Dieciocho

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–Me siento mal por haberlo hecho.

-Si no lo hacías iba a abrir la boca, es más que obvio que es un caprichoso que haría de todo para lograr su cometido- Respondió Zayn harto de que el ojiazul sea tan blando frente aquel chico. "Todo superhéroe tiene una debilidad", y la debilidad de Louis era Harry.

–Estoy seguro que no es así, tú lo odias porque saca mi parte humana.

–Si, tal vez sea eso. Estamos por meternos en terreno peligroso y tú lo único que quieres es estar jugando a los novios con la persona más crucial de todas. Ese chico del que estás tan enamorado, es más importante que Niall, Liam, tú y yo juntos– Lanzó con enojo. Antes de recibir una respuesta por parte de su amigo, continuó– Y no sólo es eso, también se nota que él genera sensaciones que nunca en la vida sentimos, y no sabemos qué consecuencias pueda tener eso. De lo que estamos seguros es que una de las cosas que genera es que no te puedas controlar, y eso es algo muy, muy malo. Te necesitamos al cien por ciento, Louis, en estos momentos no tiene que haber espacio para el amor en tu vida– Finalizó tras sentir su voz temblar.

Zayn no era malo ni mucho menos una persona amargada, simplemente así había sido criado. No creía en el amor, había pasado casi toda la vida entrenando para perfeccionar sus habilidades privado de cualquier otra libertad, así que simplemente se le hacía imposible creer en lo romántico y en otros sentimientos de películas.

Louis tampoco se quedaba muy atrás, él solía ser uno de los más "rudos" en el grupo, era el típico adolescente que no creía en el amor ni en gastar lágrimas en una persona; era frío y no mostraba nunca sus sentimientos, solamente dejaba ver su ceño fruncido tratando de autoconvencerse de que era fuerte, que no había tiempo para el sufrimiento en su vida. Pero todo eso cambió el día en que le dieron su primer entrenamiento fuera de casa, el día en el que por fin volvió a ver a Harry. Cuando visualizó aquellos rulos medios largos con una bandana que le hacía un peinado perfecto, aquellos ojos tan cambiados desde la última vez que se habían visto, tan bellos como los zafiros, aquella mandíbula tan marcada. Fue aquella tarde, la primera vez que tomó consciencia de que había caído en las riendas del amor.

Y tal vez, algún día, Zayn sentiría lo mismo.

–No discutamos esto ahora. Llama a Niall y pregúntale si el jefe está viniendo.

Su compañero asintió, todavía un poco molesto por la charla anterior, y tomó el viejo teléfono para marcar un número. Tres pitidos bastaron para que el rubio atendiera la llamada, emocionado por sentirse en una de las películas de espías que visualizaba en fragmentos de televisiones ajenas. El silencio reinó en la línea, hasta que se oyó una gruesa voz.

–Cachorros, repórtense.

Niall y Liam, los únicos que habían decidido mantenerse allí, corrieron hacia aquel hombre sin cortar la llamada.

–¿Dónde están los otros dos?

–Louis se encuentra mal de salud y Zayn le está dando apoyo, señor– Niall habló, convincentemente.

–Llamen a Zayn, le mandaré al médico.

–No es necesario– Inquirió el rubio, sin poder evitar levantar un poco la voz. No lo suficiente para gritar, pero lo necesario para llamar la atención del hombre.

–¿Qué es lo que ocultan?

Niall permitió a Liam hablar. Entre los dos, él era quien mejor actuaba bajo presión. No es que Niall no pudiera, después de todo, los cuatro fueron criados bajo el mismo ambiente. Rígido, controlado, delimitado. Sólo que, debido al color, con Niall no fueron tan estrictos que como lo fueron con Liam. Comparando su situación,para suerte de Niall, forjaron su personalidad un poco menos manipuladora. El indicado de hablar en ese momento no era precisamente él.

–Ya está, Niall, no podemos seguir manteniendo oculto esto por mucho más.

El rubio suspiró y ocultó su rostro preocupado. El saber que Liam jamás los mandaría al frente se mezcló con el temor intrusivo de que eso cambie.

–Creemos que Zayn desarrolló recientemente una nueva habilidad curativa– Explicó a regañadientes–. El mantenerlos juntos a solas podrá confirmar o descartar la idea.

El hombre suspiró. Liam pudo sentir los ojos posados en él, escaneandolo de arriba hacia abajo en busca de alguna falla. Ya estaba acostumbrado, no movió un músculo.

–Después hablaremos sobre eso. Cuando los vean, díganles que no me voy a encontrar aquí. No hagan nada de lo que puedan llegar a arrepentirse. Ante cualquier desperfecto ya saben a quién tienen que acudir– Dijo finalmente, dándose la vuelta para salir por el mismo ligar de donde entró.

Niall se aseguró que ya se había alejado lo suficiente como para no oírlos y sacó el teléfono de su escondite, que aún seguía en llamada.

–¿Lo escucharon?

–Sí, viene en camino– Susurró Zayn, por si aún se encontraba cerca.

–Lamento haberte metido en esto, Ze, necesitaba una excusa.

–No te preocupes, era necesario. Los golpes los habría ligado igual si se enteraba dónde estamos realmente.

–Seguro se encontrará allí en unos pocos minutos, nuestra parte ya está hecha. Mucha suerte, chicos, cuídense y tengan muchísimo cuidado– Y finalmente cortó la llamada, sin esperar respuesta.

Zayn y Louis se miraron fijo y suspiraron, solo les quedaba esperar. Ambos rodeando la casa de lo que, probablemente, sería lo más importante del experimento. No tenían la certeza de que vendría, aún cabía la posibilidad de que sus suposiciones fueran incorrectas y su jefe fuera enrealidad en búsqueda del otro sujeto. Habían apostado toda su mesada en un juego que tenía su victoria a manos del destino.

–Yo digo que nos separemos, por si el jefe logra ver a uno, el otro tiene la oportunidad de escapar– Sugirió el morocho.

Louis tardó en responder pero terminó por aceptar, al fin y al cabo no perdía nada en hacerlo. Zayn se fue para el lado del patio trasero, escondiéndose entre unos pequeños arbustos que se encontraban ahí; Louis, por su parte, se fue para la derecha. Lastimosamente, por ese lado no había ningún lugar en el cual esconderse, así que decidió pegarse del lado de la pared y rogar no ser descubierto.

Pasaron varios minutos y el ojiazul se comenzó a cansar, sus párpados comenzaron a jugarle en contra amenazando con cerrarse en cualquier momento, y sus piernas ya le comenzaban a doler por estar tanto tiempo parado en la misma posición. Justo en el momento en el que se iba a rendir para tomar asiento, el timbre de la casa sonó. Se asomó un poco por la pared tratando de ser discreto, y en ese momento vio a aquel hombre de traje, el señor detrás de todo su sufrimiento, su jefe.

Segundos después la puerta se abrió, siendo recibido por aquel chico rizado de ojos verdes y hoyuelos. Harry quedó paralizado. Hace tiempo no veía aquel hombre, era una mezcla de sensaciones que seguramente le darían náuseas. Boquiabierto, aún mantenía paralizada la mano en la perilla. Trató de articular alguna frase, pero entre los nervios y la confusión solo logró decir dos palabras.

-Hola papá.

Sujeto Experimental.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora