Capítulo veinticuatro: Capricho.

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Nunca está de más cumplirse un capricho. Nunca está de más, tampoco, cumplirle un capricho a otro que no sea uno mismo, más cuando el beneficio es palmariamente mutuo. Gaara partió de Sunagakure con una idea en mente; un plan elaborado que le consentiría con la satisfacción de distanciarse de su labor como Kazekage para disfrutar de lo que muchas veces se ve privado de hacer. Temari fue quien lo pensó, en primer lugar. Para qué mentir: ella parece preocupada por el desarrollo amoroso en la vida de su hermano más de lo que está él en realidad. Cuando se lo planteó, el camino que los conducía a la Aldea Oculta de la Hoja parecía volverse menos exhaustivo de pronto, como si el imaginarse las eventualidades le hiciera sentir un poco más liviano cada vez. Un sentimiento extraño, si debía ser sincero. Nunca había sido partícipe de una sensación tan gratificante como el cosquilleo en las plantas de los pies mientras se hunden entre los calurosos granos de arena sin fin. Los reclamos de Kankuro se superponían a la emoción que la mujer despedía al separar los labios ligeramente bañados con un tenue maquillaje carmesí; sin embargo, no mostraba señal de querer competir contra sus asentimientos. No les gruñía a sus aprobaciones. No podía negarle sus deseos. Gaara estaba al tanto de que Kankuro lo sabía. Sabía que, de los tres, quien estaba en posición de aceptar o dejar ir la oportunidad que su hermana le presentaba con lujo de detalle, era nadie más que él. Gaara se concede el placer de aceptar lo que le dice y ella celebra. Le cumple el capricho y se lo cumple a sí mismo, porque le agrada. Kankuro suspira, murmurando algo justo después. Debe atenerse a las consecuencias de tener a sus dos hermanos babeando por ninjas de una aldea vecina.

Temari se separa de ellos al llegar porque la escolta que cuida su espalda durante el trabajo es Kankuro. Gaara ocupa el lugar que se le es designado y en la mesa todavía se hacen notar dos asientos por llenar. Kakashi le sonríe desde el frente. La reunión transcurre como se espera; ininterrumpida, plácida. La voz del Hokage les llena el cerebro con información que retienen antes de soltar un suspiro. De los cinco Kages presentes, dos no se preocupan lo suficiente, y él se da cuenta con solo mirarlos. Todos han vivido la última guerra por igual, pero no todos piensan que lo porvenir es siquiera una mínima amenaza. Comprende que no es motivo para no ser precavidos, así como también apoya la decisión que toma Konoha sobre ponerle fin a lo que puede ser una gota de agua frente a sus narices, pero que integraría un mar a sus espaldas. Podría exagerar o podría no hacerlo; sea como fuese, cuando Kankuro le dice que no tiene de qué preocuparse y si hay quienes pueden mantenerlo a raya son ellos, los de la Hoja, de verdad deja de darle vueltas al asunto. Lo hace porque recuerda que cuentan con Naruto. Porque Naruto puede.

Naruto siempre puede.

—No estarás pensando en buscar a Naruto ahora, ¿no?

No. Bueno, sí. No ahora, pero sí en cualquier otro momento. Ahora tiene a alguien que lo espera. Su hermano está a punto de hablar; en su lugar, calla. Se queda con las palabras en la boca cuando Lee aparece de un salto, recitando un número justo al caer. Estaba entrenando en uno de los tejados.

"¡Dos mil quinientos cincuenta!"

—Dos mil quinientos cincuenta... ¿qué? —susurra.

—Ya deberías hacerte una idea —le dice él de vuelta, sin quitarle la mirada de encima al chico que se les acerca.

Le causa gracia que siga sin creer la cantidad de esfuerzo físico que Lee hace como si no fuera nada. "Sorprendente para alguien que no tiene chakra", suele decir. "Inhumano", le oye emocionarse a escondidas.

Cuando Kankuro opta por dejarlos solos y buscar a Temari, él debe recordar cómo llegar a la posada que visitaron antes de separarse camino a la reunión.

—Entonces, ¿no te irás, Gaara-kun?

Gaara sonríe por la emoción en su voz. Lee juega con el sombrero representativo del Kazekage, pasándolo de mano en mano. A pesar de que andan caminando uno al lado del otro, sus pasos no parecen tan energéticos como los que le acompañan, que dan la sensación de estar aguantando por empezar una carrera.

Serendipia [NaruSasu/SasuNaru]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora