↳ ੈ‧₊ CAPÍTULO XV

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Habían pasado casi tres semanas desde el día en el que el joven Saihara ingresó por segunda vez a la casa del otro, había pasado tanto tiempo desde aquella ocasión que el muchacho de azulados mechones había olvidado la dosis de adrenalina tan adictiva que era inyectada por sus venas cada vez que entrometía en la vivienda del otro.

Sinceramente le sorprendía como después de todo lo que le había pasado aun podía dormir de esta forma, tan profundamente que ni siquiera un par de ruidos misteriosos podían levantarlo. Suponía que desnutrirte de esa forma podía alterar intensamente tus patrones de sueño, pero Saihara no sabía que era así de grave.

Con pasos silenciosos se dirigió al centro de la habitación para pararse junto a su cama, su figura justo enfrente de donde la cabeza del otro reposaba sobre una cómoda almohada. Antes de realizar su cometido se dio el tiempo de admirar sus facciones una vez más.

A ese punto, la mayoría de los moretones y rasguños que la pandilla de Amami había dejado en el rostro del de ojos lavanda habían desaparecido de su rostro, pero estaba dudoso de las lesiones en el resto de su cuerpo gracias a las ropas de dormir que decoraban su silueta. Ahora no era el momento para desvestirlo, por lo cual decidió enterarse del estado de sus heridas algún otro día.

Después de todo, venía con un solo objetivo en mente.

No me gustaría ser tú en este instante... haha~ —carcajeó entre susurros, dada la situación que iba a tomar lugar. Estaba bien enterado que lo que iba a hacer era probablemente la cosa más ilegal de todas las que había hecho antes, pero estaba seguro de que quería afrontar las consecuencias de sus actos si este era el premio. O llevarse el premio y salirse de todas formas con las suyas, lo que pasara.

Estaba ya tan emocionado, llevaba ya casi tres semanas queriendo hacer esto. Por lo cual fue fácil estimular su miembro bajo sus pantalones, solo le tomó que su mano amasara el órgano sobre la tela. Para poder vigorizar aquella erección más a fondo, dejó que sus pensamientos vagaran por cualquier camino que quisieran, siempre y cuando fuese ideas obscenas las que se fundieran en su mente.

Aunque solo ver el rostro dormido de su amado era suficiente para excitarlo tanto que sentía que eyacularía en cualquier instante. Cuando sintió que no podía aguantar más, maldijo toda la paciencia que tuvo y abandonó casi todo su sentido común.

Bajó con mucho cuidado su cierre sin hacer mucho ruido y luego retiró sus boxers, haciendo que su erección se liberara, casi golpeando a Kokichi en la mejilla con aquel pedazo de carne. Estuvo tan tentado en acercar la punta a la boca del otro para de menos sentir su ligera respiración sobre la piel sensible, pero aquella poca lógica que le quedaba sabía que esa acción lo iba a incitar a penetrar la boca del otro aunque estuviera dormido, y eso simplemente no iba a pasar, por muchas razones.

Su mano actuó sin pensarlo dos veces y comenzó a masturbarse en aquel lugar, dando todo su esfuerzo para no producir mucho ruido ni con la fricción de pieles ni con su boca, de la cual solo salían ahorcados jadeos y ocasionalmente, gemidos callados.

Fue así por muchos minutos en los que el joven aspirante a detective se dejó llevar por sus fantasías retorcidas, pensando poco en las consecuencias que sus acciones podían tener o como actuaría en caso de que el muchacho bajo él despertara en medio del proceso, pero su cerebro estaba hecho puré, no pensaba, no razonaba y tampoco quería hacerlo. Si esta iba a ser su última cena, entonces dejaría que el placer fuera su Judas Iscariote, quien lo traicionara.

Y sin más, dejó que la punta de su pene pintara con listones blanquecinos cada facción del rostro infantil del otro. Era ciertamente un arte hacerlo, uno que necesitaba de una mente retorcida y sin remordimientos que la llevara a cabo. Era todo un alivio y una sorpresa que todo fuera acorde al plan, era casi demasiado conveniente.

↳ 📷₊˚. ··· Stalker  »-Pregame Saiouma-«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora