Capítulo doce: Rebelión.

48 9 0
                                    

Algo lo ataba a esa habitación de hospital. Podría aprovechar que nadie más lo vigilaba para irse de allí; tenía las energías, las agallas. Pero no las ganas. Haber pasado toda la tarde al lado de Naruto engendraba en él un sentimiento de culpa incluso antes de tomar sus cosas y salir, porque sabía que cuando él vuelva y encuentre nada más que una cama vacía, lo buscará hasta por debajo de las piedras. Sabe que no parará hasta traerlo de vuelta, y aunque no fuese así, le agradaba el ambiente en el que estaban. Le gustaban esas conversaciones sinsentido y esos silencios que fueron creados para incomodar el entorno, pero que no lo hacían para nada cuando se trataba de ellos dos. Para ellos, esos silencios eran también maneras de comunicación, y cada uno lo disfrutaba a su manera: Sasuke tenía la oportunidad de regocijarse con las muecas que le dedicaba Naruto a la nada, como si hablara para sí mismo; Naruto ojeaba a Sasuke para asegurar que no planeara escapar, y a veces se quedaba ensimismado en su rostro, como si fuese algo nuevo en su vida. Sea del lado que sea, ambos se daban cuenta que eran el centro de atención del otro cuando ninguno alzaba la voz, y eso era lo que hacía sus silencios tan especiales. Tan deseados.

Y por esos deseos es que Sasuke espera por él esa noche, sentado al pie de la cama. El suelo está frío y siente cómo aquel nivel de temperatura escala por las plantas de sus pies. La puerta se abre.

–No te ves muy animado.

–¿De qué hablas? Podría hacer una fiesta ahora mismo.

–Cierto, olvidé que de ustedes debo esperar lo que sea. –Sonríe, mas el gesto no dura demasiado. Ahora lo mira con una seriedad que no siempre se percibe en su persona a ese nivel–. Lamento no haber venido antes.

Kakashi se queda de pie en el umbral, apoyando un hombro en la pared. Todavía lleva ese saco blanco de Hokage con el que suele salir de la aldea, así que no tardó mucho en suponer por qué no había estado allí más temprano.

–Me contaron lo que sucedió –observó el muñón–. ¿Cómo te sientes?

–Estoy bien, esto no es nada.

–Ustedes los jóvenes sí que son increíbles. De pronto crecen y se vuelven CEOs en miembros amputados.

Sasuke rio sin poder evitarlo, subiendo las piernas a la cama y estirándolas a lo largo de la misma.

–¿Y Naruto?

–Salió a comprar la cena.

Como si hubiese recibido por fin una carta de invitación, Kakashi ingresó hasta quedar a un lado de la silla en donde Naruto estuvo reposando todo el día, con la diferencia de que él no se sentó. Tenía las manos en los bolsillos.

–La comida del hospital no es tan mala, ¿saben?

–Tiene el cerebro nadando en ramen. Es un milagro que aparte de eso se le haya antojado algo de carne.

–Bueno, qué sería de nosotros si él no fuera así.

Tiene razón, como siempre.

Cuando Kakashi pierde la mirada por la ventana, sin importar estar un tanto lejos de la misma, Sasuke sabe lo que le espera. Duda en si dejarle hablar o entregar su informe antes de volver a oír que alguien se culpa por lo sucedido. Se recuesta contra el respaldar y flexiona una pierna, apoyando su único brazo sobre la rodilla.

–No son tan pocos como pensábamos –inicia. Kakashi parece algo desconcertado por la repentina plática, pero logra ponerse al día al instante. Tiene su atención, así que prosigue–: pero actúan en un solo grupo. Si los encontramos en un lugar no hay duda de que estarán todos juntos. Es más sencillo notarlos si se mueven de esa manera.

Serendipia [NaruSasu/SasuNaru]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora