Epílogo.

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Octubre de 2034.

Múnich, Alemania.

—¡Feliz cumpleaños Georgie y Charlie!— grité con efusividad, mientras el resto de los invitados hacían lo mismo.

Observo cómo las dos pequeñas soplan las velas al mismo tiempo. No resisto más y voy hacia a ellas a abrazarlas.

—¡Erin, sonrían!— hacemos caso a las palabras de Vic mientras nos enfoca con la cámara, luego de unas cuántas fotos se va hacia donde Kai juega con Sophia y otros niños.

—¡Mamá ya tenemos siete!— Georgie grita mientras hace el número con sus dedos.

—Mis pequeñas están creciendo.— sonrío mientras acaricio las mejillas de ambas.

—Pero siempre serán mis princesas.— Leon se nos une, luego toma a Charlie en brazos, y yo hago lo mismo con Georgie.

—Papá dijiste que cuando cumpliéramos siete podría entrar a la academia de taekwondo.— dice la ojiazul.

Leon hace una mueca y ella frunce el ceño.

—¡Papá lo prometiste!

La mirada de mi esposo me encuentra y me encojo de hombros porque promesas son promesas, y no se deben romper.

—Está bien.— alarga la última palabra y suelta un suspiro.

—¿Yo puedo ir a la escuela de fútbol?— ahora Charlie pregunta mientras hace ojitos. Yo asiento, definitivamente nuestras hijas amaban los deportes, así que no tengo mas opción que aceptar.

En octubre de 2027 Georgie y Charlie habían llegado a nuestras vidas haciéndolas aún mejor, creo que había sido el día más feliz de mi vida, incluso al nivel del día cuando me casé. Escuchar a las gemelas corretear por la casa era algo que me hacía querer llorar de la felicidad, y ni hablar de Leon, desde el día que supo que estaba embarazada fue el más feliz y más aún, cuando se enteró que serían niñas y encima, gemelas. Era curioso Charlie había salido con mis ojos azules, en cambio Georgie los tenía oscuros como su padre.

Leon había concluido su carrera futbolística en el Bayern, donde había ganado un gran número de trofeos, incluyendo tres Champions, para luego retirarse. Ahora era el segundo entrenador del equipo, y no tenía duda que en algún momento podría llegar a ser el primero.

Cuando terminé mi carrera en bellas artes comencé a invertir tiempo y dinero en la galería que papá me había obsequiado, unos años después me había expandido a Berlín, París, Ámsterdam, Barcelona y Milán. Ni siquiera sabía en qué momento había logrado convertirme en una artista reconocida, pero estaba orgullosa de eso, al igual que mi familia.

—Amiga, vas a botar todo el pastel.— sacudo mi cabeza y veo a mi mejor amiga, Alessia quién me está ayudando a repartir el pastel a los invitados.

—Qué despistada.— suelto una risita.

—¿En qué pensabas?— me da una mirada llena de curiosidad así que suelto un enorme suspiro.

—En todo.— me limito a responder, ella asiente y no vuelve a preguntar, pero antes me miro con los ojos entrecerrados.

Después de repartir a cada adulto y niño su pedazo correspondiente me cercioro que todo esté bien, y cuando lo verifico me dejó caer en una de las sillas.

Mi mirada cae en Leon, quién está hablando con Manuel y Robert. Inconscientemente esbozo una sonrisa, y como si supiera que lo estoy viendo su mirada se encuentra con la mía haciéndolo sonreír, luego se disculpa con los hombres y comienza a caminar en mi dirección. Siento mi corazón ir un poco más rápido y me siento como aquella vez que se presentó cuando el Bayern lo fichó, siento estar viendo al Leon de ese entonces.

Él me tiende la mano y yo la tomo, así que de un tirón me pone en pie, haciéndome reír. Nos alejamos un poco del lugar y vamos hasta el balcón el cual tiene una maravillosa vista a un pequeño lago.

Ninguno dice nada, nos quedamos en silencio mirando al paisaje. No es hasta unos minutos después que Leon rompe el silencio.

—¿Alguna vez imaginaste que estaríamos así?— pregunta.

—Cuando estuvimos juntos, lo imaginé cada día, no exactamente así, pero esto es mejor.— Leon me voltea a ver y me sonríe.

—Yo no podría pedir nada mejor, tú y las gemelas son mi vida entera.— me escabullo debajo de su brazo y luego rodeo su torso con mis brazos. Él me pega más a su cuerpo y yo cierro los ojos.

Entonces es cuando me siento la Erin del 2018, viendo embobada al jugador nuevo, que pronto amaría con locura. Si alguien me regresara a esos días en que habíamos decidido tomar caminos diferentes y me contara que todo esto pasaría algún día probablemente me reiría en su cara y le diría que está loco.

Pero la vida es así, tan caprichosa como nadie, pero que sabe jugar bien sus cartas. Que sabe a donde corresponde cada persona y su destino, que por más que intentes luchar contra ella todo es a su tiempo, no importa si se demora y pasan días o incluso años, también sabe a donde corresponde cada corazón y mi corazón siempre había pertenecido a Leon.





—FIN.

———

Hola primero que nada perdón por no subir el epílogo antes, peeero me puse melancólica porque la fic se acabaría y realmente me encariñé con ella, así que no quería escribir jeje y tampoco tenía mucha inspiración.

Tal vez el epílogo no quedó como quería pero sí le puse todo mi esfuerzo y en serio espero que les haya gustado, al igual que toda la fic.

Otra cosa la fic acaba con casi 10k leídas y 1k votos no sé cuándo llegó ahí, pero soy la más feliz, solo me queda darles las gracias, gracias por apoyarme en este proyecto, las amo. (Pd pásense a las otras fics de la saga están en una lista de lectura de mi perfil, también en good thing podrán leer más sobre la relación de leon y camila y que pasara después) (otro pd las gemelas están en multimedia su fc es lexi rabe)

WE BELONG | Leon Goretzka Donde viven las historias. Descúbrelo ahora