↳ 📷₊˚. ··· Stalker »-Pregame Saiouma-«

↳ ੈ‧₊ CAPÍTULO VIII

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—¿Te agrada, Shumai? —Preguntó tímido, volteando su libreta para tenerla a la vista de los ojos dorados que estaban tan concentrados en su propio dibujo. Esto reveló un gran boceto de Chihiro Fujisaki, en su estilo personal—. He e-estado practicando últimamente —continuó nervioso, quizá con miedo de que a su amigo no le gustara su bosquejo, después de todo, Shuichi era más experimentado con el dibujo. Él era una persona que se centraba más en el arte de la escritura, razón por la cual le agradaba estar en su club de literatura.

Siendo honesto consigo mismo, Saihara había estado dibujando demasiado el rostro de aquel muchacho más de lo que debía. Era extraño hacerlo cuando estaba frente a él, pero era parte de su naturaleza usar la referencia artística como excusa para quedarse mirándolo fijamente por extensos periodos de tiempo.

El de cabellos violetas lo tomó del brazo juguetonamente, esperando a que Shuichi despegara sus ojos de su propia libreta. En esta ocasión habían decidido dibujar un poco durante su descanso escolar, para desestresarse de todo el trabajo que les habían dejado últimamente.

A pesar de que el más alto codiciaba aquel tacto, nunca dejaba de sorprenderlo del todo cada vez que tenían contacto, pues había evitado cualquier forma de unión física por años. Sus manos eran tan suaves, las yemas de sus dedos delgados estaban siempre tan frías que mandaban corrientes eléctricas por su cuerpo entero.

Y, sobre todo, aunque no le agradaba esa sensación, podía sentir como su corazón lentamente se abría al otro, como se descongelaba con la calidez de su amistad. Era un sentimiento tan inocente y puro que le hacía sentir náuseas, aunque no era inherentemente malo.

—Es muy lindo, Ouma-kun —confesó con una cálida sonrisa que intentó ocultar, cosa que parecía no estar funcionando. El estilo de dibujo de Kokichi era adorable, lleno de líneas redondeadas, opuesto al suyo, el cual estaba constituido mayormente por figuras un poco más angulares. A decir verdad, Fujisaki le recordaba bastante a Ouma, eran como reflejos en un espejo.

—Nunca seré tan bueno como Angie-chan— dijo sin más retirando la goma que estaba masticando de su boca, su tono no parecía muy afligido, pero de todas formas hacía sentir mal al futuro detective. A él le parecía una total obra maestra, estaba preparado para elogiar cualquier cosa hecha por sus manos tan delgadas y femeninas.

—A mí me gusta mucho —alagó con suavidad, un sonrojo amenazando con aparecer en sus mejillas. Había desarrollado un punto débil por aquel joven y los síntomas físicos se hacían mucho más aparentes, estaba algo nervioso de que su amigo lo atrapara y se alejara de él por eso, desearía hasta la muerte antes de que algo así ocurriera.

—¿E-enserio? —Cuestionó escrupuloso, lo más probable es que dicha aclamación lo tomara por sorpresa—. Que m-mala suerte, lo voy a tirar, Nishishi~ —carcajeó tiernamente, mostrando aquel lado infantil suyo. Era tierno y tímido, como un niño travieso que temía ser descubierto. Juguetonamente dobló aquel papel y algunos otros que probablemente contenían bocetos similares y lo tiró a su mochila, junto a la goma de mascar sin azúcar recién masticada, envuelta en su empaque original.

Saihara trató de no hacer mucho alboroto por eso, optando por dejar ese asunto de lado hasta que encontrara una oportunidad de recolectar esos objetos para guardarlos, eso si Kokichi se separaba de su mochila en cualquier momento durante su jornada escolar, cosa que deseaba que ocurriera pronto.

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Era la cuarta clase del día, Saihara estaba tan cerca del colapso por la gran cantidad de cortisol que su organismo estaba produciendo. Estuvo esperando por tanto tiempo hasta que finalmente, después de horas, Kokichi se alejaría de su mochila, pues había pedido permiso para retirarse al baño.