Capítulo uno: Guerra por un Uzumaki.

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Cuando la vida nos ofrece una oportunidad, tenemos dos opciones básicas: tomarla o dejarla. Buscamos lo que nos beneficia y trepamos por un muro interminable a la espera de rozar la cima con la punta de nuestros dedos. No dejamos ir una oferta con la capacidad de tentarnos hasta el punto de salivar; nos aferramos a ella, le clavamos las uñas sin importar cuánto puedan sangrar, y no nos damos por vencidos ni aunque la piel de cada falange se desgarre del esfuerzo. Cuando la vida nos presenta una oportunidad exclusiva en bandeja de oro, la mayoría solemos aprovecharla. Porque nos costó. Porque las veces que sudamos a la espera de buenos resultados mientras creíamos que nuestro mundo se venía abajo por fin valen la pena, y hacemos de esas oportunidades nuestras. Nos volvemos alguien. Logramos algo. Nuestra felicidad adquiere un motivo.

En este instante, Sasuke no sabe cómo categorizar lo que sucede. Más bien, lo comprende, sí, pero no tiene idea de cómo el destino pudo haberle jugado tan a favor después de lo que había hecho. Tal vez era una exageración, pero era definitivo el hecho de hallarse en la peculiar lista de personas que logran algo y se vuelve alguien sin mover un ápice por obtenerlo. Otra vez, exageraba. Cualquiera diría que de pronto se convirtió en Hokage mientas dormía en alguna rama alta del árbol más lejano de la aldea, pero no estamos tratando con un resultado tan... importante. Al menos no para... ¿todos? Todos menos él, claro está.

Se aferró a su oportunidad; le clavó los dedos en la carne y la apretó con las uñas, arrancando de ella un gemido de dolor que se perdió como un suspiro en su nuca, erizándole la piel. ¿Que si Sasuke se había vuelto "alguien"? En su cabeza, él ya era mucho. Sin embargo, ahora trataba de codificar una felicidad que removía sus entrañas como un genjutsu del que era incapaz de zafarse. Se sentía tan acorralado como la última vez que tuvo que enfrentarse a su hermano, o hasta más. Al menos en la sensación de asfixia constante se asemejaban de forma enfermiza. Se aferró a su oportunidad y obedeció al destino como un cachorro sin más opción que bajar las orejas y mover la cola. Se dejó llevar. Le clavó los dedos, la llevó a cuestas. No le quedaba de otra.

—¿Se puede saber por qué sigues apretándome?

—Es culpa tuya por ser tan débil.

—Lo dice el que me está dejando caer, 'ttebayo.

—Cierra la boca, usuratonkachi—a pesar de su agresiva contestación, se impulsó con un pequeño saltito para asegurar que Naruto no siguiera deslizándose hacia abajo.

Entonces, ¿qué había llevado al gran sobreviviente de los Uchiha a cargar de caballito al que ahora todos conocían como el salvador del mundo? No mucho, en verdad. Un par de cosas aquí y allá. En resumen: Naruto comenzó a quejarse de un tobillo dislocado tras casi dos días sin parar de entrenamiento, y estuvo cerca de cuarenta minutos exigiendo que fuera cargado de regreso. El bosque en el que yacían no se encontraba muy lejos, pero, para Sasuke, el camino ahora no podría hacerse más eterno.

—¿Cómo demonios puedes pesar tanto si todo lo que comes es basura?

—¿A qué te refieres con basura? ¿Cómo que peso? ¡No peso tanto!

No quitó la mirada de en frente, pero nadie le suprimiría la certeza de que, si giraba la cabeza al menos un centímetro, se toparía con el rostro contrario invadiendo su necesario espacio personal, si es que era posible hacerlo más. Ahora Naruto tenía prácticamente la nariz pegada en su mejilla.

Por favor, que deje de respirarle en el cuello.

Está volviéndolo un desastre por dentro.

—Además, ¿tú no eres fuerte? ¿De qué tanto te quejas?

—Dejaré de pelear contigo si te pones gordo. Soy un ninja, no entrenador de un programa para obesos.

—No seas rudo, Sasuke-chan~. Llenito o no, seguiré ganándote.

Ah, sí. Quizá Sasuke rompa en carcajadas antes de iniciar y perdería por ataques que la risa no le permitiría devolver. Exhaló, viendo su propio aliento volverse nubecitas de vapor por el frío. Naruto le estaba propinando palmaditas en un hombro, pero por lo menos había alejado los labios de su cara. Con eso podría continuar sin sentir que el corazón se le escapa por los ojos.

