xxiii. confessions

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23. confesiones


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Después de haber hablado con sus amigos, Remus había llegado a la conclusión que lo que tenía que hacer era confesar sus sentimientos a Winifred. Tenía que decirle que realmente la ama y que le parecía maravilloso el hecho de que ella quería casarse y tener lobitos con él; por eso mismo, Remus estuvo al pendiente del mapa del merodeador por el resto de la tarde, pero Winifred no salió de su habitación y ni siquiera fue a cenar; en realidad la motita con su nombre no dejaba de moverse de un lado a otro en su habitación mientras estaba acompañada de Tamara, Amelia y Lily.

—Seguro ya no me va a querer hablar —susurró Remus a la mañana siguiente mientras unta su tostada con jalea para después colocarle mantequilla de maní.

—Me causa conflicto que lo hagas al revés —murmuró Sirius apretando su puño.

—Canuto, hay algo importante aquí, me refiero a realmente import... —Remus dejó de hablar cuando escucho la risa de Winifred.

La chica camina del brazo de Amelia mientras la pelirroja se encuentra dando brincos como si de una liebre se tratara. Su mirada se desvió hacia la dirección de los leones, a quienes les dedico una tierna sonrisa y sus mejillas se pusieron tan rojas como su cabello.

—Es el momento, ve —le presiono James.

—¿Creen que es oportuno? El desayuno es la comida favorita de Winnie —susurró dejando la tostada en el plato..

—Lunático tiene razón —señaló Peter—. Winnie ama el desayuno, será mejor que la dejes desayunar y después hables con ella.

—Oh no, ¿qué le diré? —susurró preocupado.

—Que la amas y quieres tener diez lobitos con ella —respondió Sirius alzando los hombros.

Pendejo —susurró Remus negando lentamente.

—De tanto que me dicen pendejo me la empiezo a creer —carraspeo Sirius haciendo una mueca.

Y mientras Remus con ayuda de sus amigos se ponía a organizar las palabras, Winifred miro a los chicos susurrar y por su mente pasaron mil y un pensamientos.

«Seguro se están burlando de mí.»

«Oh, sí, eso deben estar haciendo.»

«Quizá me van a decir que ya no quieren ser mis amigos.»

De tan solo pensar esos motivos, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos y cubrió su rostro sintiéndose tan estúpida y patética, que, de forma sigilosa salió de ahí ignorando el llamado de Amelia para correr a refugiarse en la biblioteca.

𝐂𝐔𝐏𝐈𝐃 (marauders era)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora