar pero no paraban, no quería que sus nuevos amigos le vieran y pensara que era un llorón y también le llamaran raro.

Algo dentro suyo se removió y pudo acordarse de las palabras que su padre le dio antes de irse a trabajar.

«Si eso debe ser, no tengo porque llorar, de seguro tiene algún tornillo suelto»

Con ese pensamiento dejó salir inconscientemente una risita.

Después de aquello el día pasó muy rápido, hizo actividades con sus amigos, pintó con temperas y luego vino el recreo, en resumen su primer día en la escuela había sido un -casi- éxito total.

Ya era hora de la salida y no podía estar más ansioso, quería estar con su padre y contarle todo lo sucedido. Quería que lo felicite por ser valiente y por su primer día, nunca se había divertido tanto.

—¡Cachorro! —grito apenas vio al menor—, mi pequeño ¿cómo te fue?, ¿te portaste bien?, ¿lloraste mucho?, ¿me extrañaste? porque yo sí, cuéntamelo todo — preguntas vinieron una tras otra mareando al niño que no sabia que contestar primero—

Arata solo se lanzó a los brazos de su querido papá y contestó con un: fue un día genial, me porte bien. Te extrañe desde que salí de casa e hice muchos amigos, aunque a una niña no le caigo bien, llore un poco pero se me pasó gracias a ti papá, estoy feliz.

Hablaron todo el camino a casa, donde le esperaba un rico almuerzo preparado por su padre y un poste de parte de su madre.


ARATA || BNHA (EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora