Capítulo dieciocho: Nosotros.

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Había pasado un tiempo desde la última vez que estuvo en la oficina del Hokage, pero todo seguía tan igual que no le causaba ningún sentimiento innecesario de melancolía el volver. El porcentaje de interés que se permitía destinar a una cosa estaba completamente sobre Naruto y lo endemoniadamente bien que se le veía con el cabello corto; por ende, no es como si hubiese pensado en algo diferente durante el camino, ni en el despacho, y mucho menos mientras Kakashi les dirigía la palabra. En caso moviesen los cuadros de lugar o el papeleo del escritorio descendiese en proporciones prósperas definitivamente no lo notaría, pues su cerebro levitaba sobre una nube que atendía a una misma dirección sin importar qué: Naruto. Bendito sea él y esa resistencia para no desgastarse bajo la ardiente e incesante mirada del Uchiha.

–No recuerdo haberle dicho a Pakkun que te buscara también, Naruto.

–Seguro fue un error, Kakashi-sensei –aseguró–. Mientras más se envejece, más puede irse olvidando de las cosas. No sea tímido, lo entiendo muy bien.

–No, estoy seguro de no haberte llamado –Kakashi suspira, apoyando el mentón en la palma de su mano–, así como estoy seguro de no haber envejecido tanto como dices. Sería un problema si mi capacidad de retener información empezara a peligrar.

–Sería un efecto bastante pesado para la aldea–opina Shikamaru. Los ojos de Kakashi reflejan la sorpresa que amenaza con desmoronar su rostro pacífico cuando se abren un poco más de lo normal; sin embargo, no tarda en hacerse cargo, relajando los párpados.

–Claro, la aldea. Tampoco podría recordar mis escenas favoritas de los libros, pero por supuesto que el efecto en la aldea fue lo primero que se me ocurrió.

Naruto logra pronunciar un "por supuesto que fue lo primero" entre pequeñas risas que intenta aguantar mientras Shikamaru suspira. Sasuke siente que esas risillas le ponen la piel de gallina. Se siente vulnerable incluso con la ropa puesta.

–Tanta prisa en llamarnos debió ser por algo, Kakashi. Suéltalo.

–No estés tan tenso, realmente no hay nada peligroso de lo que preocuparse –se acomoda en el asiento, haciéndolo girar sutilmente de izquierda a derecha con un pie–. Quería informarles que estaré desocupando de sus cargos a los profesores de la academia por un día. Necesito reemplazos que cuiden de los estudiantes para entonces.

–¿Y qué hay de los otros Jounin? Alguno podrá hacerse cargo.

–En caso no los necesitase a ellos también, créeme que los hubiese considerado. Los demás están fuera de la aldea o tienen misiones asignadas, así que no puedo hacer mucho más que dejarlos ir.

–Entonces...–Naruto sostiene su mentón con dos dedos, adquiriendo una pose pensativa. Su ceño se frunce y cierra los ojos–. ¿Quiere que seamos profesores por un día?

–Llámalo así–sonríe Kakashi, tal vez feliz de no tener que explicar más a detalle–. Ubicaré a los de su generación que no tengan misiones planificadas para ese día y los pondré a cargo de dos o tres alumnos. Ustedes verán qué clase de experiencia darles durante una tarde.

–Ten cuidado de no espantar a los pobres niños, Sasuke.

Le dedica una mirada de reojo sin poder evitar sonreír ladino. Qué gracia le hacía cada vez que intentaba meterse con él.

–El que está en peligro eres tú, que no puedes ni contigo mismo. No vaya a ser que pierdas a alguno.

–¿Y? –Shikamaru toma a Naruto por el cuello de la camiseta una vez él se acerca a Sasuke con el afán de irse de boca, alejándolo de un tirón– ¿Cuándo será todo esto?

–La semana que viene. Escribiré un reporte donde les comunicaré los detalles a todos más adelante. Y... ¿Naruto?

–¿Hm?

Serendipia [NaruSasu/SasuNaru]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora