1O: Te amo.

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12 de Junio, 2020.

Abrí los ojos con dificultad, acostumbrándome a la gran cantidad de luz que entraba en la habitación. Lo primero que vi fue a Leon, quien dormía tranquilamente. Lleve mi mano hasta su mejilla y acaricié suavemente, sintiendo los vellos de su barba de días que estaba algo crecida. Lo contemplé durante unos largos minutos, nunca me cansaría de verlo, desde el primer día y hasta que pueda diría que es muy lindo.

De pronto la realidad me golpeó y aparté mi mano, porque lo nuestro realmente había acabado y lo de ayer había sido una despedida. Rápidamente me levanté, me puse mi ropa, y con el corazón roto salí huyendo de esa casa, sin siquiera esperar a que despertara, porque no iba a tener el valor de verlo a la cara y enfrentarlo nuevamente, era una cobarde lo sabía, pero no debía hacer las cosas más difíciles.

La puerta se abrió, dejándome ver a mi mamá del otro lado, quién al verme su rostro se iluminó.

—Mamá.— dije y mi voz sonó temblorosa. Ella se abalanzó sobre mí, abrazándome efusivamente, yo le devolví el abrazo mientras soltaba algunos sollozos en su hombro.

—Mi niña, estás bien.— me tomó de ambas mejillas. Sus ojos estaban cristalizados y me miraba emocionada. Asentí, sin embargo no pude decir nada. —¿Qué sucedió?— interrogó preocupada al verme llorando.

Abrí la boca e intenté responder, pero no pude, solo quería llorar hasta sentirme mejor. Mamá me tomó de la mano y me hizo entrar con ella, en el camino nos encontramos a papá, quién abrió los ojos sorprendido. Me acerqué y él abrió sus brazos frente a mí así que no esperé más y lo abracé.

—Lo lamento.— suspiré. —sé que me comporté como una niña tonta.

—Yo lo lamento, no debí hablarte así.— murmuró mientras acariciaba mi cabello. —estaba tan preocupado por ti mi pequeña.

—Estoy bien.— mentí. —Iré a mi habitación, quiero dormir.— me separé de él y asintió. Luego de darle una pequeña sonrisa caminé hasta mi habitación con mamá siguiéndome.

Me duché y me puse una pijama, era mediodía pero no me importaba, quería estar en la cama uno o días, o los que necesitara para volver a sentirme bien.

Al acostarme mamá me acobijó y se acostó conmigo. Su mirada me decía que le dijera el por qué me encontraba así, aunque quisiera evitar hablarlo, necesitaba hacerlo para desahogarme, porque de lo contrario acabaría hundiéndome y no quería eso, no otra vez.

—Leon y yo terminamos.— rompí el silencio. —definitivamente.— sentí escalofríos al decir esa palabra, porque esta vez era verdad, él y yo ya no estaríamos juntos. —duele y mucho.— sorbí mi nariz.

Mamá me abrazó y yo escondí mi cabeza en su pecho.

—Las despedidas pueden doler.— dijo. —y sé que duelen aún más cuando es alguien a quién amas, ¿pero que podemos hacer? aceptarlo y continuar, porque la vida no acabará aunque lo sientas así.— su mano acarició mi cabello mientras yo me mantenía atenta a sus palabras. —Hay tiempo para llorar, tiempo para asimilar y tiempo para sanar. Llora lo que quieras, pero luego puedes tomar tu dolor y hacer algo hermoso con él, y aquí siempre me tendrás a mí para ayudarte a hacerlo.— finalizó dejando un beso en mi cabeza.

Cerré los ojos dejando caer algunas lágrimas. Mamá y su don para decir las palabras correctas, siempre tenía la razón.

WE BELONG | Leon Goretzka Donde viven las historias. Descúbrelo ahora