Espías En París Borrador [Lordbug Y Ladynoir]

Final

*Capítulo super largo. Dedicado a @Ladynoir_324. Eres la mejor.

Como venía diciendo algunas veces, la religión no era parte de su vida. La evitaba a toda costa; pensando más bien que aquella era un estorbo y un ancla que un camino para mejorar. Conclusión: tampoco creía en esa tal llamada Resurrección de los Justos. Aunque es un buen premio para los "buenos". Volver a vivir aquí —en la Tierra— es un buen premio.

Seguro que si.

Así que, cuando volteó y vió a la chica de su vida allí, con la mueca que siempre tenía al encontrarse con situaciones difíciles; creyó que le tomaban el pelo. ¡Eso creyó, para su enfado!

—Adrien... Estoy viva —escuchó de aquellos labios rosados. Pensó en... poder ahogarse con su propia saliva.

Los soldados que se hallaban presentes, arremetieron contra la intrusa sin pensarlo, ni mucho menos consultarlo con él. Saltaron hacia ella y empezaron los improperios, conjunto con los golpes. Era inútil pelear... Era inútil pelear para los norteamericanos; ya que, si uno daba un golpe, la azabache daba 6. Y acompañado de una carga eléctrica que eletrocutaba a los pobres hombres que caían en sus garras.

Adrien no movió un músculo.

—¡Tiene el Miraculous de EEUU! —escuchó perfectamente de parte de aquel hombre desconocido—. ¡Atrapen a la General Dupain!

General, General...

Wayzz, por otro lado, le apretaba la mano. A cada golpe que Ladynoirbug daba —o otro nombre extraño cualquiera—, las uñas de su amigo se introducían más en su piel. Pero, no dijo nada al respecto. Tan solo ese dolor físico le era nada, comparado al cúmulo de sensaciones que aparecieron como bombas. Y que lo inmovilizaban por completo. Su amigo mostraba signos de desesperación. Miró de nuevo al lugar de la pelea.

Su lucidez se abrió paso, mostrando una luz y una idea. Apretó los puños y corrió en dirección a los varones de verde y negro; los apartó bruscamente. A los que no tocó, se separaron a regañadientes.

Los ojos de su linda novia brillaron de emoción y una lágrima se deslizó por esa mejilla sonrojada. Permitió que ella lo acariciara con deseo. Su corazón bombeó —por primera vez en esos meses— con ganas. Ganas de vivir.

—Dame el Miraculous, Marinette.

Hasta que todo ese ensueño se quebró por completo.

***

Abrió los ojos como platos ante lo dicho por el rubio. La verdad es que esperaba un recibimiento más... sentimental. Todos esperaban eso. Las caras desencajadas de los presentes lo demostraba a simple vista. Tocó el anillo y negó.

No iba a permitir que aquellos seres queridos siguieran a merced de aquellos bárbaros; eso incluía a los de su propia patria. No sabría que haría pero robaría los demás Miraculous —que estaban en poder americano— y con los suyos, armaría una caja para poder ocultarlos en un lugar donde no podrían encontrarlo. O tal vez debería pedir que los kwuamis se convirtieran en fuerzas invisibles al ojo y mano humano.