↳ 📷₊˚. ··· Stalker »-Pregame Saiouma-«

↳ ੈ‧₊ CAPÍTULO XXV

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...O al menos eso es lo que le hubiera gustado creer.

Porque el momento en el que sintió sus manos dejado la barra de metal y su cuerpo comenzar a sentirse ligero, un par de brazos se aferraron a él, efectivamente evitando que cayera a su muerte. Sus piernas estaban siendo presionadas contra la barandilla detrás de él, mientras que su espalda, brazos y cabeza eran mantenidas contra el pecho de alguna persona, probablemente un hombre gracias a la falta de protuberancias en dicho pecho.

Kokichi maldijo en lo bajo al ingrato que lo había salvado el momento en que procesó la situación. No sabía quién era o cuáles eran sus razones para evitar que cometiera aquella atroz acción, pero ya lo detestaba. Esto era viniendo de un chico que no le guardaba rencores a nadie y quien no solía emplear un mal vocabulario.

Así se quedó unos segundos, sintiendo como los fuertes brazos de una persona lo rodeaban con tanta fuerza que sentía que vomitaría el agua que tomó en vez de comer desayuno. ¿Quién era esta persona? Probablemente sería algún profesor o alguien que trabajase en las oficinas de dirección, pues se había encargado de que cualquiera ajeno a la escuela estuviera fuera de las instalaciones.

Había sido tonto de él no haber cerrado la puerta que llevaba a la azotea, pues ahora alguien estaba tratando de atrasar lo inevitable. Estaba frustrado por decir poco, puesto que había trabajado en un largo plan y que se derrumbara de esta forma ante sus ojos era horrible de espectar.

No solo eso, sino que ciertamente estaba esperando morir desde hace ya un rato. No había forma de hacerlo sonar menos crudo, pues eso era lo que Kokichi Ouma quería hacer, morirse y dejar este mundo de una vez por todas.

Múltiples veces trató de escapar el fuerte agarre alrededor de su torso, pero él era muy débil, y la persona tras de él, muy fuerte. Era inservible tratar de huir de la escena, pues en cuanto lo hiciera, la misteriosa persona lo trataría de calmar y sería solo alguien más a quien molestar con sus problemas, estaba harto de ser una carga.

—N-no... no lo hagas...—finalmente soltó una voz, asustada y tiritante que se notaba que apenas podía mantenerse con cordura. Ouma no estaba seguro de haber escuchado a una persona tan asustada en toda su vida, pero de igual forma no se atrevió a responder a la voz, quería estar seguro de quién era antes de hacer algo más.

La idea de preguntar directamente su nombre, su ocupación, o qué le incumbía de este caso a la otra presencia en la azotea cruzó su mente, pero no había forma de que lo hiciera, pues estaba cansado de tener que usar excusas para cada una de sus acciones, de justificar sus actos.

Después de un rato, su cabeza cayó en cuenta. La identidad de esa persona no era nada más ni nada menos que la de su anterior mejor amigo, Shuichi Saihara. No podía verlo gracias a la posición en la que estaban, pero estaba seguro de que era él quien había arruinado su meticuloso plan, aunque de repente ya no se sentía tan enojado por hacerlo.

Nunca antes lo había escuchado tan asustado, no sabía siquiera que su voz podía llegar a ser tan aguda, esa era la razón por la cual no reconoció la voz al instante a pesar de haber pasado meses junto al aspirante a detective. ¿Cómo quería arruinar su vida este chico ahora?

El estudiante de la gorra, por el otro lado, estaba petrificado, apenas si podía moverse del abrazo brusco que le daba a su amigo. había subido gracias a que Maki le había avisado que Ouma se veía deprimido y completamente derrotado, cosa que no creyó al principio, pero ahora que lo tenía así, casi muerto entre sus brazos, no le quedaban palabras para agradecer a la castaña.

fue difícil recorrer todo el campus a paso rápido en su condición tan deplorable, pues su cuerpo aún dolía de la paliza que le habían dado hace no muchos días. sin embargo, estaba feliz de haber hecho caso al consejo de Harukawa, pues sin su ayuda la persona más preciada para él ya no estaría ahí... y no sabía si podría vivir con ese dolor.