↳ 📷₊˚. ··· Stalker »-Pregame Saiouma-«

↳ ੈ‧₊ CAPÍTULO VII

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Saihara yacía recostado en su costosa cama, su espalda estaba sudando contra la fresca seda a pesar de que el clima no era cálido ni húmedo. Para ser honesto, la causa de su transpiración excesiva era el exorbitante calor que recorría su cuerpo por sus pensamientos impuros, nada que no hubiera ocurrido antes. Si era totalmente franco, estaba guardando la primera vez que se masturbara con la esbelta figura de Kokichi en mente para una ocasión especial, por lo cual había resistido cualquier impulso ocasionado por su excitación masiva hasta el momento.

Mientras más lo pensaba, el aspirante a detective se preguntaba cómo era que no se dio cuenta mucho antes de cuanto lo quería, de cuanto lo deseaba y de cuanto necesitaba de su amor. Encontraba el hecho de que estuviera enamorado de Ouma tan obvio ahora, que hacía ver todas las veces que dudó sobre ello como un chiste de mal gusto.

Para su desgracia, contar solamente con la copia digital de las fotos de Kokichi ya no era suficiente para satisfacer su recién nacida hambre por el cuerpo del otro. Era casi gracioso el deseo que Shuichi tenía de apropiarse del físico y de la mera existencia de aquel chico petite, enserio que este joven de cortos cabellos azules era un total esclavo a su enamoramiento.

La urgencia con la que buscaba una alternativa a su carencia de apreciación al otro era casi animal. Su mente saltaba de una opción a la otra, metódicamente buscando soluciones a su problema. No fue mucho tiempo el que duró hasta encontrar una que lograba satisfacer sus requisitos en su mayoría, y con unos segundos más logró perfeccionar su razonamiento.

Con una extensa sonrisa, saltó con mucha energía de su cama y se despojó de su camisa de botones negra, se sentía tan extático que en este mismo instante tenía la energía de mil y un demonios. La sensación de su pecho levemente sudado chocando con la fresca corriente de aire sacó un obsceno jadeo de la boca del futuro detective, más esto no lo detuvo de poner su prenda en el cesto de lavar.

Con su nueva idea en mente y una gran carga de energía sobre él, se dispuso a abrir la puerta de su armario, el cual no era un mueble, sino un cuarto de tamaño reducido donde toda la ropa que alguna vez sus padres le compraron estaba colgada. Dentro de esta habitación había incluso otra puerta, la cual llevaba a otra alcoba de un tamaño similar, de unos cuatro metros cuadrados.

Saihara desde que se mudó a esa casa nunca le encontró un uso a este espacio dentro de su closet, pero tal vez, después de todos estos años, aquellas paredes le serían de uso a su persona. Si eso ya era conveniente, entonces el hecho de que la puerta estaba escondida detrás de su ropa y sus padres no le tomarían importancia cuando llegaran de sus extensos viajes lo hacían la persona más afortunada del mundo.

Al entrar a esa diminuta recámara, sus pulmones fueron llenados de forma automática de polvo y aire húmedo, de un olor a encerrado muy potente. A pesar de que sería una ligera molestia tener que limpiar todo, Shuichi no se detendría por nada del mundo para complacer este capricho que recién había invadido su mente.

Con saltos vigorosos bajó al piso inferior, a la cocina, pues dentro de los gabinetes que albergaba esta sección de su casa había múltiples herramientas de limpieza.

Su tío había traído los víveres para toda la semana hace solo unas horas, lo cual era fenomenal. Con toda la energía que le sobraba se sentía capaz hacer almuerzo con sus habilidades culinarias promedio, sentía que podría barrer, trapear y encerar los pisos de todo su hogar, y que podría hacer el trabajo de lavandería todo esa misma tarde y aun tener energía de sobra, todo sin consumir ni una sola gota de cafeína. A veces sus episodios de manía tenían un uso.

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Un par de horas después, su casa estaba que brillaba. Si no fuera porque el joven de ojos dorados era un procrastinador de primera y porque gastaba la mayoría de su tiempo viendo cualquier cosa relacionada con Danganronpa, entonces su vivienda se vería así siempre.