23: Recuerdos.

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21 de agosto, 2020.

Lisboa, Portugal.

Bien, aquí estoy.— murmuré en cuanto salí del aeropuerto de Lisboa. Tomé la maleta que traía conmigo y caminé hasta donde Andrea y Noah me esperaban. Reconocí el auto alquilado que me había descrito cuando hablamos por mensaje.

Tratar de convencer a Vic de que estaría para la elección de su vestido por medio de videollamada no le había agradado en lo absoluto, por más que intenté fue en vano, aunque para ser sincera ella había cortado la llamada antes que le dijera que si viajaría, así que digamos que le llegaría de sorpresa.

—¡Tía Erin!— Noah gritó alegre en cuanto me vio por la ventana, sonreí y abrí la puerta. Me fijé en mi hermana quien tenía una cara somnolienta, y como no, si ayer habían tenido una enorme fiesta por el cumpleaños de Vic y Robert. Abracé al pequeño rubio, luego subí la maleta en la parte trasera para después subir en el lado del copiloto.

—¿Qué tal Barcelona?— preguntó Andrea mientras ponía el auto en marcha.

—Genial, Frenkie me llevo a conocer varios lugares.— respondí recordando cuando estuvimos en la Basílica, en la casa Batlló, en el Park Güell, La Rambla y también en el Museo Picasso con el cuál quedé encantada totalmente. —¿Qué tal la fiesta anoche?

Ella suspiró. —Ni te imaginas.

Elevé ambas cejas y asentí. Unos quince después estábamos frente al enorme hotel llamado Grand Palladium y que por cierto pertenecía a la familia de Vic. Bajamos del auto y entramos en la recepción.

—Te reservé una habitación, vamos por la llave.— dijo Andrea y yo la seguí hasta donde una chica rubia con una linda sonrisa nos atendió. Bastaron unos segundos para que confirmara la recepción y nos entregara la llave. Tomamos el elevador y llegamos al piso en donde estaría, que por cierto era el mismo donde estaban casi todas las chicas hospedadas. Tenía entendido que los chicos del equipo también estaban hospedados en este hotel, pero no tenía idea en qué piso estaban.

—Date prisa en arreglarte para irnos rápido.— mi hermana me dijo antes de entrar en su habitación que estaba dos habitaciones de la mía. Entré y dejé mis cosas para luego irme al baño a darme una ducha rápida.

•••

(outfit de erin en multimedia)

Andrea fue la primera en entrar en aquel lugar que se miraba algo elegante. Casi no habían personas pues el lugar estaba reservado únicamente para nosotras. Mi hermana y yo nos quedamos paradas detrás de una pared de macetas, puedo escuchar el bullicio de las chicas, pero la voz de la española es la que resalta.

—¿Dónde coño está Andrea?— la escuché preguntar, seguido de eso una maldición cosa que hizo reír a Andrea, luego de eso ella salió primero que yo.

—¡Llegamos, buenos días!— alzó la voz y todas las chicas la vieron confundidas por haber dicho llegamos, suponía.— a la niña le gustan las sorpresas.— río mi hermana y yo salí para que ellas pudieran verme, automáticamente todas corrieron gritando hacia mí para saludarme.

—Feliz cumpleaños Vic.— dije y dejé un beso en su mejilla.

—Creí que no vendrías, no te lo iba a perdonar.— dijo separándose de mí y yo rodé los ojos divertida. El resto de las chicas terminaron de saludarme y luego saludé a Alexandra quien estaba con Camila en un sillón.

Victoria entró en el vestidor y una chica que la ayudaría entró con ella. La española salió algunos minutos después con un vestido que la mayoría descartamos incluida ella, a excepción de Álvaro y Camila que les había gustado.

—A mí me gusta.— opinó él y todas lo volteamos ver. —bien me callo.

Tres vestidos después ella sale con un vestido que fue el favorito de Alessia y a mí también me había gustado. Pasó al rededor de no sé cuánto tiempo cuando Vic salió con el vestido definitivo.

—Dios mío, me voy a morir.— digo sintiendo como mis ojos pican debido a las lágrimas. Sacó unos pañuelos de mi bolso y los comparto con mi mejor amiga que está apunto de romper en llanto. —por Dios que hermoso.— murmuré.

Mientras todos le daban el visto bueno a la española yo solo sentía el nudo en mi garganta que me impedía hablar. Las ganas de llorar ahí mismo se hicieron presentes cuando a mi mente vino Leon, no evité remontarme al día de mi cumpleaños el año anterior cuando me regaló aquellos anillos de promesa, diciéndome que los cambiaría por unos de compromiso. Siempre creí que él sería la persona con la que estaría por el resto de mi vida, me había imaginado que algún día estaría como hoy, pero en lugar de Vic sería yo quien estaría probándose vestidos feliz y emocionada porque me casaría con él.

Entré en conflicto cuando Frenkie apareció en mis pensamientos, me preguntaba si era la persona que yo necesitaba, me sentía cómoda con él, pero yo no hacía más que pensar en Leon, no podían culparme, seguía enamorada de él a pesar de que hacía lo imposible por olvidarlo. Me levanté del sillón y caminé hasta donde pudiera estar sola un momento.

—Erin.— escuché la voz de Alessia atrás de mi y mi volteé sintiendo mi labio temblar. —ven acá.— dijo abriendo sus brazos, rápidamente me hundí en ellos.

—Créeme Ale, lo intento una y otra vez y... no puedo.— dije llorando. —pero con cada pequeña cosa no dejo de pensar en él, quiero seguir mi vida así como él lo hizo.— balbuceé con mi voz amortiguada.

—Te creo Erin, date tiempo, los sentimientos no desaparecen de un día a otro, pronto vas a sanar, te lo prometo.— Alessia murmuró y yo asentí. Minutos después Ale me acompañó al baño donde pude lavarme el rostro y borrar cualquier rastro de haber llorado.

Una hora después regresamos al hotel, a excepción de Vic y su familia que se habían ido por otro lado a almorzar.

—¡Erin!— la inconfundible voz de Serge llegó a mis oídos y yo me volteé para verlo corriendo hacia mí. Al llegar me abrazó elevándome al aire.

—Yo también te extrañé hermano.— dije abrazándolo. —ahora bájame que siento que me vas a dejar sin aire.— bromeé y él rió obedeciéndome.

—Pensé que no vendrías a la final.

—Te dije que antes muerta que perdérmela.— sonreí. Mi mirada viajó sobre su hombro para encontrarme con aquella seria mirada que todavía me gustaba, entré en pánico cuando lo vi caminar hasta donde estábamos, pero encontré la salvación cuando vi a Robert que estaba por entrar en un elevador.

—Hasta luego Serge.— dije y no esperé su respuesta para luego salir corriendo. —¡Robert!— el polaco me vio y detuvo las puertas con su mano, entré y luego se cerraron.

—Que buena manera de escapar de Goretzka.— me vio burlón y yo resoplé.

Ignorando sus palabras y los acelerados latidos de mi corazón hablé.

—Feliz cumpleaños Robert.

WE BELONG | Leon Goretzka Donde viven las historias. Descúbrelo ahora