▪CAPÍTULO 21

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Marinette

Despertó con un ligero mareo. Las luces del lugar eran muy brillantes y grandes. Lo cual, la desconcertó. No recordaba que aquella fábrica luciera como el sol al medio día. Quiso levantarse. Un brazo la detuvo.

— No. Debes recostarte.

Unos ojos verdes la observaban, con aires cansados. Era Su Lord.

— ¿Qué... Qué pasó? —se quejó del dolor de cabeza. Se llevó la mano a ese lugar.

Al tocarlo, notó que sus orejas gatunas ya no se encontraban. Palpó nerviosa. Ésto se está poniendo muy extraño. Lo último que recordaba era el haber golpeado a una rubia y luego... Voces. Voces lejanas.

— Mi... Lord...

— Tranquila Princesa. Estarás bien —le sonrió, causando un sonrojo y una sacudida eléctrica en su ser.

No podia ser... Ese apodo. A menos que...

— ¿A -adrien? —balbuseó, mirándolo con los ojos desorbitados. Él asintió sonriente. ¿El modelo que —según Plagga— babeaba por ella y el "otro" que llegó a causar celos en ella siendo civil,... era Lordbug?

Cerró los ojos por un momento. Adrien apareció sólo días después de reunirse con ella, estando transformados. Su porte de modelo, su sonrisa e incluso, su modo de hablar...

Todo. Todo lo delataba. Y ella no se había dado cuenta.

— ¡¡Marinette!!

— ¿Eh...?

Un pequeño gatito apareció flotando y abrazó su mejilla. Se sorprendió de aquella muestra de cariño por parte de Plagga. Sonriendo después.

— ¿Estás bien, pequeño bicho? —le preguntó.

El ser de la destrucción rodó los ojos y algo ruborizado por verse cariñoso en  público —Adrien y Tikki, quien se encontraba comiendo una galleta y riendo—, se posó en las manos de la azabache.

— Estoy bien —murmuró.

— Qué bueno —le acarició la cabeza.

Volteó a ver al rubio. Quien estaba mirando todo, algo sonrojado. Plagga dijo que iría a la cocina de la agencia francesa por camenbert; ya que, estaba hambriento. Tikki lo acompañó.

Al notar que ya se habían ido, posó su mano encima de la del blondo. Asintió y ambos entrelazaron sus manos. Una pequeña venda —que se encontraba en la frente del chico—
adornaba aquel rostro que ella adoraba.

— Adrien... —quizo hablar pero, los labios del ojiverde sellaron los suyos. Correspondió el beso.

Lindo. Como siempre.

— A-Alto... —susurró entre besos. Adrien no se detenía—. Ey, galán —otro beso—, Jaja. Bien, basta.

— ¿Qué ocurre? ¿te duele algo? ¿hice algo mal?

En los iris de aquel chico norteamericano se notaba preocupación y... ¿culpa? Negó con la cabeza energéticamente. Al mirar sus manos, vió como un delgado tubo estaba —gracias a una aguja— conectado a ella. El suero se suministraba por aquella vía. Hizo una mueca de disgusto. Odiaba las puntas.

— No —se sentó. Desvió la mirada y dedicó su atención a la blanca sábana con la cual se arropada en esa camilla—. Solo que, aún no aclaramos nuestra relación, Mi Lord... Es decir —se corrigió—, Adrien. El modelo más guapo que conocí.

Se tomó la molestia de guiñarle el ojo. Al instante, la faz del  Agreste se tornó roja.

— Creí que los signos zodiacales no tenían sentido, Princesa
—Oh. Golpe bajo a su muro anti-rubores—. Me equivoqué. Estábamos destinados. Una Aries simple y un Leo perfecto.

Espías En París   Borrador  [Lordbug Y Ladynoir] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora