↳ ੈ‧₊ CAPÍTULO XII

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Su caminata de camino al campus de aquel martes se había sentido mucho más corta de lo que recordaba. Lo único que pensó durante todo el transcurso se reducía a lo bien que se había sentido la liberación de ayer junto a los golpes, el maltrato y la sangre. Pero igualmente, había algo que tenía su estómago vuelto un desastre. La anticipación de lo que pasaría con la pandilla juvenil de su salón después de que anónimamente les compartió algo, tenía su abdomen experimentando múltiples cosas que nunca antes sintió.

Pero ahora su paseo había concluido y lo único que podía hacer era sacar los libros de su casillero, trayendo consigo los que ocuparía para sus primeros periodos. Dentro del pequeño espacio solo había cuadernos y libros, lo cual no era extraño para alguien como él, pero enserio deseaba poder poner fotos del muchacho de pelo violeta para mirar entre sus clases como muchas chicas del instituto hacían con fotos de celebridades que admiraban. Pero esto no era un musical, y él sabía bien que sería descubierto en cualquier momento si lo hacía, por lo cual optaba por dejar su casillero sin decoración alguna.

Lo único que quería hacer era subir a su aula y quedarse ahí dentro buscando en su teléfono celular alguna noticia de Danganronpa o incluso acosando las redes sociales de Kokichi para matar tiempo. Pues después de lo que había ocurrido el día anterior, no esperaba que el joven se mostrara en clases y sobre eso, llegó mucho más temprano de lo que creyó que lo haría a la escuela.

Y de repente, de la nada una silueta diminuta apareció a su lado, cubierta en vendas en cada lugar que uno pudiera imaginar.

—Buenos días Shumai —susurró con una sonrisa pequeña a pesar de tener moretones demasiado notorios de pies a cabeza. Su rostro expresaba una ligera tristeza que no era difícil de cuestionar, pues después de recibir una golpiza como la del día anterior, no muchas personas estarían contentas de asistir a la escuela adoloridas.

Saihara no tardó en responder el saludo, extrañado de la presencia del otro estudiante. Esperaba que se quedara en casa o tomara un descanso para que sus heridas se recuperaran, pero en vez de eso estaba frente a él, cubierto el banditas y vendas del mercado. Era completamente adorable, le daban ganas de abrazarlo hasta hacerlo vomitar.

—¿Ouma-kun? —Preguntó preocupado después de saludar, tratando de sacarle la verdad a palabras a pesar de si saber que había ocurrido, pues había sido un testigo de la violencia física que sufrió—. ¿Estás bien? —Continuó, aunque era en parte una pregunta retórica, obviamente el chico no se encontraba bien.

—N-no del todo, ¡P-pero estaré bien! —Afirmó Kokichi, formando una sonrisa un poco más grande para mostrarle a su amigo que estaba siendo sincero. Ouma era un chico tan puro, tan precioso, tan indefenso, débil y angelical. Shuichi estaba completamente obsesionado de todo lo que hacía y de las verdades que le decía, nunca antes le había contado al futuro detective una mentira que obstaculizara su amistad.

—¿Necesitas algo? —Cuestionó en caso de que el de mechones violetas realmente se sintiera tan mal como para no aguantar la jornada escolar entera. Al chico fanático no le molestaba en absoluto quedarse en casa del otro a cuidarlo, verlo en su peor estado, no le molestaba agarrar su cabello detrás de su cabeza cuando estuviera vomitando en el baño, no le molestaba lamer todas sus heridas para detener su sangrado y mucho menos le importaba ayudarle a cambiarse si es que le dolía tanto así moverse.

—No, g-gracias —declinó educadamente el petite, sacando al otro de sus fantasías—. Me duele un poco caminar —chilló a un punto mientras aún caminaban por los pasillos con camino a su salón. Era demasiado temprano, pues habían llegado tal vez una hora antes de que comenzaran las clases, razón por la cual solo había unas pocas decenas de alumnos en vez del mar de personas usuales circulando por los corredores del edificio.

↳ 📷₊˚. ··· Stalker  »-Pregame Saiouma-«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora