▪CAPÍTULO 22

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Marinette

Recién —y aunque sonara egoísta— se había acordado de que su amigo estaba también en un estado al igual que ella.

O peor.

— Él....

— Dime —intentó ponerse de pie. Su Príncipe (otro apodo inventado por ella) dejó que se apoyara en él. Conservando aquella mirada gruñona— donde está, mamá. Quiero verlo.

— Estás mal, Mari. Debes descansar —intentó el chico hacerle entrar en razón. A lo cual se negó rotundamente.

— Luka está mal. ¿Qué no entiendes de eso? —le increpó. El rubio no dijo nada.

— Luka está bien, Bridgette —le aseguró su madre. Ella sintió que su alma era más liviana—. Ahora está dormitando. Dejarlo descansar según palabras del doctor Smith.

Ese doctor Smith. Ella lo conoció una vez. Cuando tuvo esa alergia molesta hacia los hamster. Resulta que un hombre —de la guardia, que custodiaba la agencia— había traído un roedor a las instalaciones del lugar. Lo que vino después fué una cantidad enorme de estornudos y el inevitable anuncio del despido del guardia.

Cosa que impidió. Ganándose un buen amigo. Smith le comunicó a Emilie que Bridgette sufría una alergia hacia cualquier roedor. Y un hamster estaba en ese grupo.

Suerte que amaba los gatos.

— Pero, quiero verlo. Vamos.

— Brid...

— No molestaré. Lo prometo —aseguró con la palma de la mano arriba. Justo como lo hizo al juramentar como capitana—. Eso lo saben muy bien. Siempre cumplo lo que prometo.

Ambos rubios bufaron ante su compromiso. Marinette sabía muy bien que los dos eran un tanto complacientes con su persona. Y eso se aprovecha.

— Mañana —dijo Su Lord. Abrió la boca para protestar; sin embargo la mirada seria que él hacía, demostraba su negación a poder hacerle cambiar de idea. Con un puchero, escuchó—. Irás a ver a Luka mañana.

— Okey —respondió desganada. Volvió a su camilla y se arropó.

— Bien, linda —el de ojos verdes le dió un beso en la frente y se marchó con los kwuamis. Al escuchar la puerta cerrándose, su General resopló. Marinette bajó la mirada. Ya presentía lo que vendría.

— Bridgette. Debes entender —comenzó. No. Ella no comprendía nada.

— No entiendo el porqué de tu negación. Cierto que podrían expulsarnos. Pero... —tragó grueso. Ésto podría dolerle a la rubia—. La verdad es que ya no sé que hago allí.

— Querías un cambio, pequeña. Más oportunidades para las mujeres. ¿No es eso un motivo?

— Nada importa más que estar con tus amados. Y sé que pronto te jubilarás. Si llega ese día, podré estar contigo —le sonrió.

— Nada importa más que eso... —Esa frase dicha por ella y repetida por su progenitora, flotó en el aire. Como un cántico.

Un cántico...


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Luka Cuffaine

Una semana después del ataque...

Aquel lugar era lo más lindo que había visto en su vida. Un gran jardín, con flores y todo. Animales correteando por el perímetro y una cascada más clara que un espejo era lo que necesitaba en estos momentos.

Espías En París   Borrador  [Lordbug Y Ladynoir] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora