↳ ੈ‧₊ CAPÍTULO XXII

1.5K 103 384
                                    

⚠️

Shuichi no pudo hacer nada más que quedarse sentado en la cama ajena en silencio, apreciando el aroma de la habitación y de las sábanas en las que estaba. Para su suerte no estaba siendo atormentado por sus pensamientos por el momento, pues por ahora su cabeza solo repetía en bucle el exquisito acto que Ouma realizó sobre su persona hace solo unos minutos.

Era un alivio que su cuerpo se sintiera un poco mejor. Tanto la pastilla, como la siesta, como aquel acto tan impuro habían ayudado, al menos eso era lo que suponía. Así que su mente estaba tranquila y su cuerpo, un poco más relajado.

Volteó levemente, observando a su lado la bandeja de madera que contenía un vaso ahora vacío, el contenedor de analgésicos abierto, y un pequeño plato con daifuku de fresa. Esos dulces en específico le recordaban a aquel chico de morados cabellos, pues solía hacerlos para él de forma constante.

Con sus temblorosos dedos pulgar e índice tomó el diminuto postrecito, admirando lo lindo y pequeño que se veía en su mano callosa. Después de observarlo un poco, finalmente lo depositó en su boca, masticando la masita de harina de arroz dulce con lentitud, pues era su primera comida después de dos días de yacer dormido en aquel colchón.

Era dulce, pero no demasiado. Le encantaba cuanto amor Kokichi ponía en preparar esas cosas, el simple pensamiento le aceleraba el corazón de una manera en la que solo alguien totalmente enamorado podría experimentar. A veces le parecía gracioso lo obsesionado que estaba con el petite, pues sabía perfectamente que eso era lo que sentía por él, una obsesión.

Se quedó en aquella misma posición de forma silenciosa, esperando a que el dueño de su corazón regresara con su vaso con agua, después de todo, el que había utilizado para tomar la pastilla no había sido suficiente para saciar su tremenda sed. Tal vez también le preguntaría quién era quien tocó en la puerta, o incluso le pediría otro mochi de igual manera, pues se estaba muriendo de hambre.

Era cierto que le daba algo de pena estar exigiendo tanto de él, pero es que seriamente no se sentía capaz de hacer nada por el momento. Quizá le regresaría el favor luego, cuando su salud física estuviera un poco mejor.

El sonido de la puerta abriéndose de una brusca manera lo tomó desapercibido, pues se había acostumbrado a la falta de ruidos fuertes en el periodo de tiempo en el que el opuesto estuvo fuera del cuarto. Sus ojos brillaron de felicidad cuando vio la delgada figura del otro entrar a la recámara, pero había algo mal en aquella escena.

La expresión de su querido no era la que esperaba. Esperaba algo suave, algo dulce y amigable, pero Kokichi se veía serio, casi enojado.

—Saihara, voy a pedir que te retires de mi casa por favor —soltó con seriedad el joven Ouma, con los brazos vacíos. El chico de la gorra inmediatamente supo que algo estaba mal, pues su amigo solía ser tan alegre y servicial, ni siquiera traía el vaso con agua que tan amablemente le ofreció antes de irse.

—¿Kichi? —Cuestionó, buscando una explicación al extraño comportamiento del otro. El momento en el que ese nombre salió de sus labios, el mencionado hizo una mueca de asco, como si oírlo le lastimara los tímpanos con su voz.

Algo no estaba para nada bien. Shuichi, con su excelente intuición podría haber formulado por ahora una hipótesis bajo circunstancias normales, pero esto no era normal. Su cerebro no estaba funcionando bajo la presión de saber que pudo haber decepcionado a su querido con cualquiera de sus acciones. Le dolía.

—Y-ya me oíste —chistó el petite, amargo y cortante, no estaba siendo él mismo—. Vete de mi casa— Comandó una vez más, esperando en vano que el otro comprendiera la situación y finalmente se levantara y saliera por la puerta, incluso cuando estaba tan lastimado y probablemente no podría hacer más que cojear con lentitud.

↳ 📷₊˚. ··· Stalker  »-Pregame Saiouma-«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora