Capítulo veintidós: Padre.

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—¡¿Ah?!

Las miradas se clavaron en él al instante en el que dejó escapar su voz sin querer. Shino iba presentando la mitad de su reporte cuando interrumpió, y Sakura no creyó que existiese mejor oportunidad que esa para atestarle un coscorrón sin limitaciones de fuerza. Otro, en realidad, porque apenas se encontraron en la oficina del Hokage ella aprovechó en desquitar la ira que se vio forzada a contener al verlos pelear a Sasuke y a él como un par de animales salvajes en el bosque. Ni siquiera se había terminado de acostumbrar al dolor cuando el segundo impacto le hizo morderse la lengua. A Kakashi parecía divertirle la escena desde su asiento.

—Te veo emocionado, Naruto.

—Lo siento, Kurama está siendo muy ruidoso, 'ttebayo—sonrió, rascándose la nuca con pena—Sigue en lo tuyo, Shino.

—¿Con qué derecho me llamas tú "ruidoso"?

¡Estás delirando! ¡Envejeces!

Te sorprendería la cantidad de años que tengo, mocoso.

Algo está mal contigo hoy, ¿te afectó lo que comí en el desayuno?

Naruto tiene una infinidad de motivos por los que agradecerle a Kurama. Desde el momento en el que ambos hicieron click y su relación dejó de limitarse a solo un lioso vínculo entre jinchūriki y bijū, el Kyuubi ha tomado el papel de la voz de la razón para solucionar los problemas de una mente tan desastrosa como la de su portador. Son pocas las ocasiones en las que debe presionarlo para obtener una respuesta de la que aferrarse para salir de cualquier clase de apuro; sin embargo, había momentos como aquel en donde el zorro metía las narices por su propia cuenta en donde no le llamaban, y es entonces que Naruto prefiere cubrirse las orejas y no prestarle atención en lo absoluto, por más ineficaz que su intento de escape pueda ser.

Shikamaru no pronunció palabra en lo que duró el trayecto hacia la oficina de Kakashi, y eso le había puesto ansioso. Las sensaciones que se encargaron de hacer las suyas durante y después del incidente parecían sentirse a gusto revoloteando en su estómago como si fuese un parque de diversiones, amenazando con subir los jugos gástricos por su garganta, tal cual un carrito en la cumbre más alta de la montaña rusa, para luego descender a velocidades irrealizables. Las manos le temblaban en los bolsillos y sentía el cuello arder. Volvía a perder la compostura.

"¿Sigues sin calmarte?"

"No es tan sencillo como parece."

Y claro que no lo era, pero ese pequeño segundo en el que la voz de Kurama cortó sus pensamientos de la raíz le hizo aliviar de pies a cabeza, así que esperó por más. Esperó por una respuesta suya que no fuese esa risita altanera que tanto le gustaba soltar y que tanto le contagiaba de alguna extraña manera, pero no llegó. Esperó un insulto, una intervención de lo más insignificante, pero no ocurrió. Al menos no en ese momento. No cuando debía. Kurama no irrumpió más entre Naruto y el pánico que le causaba la lengua de Sasuke en su boca incluso si no había nada que no fuese suyo dentro de ella, más que restos de saliva. No irrumpió entre sus innecesarias dudas y el latir de un corazón que nunca miente. No lo hizo cuando tenía que hacerlo, sí; pero el haberlo soltado en el tiempo menos indicado no fue más que un acto de revelación de su parte. La idea de poner a Naruto vulnerable cuando más firme quería encontrarse para no ser descubierto surgió gracias a lo cansado que estaba de ser el único habitante de ese cuerpo que se había enterado desde un inicio el motivo por el que el hijo de Kushina perdía la cabeza con el maldito sobreviviente de los Uchiha. Con ese traidor, ese arrogante ególatra superdotado. Si había una sola persona capaz de enamorarse de un ser así, era Naruto. Si había una sola persona capaz de ilusionarse de esa manera y no darse cuenta de nada incluso cuando se muere de amor, es Naruto.

Serendipia [NaruSasu/SasuNaru]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora