O5: Te equivocas.

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24 de mayo, 2020.

Abrí los ojos y un terrible punzón en mi cabeza me obligó a cerrarlos nuevamente, me quejé y llevé mis manos a mi cabeza. Lentamente abrí los ojos, adaptándome a la luz de la habitación, una habitación que no era la mía y que conocía muy bien.

La habitación de Leon.

Me levanté de golpe e ignoré el dolor de cabeza. Miré debajo de la sábana rogando traer ropa puesta, me alivié al ver que así era, aunque no era mi ropa. Recorrí con la mirada toda la habitación, pero no estaba él. Me puse de pie y caminé hasta el baño, abrí la puerta pero tampoco estaba ahí. Salí de la habitación y bajé hasta la primera planta. Lo encontré en la cocina, estaba solo con un pantalón y no traía camiseta.

Buen momento para apreciar su muy bien esculpido cuerpo. Como si supiera que estaba ahí se volteó y sonrió.

—¿Qué estoy haciendo aquí?— pregunté en voz baja.

Se encogió de hombros.

—Estabas muy borracha, no iba a dejarte sola en ese lugar.

—¿Y por qué no me llevaste a mi casa?— me crucé de brazos.

—Lo lamento, no iba a arriesgarme a que Alec me matara por llevarte en ese estado.— rodó los ojos. Llenó un vaso con agua y de la despensa sacó una patilla, se acercó a mí y me la dio.

La acepté porque realmente el dolor de cabeza era insoportable.

Leon se me quedó viendo, como si quisiera preguntarme algo pero no se animaba.

—¿Qué sucede?— pregunté y puse el vaso en el desayunador.

—Tú... ¿recuerdas algo de lo que dijiste ayer?

Comencé a pensar en lo que había pasado, o por lo menos de lo que me acordaba.

Yo dispuesta a decirle a Leon que volviéramos, Leon con la rubia, yo apunto de llorar frente a Serge, beber hasta cansarme, bailar con un chico lindo y luego una discusión con Leon, pero no recordaba que le había dicho.

—¿Hablas de la discusión?— asintió. —No, realmente no recuerdo haber dicho algo relevante, ¿por qué?

Él suspiró aliviado, ¿Eso qué significaba?

—Nada.

Ambos nos quedamos en silencio, no quise insistirle porque seguramente terminaríamos discutiendo, como siempre.

—¿Dónde pusiste mi ropa? Tengo que irme.— murmuré rompiendo el silencio. Él asintió y caminó hacia la segunda planta, bajó rápidamente con mi ropa en una bolsa.

—Puedes llevarte la ropa que traes puesta, así no te pones de nuevo la otra, seguro es incómoda.— se rascó la nuca, algo que hacía cuando estaba incómodo o nervioso.

Leon era extraño, cambiaba su humor de un momento a otro.

—Está bien, te la devolveré... adiós.— me di la vuelta para comenzar a caminar hasta la puerta.

—Déjame que te lleve.— camino hasta donde estaba yo.

—Leon...

—Por favor, además estás en calcetines.— señaló mis pies y yo bufé, él tenía razón, y no quería ponerme las sandalias.

—Bien, tú ganas.— dije rendida.

Sonrió. —Genial. Iré a ponerme camiseta y bajo.

Subió y en menos de un minuto estaba conmigo en el living. Ambos salimos de su departamento, tomamos el elevador y bajamos al estacionamiento para luego ir hasta su auto. Al encenderlo automáticamente comenzó a sonar It Will Rain de Bruno Mars, era mi favorito y Leon sabía eso muy bien.

Lo volteé a ver de reojo y él hacía lo mismo así que dejé de hacerlo. Como toda canción, definitivamente esa me hacía pensar en él.

El camino era silencioso, con Bruno de fondo y yo tarareando cada canción, simplemente no podía contenerme. Quince minutos después estábamos frente a mi casa. No sé por qué no me bajé apenas llegamos, en su lugar me quedé quieta y observé a Leon.

—Bueno... yo, estem... gracias por traerme.— murmuré.

Vamos Erin, bájate, ¿Qué estás esperando?

—No agradezcas, lo hice con gusto.— una leve sonrisa se asomó en su rostro.

¿Por qué tenía que ser tan lindo? Asentí y abrí la puerta

—Erin.— me llamó. Al voltearme su rostro estaba casi frente al mío. Mis ojos pasaron de sus labios a sus ojos, no pude contenerme más y acorté la distancia, besándolo.

Lo extrañaba tanto que me hacía cometer locuras. Al parecer lo había tomado por sorpresa ya que le había tomado unos segundos corresponderme. Me tomó con ambas manos de las mejillas y profundizó más el beso. Mis manos estaban sobre las suyas, apretándolas suavemente. Nunca me iba a cansar de sus besos, besaba tan bien.

De pronto como si a mi mente le gustara jugarme malas pasadas trajo recuerdos de Leon con las chicas que estuvo apenas terminamos, mientras yo lloraba por él y mis amigas me consolaban.

Me separé de golpe, él me vio confundido, no esperé más y me bajé de su auto, caminando rápidamente hasta la puerta. Nada más se abrió apareció frente a mí Andrea, quien me hizo entrar de un tirón, y me llevó del brazo hasta el living.

—Auch, me lastimas, ¿Qué te pasa?— fruncí el ceño y luego miré al resto de las chicas ahí.

Mierda.

—Así que... ¿Te quedaste con Leon?— Alessia fue la primera en hablar.

—No, bueno sí, pero estaba ebria no lo supe hasta esta mañana.— me defendí.

—¿Y esa ropa es de él?— ahora interrogó Ariana.

—¿Y el te trajo?— Vic se unió.

Me incomodaba el hecho de que Alexandra estuviera ahí, aunque estaba en silencio.

—¿Pasó algo que debamos saber?— mi hermana me miró.

—Basta chicas, sí es su ropa, sí él me trajo y no no pasó nada.— mentí sobre lo último. —Tengo una resaca terrible por favor déjenme ir a dormir.

Todas me vieron con cara de que claramente no me creyeron, no me importaba, realmente no tenía ánimo de nada así que subí a mi habitación.

Después de asearme decidí quedarme acostada. El beso con Leon no dejaba de rondar en mi cabeza, había cometido un error al hacerlo.

Unos golpes en la puerta me sacaron de mi burbuja.

—¿Puedo pasar?— escuché la voz de Andrea.

—Adelante.— me cubrí hasta la cabeza con la sábana. Escuché la puerta abrirse y cerrarse, luego sentí como se sentaba en la cama.

—¿Qué pasó con Leon?— preguntó.

Suspiré. —Nos besamos.

—¿Otra vez?

—Sí.

—Erin... tienes que dejar de ver a Leon si no jamás lo vas a superar.

—Aunque deje de verlo nunca lo voy a superar.— sorbí mi nariz.

Otra vez llorando por Leon, nada fuera de lo normal.

—Te equivocas...

—¡No!— me destapé y la miré sintiendo las lagrimas acumuladas en mis ojos. —¿Crees que no lo intento?

—Lo intentas pero no te esfuerzas hermana, por eso siempre terminas haciendo tonterías.— me vio seriamente.

Sí, mi hermana siempre iba a decirme la verdad y era mejor a que me mintiera y dijera lo que quería escuchar.

—Soy una tonta cuando se trata de él.

—Si tú crees firmemente que Leon te engañó entonces ten esa misma firmeza para sacarlo de tu vida.— se puso de pie y me observó, no pude responderle así que lo que hice fue cubrirme nuevamente con la sábana. Luego la puerta se abrió y se cerró indicando que se había ido.

Mi hermana tenía razón.

WE BELONG | Leon Goretzka Donde viven las historias. Descúbrelo ahora