Seis

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Sus ojos azules, centellantes por las lágrimas, se perdieron mirando el cielo, acurrucado en una pared con las manos abrazándose las rodillas.

–Hey, Lou, ¿te encuentras bien?

Al oírlo hablar no pudo evitar sobresaltarse tras sentir vibrante el temor de una presencia ajena, pero se tranquilizó nuevamente al ver unos ojos azules muy reconocibles.

–Todo está mal– Se permitió largar las lágrimas que antes había intentado retener. Hace años que no lo hacía– Lo arruiné todo. Si el jefe se llega a enterar lo que hice me va a asesinar, y no en el sentido figurativo de la frase.

–Pero, ¿qué sucedió? Me preocupas.

Y aquello no era mentira, Niall estaba verdaderamente preocupado. Habían sido criados para aquello, no sufrir, no llorar, no reír. Simplemente no sentir. Louis había sido al que lo tenían más vigilado para que aquello se cumpliese, la cabeza del comportamiento. Hace años que no lo había visto mostrar siquiera una mínima expresión que diera el indicio de que no eran robots. Esas lágrimas, la más pura y sincera demostración de los sentimientos, fueron la primera muestra de aflicción que había visto derramar en años. Y aquello era motivo de mal presagio.

–Me vió persiguiéndolo Ni, no sé qué pasó. Se supone que todo iba bien, no me dejaba ver y lo tenia todo controlado, pero en el momento que se giró no tuve tiempo ni a reaccionar para hacerle la señal a Li. Luego intenté arreglarlo, pero simplemente no me funcionó, es la primera vez que no mantengo el control sobre mí mismo.

–Yo creo que en ésta habrá que darle razón al jefe, no debería haber lugar en nuestras vidas para el amor. Pero es algo inevitable, te enamoraste y eso hizo que fallara.

Louis se quedó con la boca abierta, sin saber cómo reaccionar. Nunca había dicho una palabra sobre su anormal atracción hacia los chicos, y mucho menos sobre los sentimientos encontrados que veía con Harry.

–Oh, por favor no te sorprendas así. Siempre que hablamos del sujeto te pones muy nervioso y tus ojos se iluminan, eres el primero que se ofrece para vigilarlo, y resulta que ahora la reacción te falla y olvidas cualquier entrenamiento que hayamos tenido en los últimos diez años. Escucha, no me lo niegues porque te conozco mejor que a mí mismo. No me importa que te gusten los chicos, ni que sientas atracción por Harry– Louis por fin dejó ir el aire que, inconscientemente, estaba reteniendo– pero tienes que aprender a controlar tu amorío antes de que el jefe lo sepa, porque ahí sí que vamos a estar en serios problemas. Podrías echar a perder todo el preciado experimento sólo por esto, y a mí no me importa pero estoy seguro que él no lo va a pasar por alto.

Más lágrimas salieron de los ojos de Louis, se sentía usado. Por todo el experimento, se sentía sucio, limitado. Sabía que tenía que controlarse, que si seguía así arruinaría todo, pero cuando el insecto del amor pica no hay con que zafarse. Es inhumano prohibir el amar, tarde o temprano siempre llega, nadie es capaz de prohibirse el sentir.

Niall, por su parte, tenía creciente el deseo poe liberarse. No soportaba ver a su mejor amigo tan enamorado de alguien prohibido. Desde pequeños que los habían separado de todo y los obligaron a hacer solo las cosas que ellos querían, en ese lugar la palabra libertad carecía de definición. Algo tan simple como amar se había borrado de sus vidas, y ver a Louis tan indefenso le daba ganas de buscar maneras para sacarlo de aquel lugar y vivir una vida normal.

–Lo siento, prometo que voy a trabajar en eso. Voy a aprender a controlarme nuevamente como cuando eramos pequeños. Pero, por favor, no le cuentes a nadie, ni si quiera a los chicos. No es que no confíe en ellos, solamente no quiero arriesgarme a estar expuesto. Cuanto menos gente lo sepa, mejor.

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