—Ya quisieras, idiota.

Volvió a apretarle las piernas, esta vez siendo consciente del acto. Justo en esa zona la ropa no parecía haber absorbido el sudor. Le daba menos asco.

—Sasuke, un momento.

—¿Ahora qué?

—Quiero orinar.

—Ya vamos a llegar, aguántate.

—Quieres que me haga encima de ti, ¿no es así? Vamos, detente. La vejiga está por explotarme, dattebayo—su voz le culpaba. Era un tono con el que juzgaba algo que no existía, y él lo sabía.

Lo soltó de pronto, como si su mísero comentario hubiese encendido el interruptor de emergencia en su cerebro, alertando sus sentidos. Hasta el más profundo de ellos. La mano vendada fue a parar en su propio rostro, cubriendo la repentina sensación de calor escociéndole la tez, allí, en los pómulos y la nariz. En su ceja izquierda se presentó un tic bastante inusual, y le dedicó una mirada con el Rinnegan asomándose entre los dedos, dando a entender sin uso de palabras que se había metido en un lío gracias a su estupidez. Los hombros le temblaron, pero nadie lo notó. Nadie, sin contar a quien los observaba desde lo alto de los árboles. Él rió por la simple reacción del chico, mas no fue escuchado. Se regocijaba en una historia de amor adolescente sin ser notado.

Naruto sonrió con nervios, retrocediendo lentamente.

—Lárgate de aquí.

—¡S-sí, señor!

Era la primera vez que sobre reaccionaba. Naruto le dio la espalda, impidiendo dejar en evidencia la sorpresa en su mirada junto al ligero enrojecimiento de sus mejillas. Por el shock, más que nada. Sentía que se ahogaba bajo la presión de su enorme presencia. En su interior, Kurama carcajeó, fomentando un estruendo irreversible que afectó su andar. No tuvo oportunidad ni de callarlo.

Si Sasuke hubiese prestado el mínimo de atención, hubiera notado que los dos tobillos impropios se hallaban en la mejor condición.

¿Acaso tenía que susurrarle así en el oído? ¿Con esas palabras? ¿Con ese repugnante tono? No podía evitar enfurecer con cada segundo, y Naruto era de los que orinaban a la velocidad de la luz, así que, o se calmaba ahora, o...

Bueno, no había otra opción.

Idiota insensible.

—Eres desagradable.—Murmuró para sí, apoyando una mano en su propia cintura mientras se masajeaba el puente de la nariz con la sobrante. Mano que, además, no le pertenecía del todo. No le pertenecía nada. Ni el traje de jounin que portaba, ni el protector que colgaba de su cintura, reluciendo la marca permanente de su decadencia como ninja oficial de Konoha. La huella de su deserción. Sostuvo la banda con un débil agarre de dedos, como si el temor de partirla en pedazos fuese real, palpable. Como si en ella viviesen recuerdos a la exasperante espera de un remesón para salir disparados al olvido, donde debieron haberse quedado desde un inicio. La sensación de pertenencia no estaba más, y era imposible hacerla regresar.

El recuerdo más vívido del protector ninja es el tacto de Naruto. Sus dedos rozándose sin doble intención mientras se le era devuelta, sin haberlo querido siquiera, está tan presente en su piel que hasta cree sentir el mismo cosquilleo que le invadió las extremidades en aquel entonces. Intenta quitárselo de la cabeza. Intenta no verse de pie frente a él, a falta de un brazo, sucumbiendo a la electrizante conexión de sus miradas. Intenta cambiar el panorama, olvidar su última batalla. Sus inquietantes y poderosas palabras. Se imagina a él mismo usando la banda por primera vez frente al espejo, deseando tener a quien mostrársela. Sus recuerdos se apagan por un ínfimo segundo, pero se renuevan cálidos gracias a la sonrisa inocente de un niño que le ilumina el camino sin ser consciente de sus actos. Lo odia, lo quiere lejos. Lo protege. Quiere que su vida siga resplandeciendo a costa suya. Lo odia, pero se lanza al vacío si es para mantenerlo a salvo. Sus sentimientos se gruñen como lobos hambrientos entre ellos, se contradicen. Le generan dolor de cabeza.

Cuando Naruto regresa, Sasuke ya no parece alterado por fuera, pero ahora más que nunca se encuentra luchando contra el peor de sus rivales: el terrible amor que siente por un Uzumaki.

Serendipia [NaruSasu/SasuNaru]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora