Aquel arbol solitario

16 2 0
                                    

Salí de su casa aún de noche, necesitaba llegar al castillo de fortuna a seguir investigando, me quedaría haya solo para recuperar el tiempo que perdí durmiendo en su casa, repetí el camino que ya sabía hasta el castillo pero en la entrada me encontré con guardia que aunque parecían extraños y débiles preferí evitarlos, me adentre en el castillo por una ventana que me llevaba a una sala color perla con algunos muebles y armaduras, salí y caminé por un pasillo, me dirigía al lugar donde se encontraban los libros, al llegar pude ver algunos guardias, al parecer que me robara los libros si llamo la atención de algunas personas pensaba en que no podría quedarme a menos que los matara y escondiera sus cuerpos, decidí no pensarlo mucho y matarlos.

Ya más tranquilo comencé a ojear algunos otros libros algo interesantes pero no era lo que buscaba, al cerrar el libro que tenía en mis manos una extraña sensación recorrió mi espalda y en mi mente pude ver a aquella mujer llamada eliz, algo en mi decía que estaba en problemas, no entendía porque aún me preocupaba por ella, solo era una pérdida de tiempo, si la mataban los demonios era mejor para mi ya que no tendría porque seguir preocupándome por ella, pero a pesar de pensar eso mi corazón latía fuerte, solo no podía ignorar mi preocupación, decidí salir en su búsqueda, una ves que me asegurara que estuviera bien seguiría con mis planes.

Al llegar a su hogar toque la puerta y no respondió así que entre, la encontré sentada en una silla junto a una taza de té, estaba bien y eso me hizo estar tranquilo, me miro y me hablo "pensé que no regresarías" a lo que le respondí "ni siquiera sé porque regrese", "vergil ¿que es lo que buscas en fortuna?", "eso no te interesa, mientras menos sepas mejor", no mentía entre menos supiera estaría mejor, "te pregunto porque tal ves pueda ayudarte, me gustaría ayudarte" ¿que podría hacer esa humana por mi? No necesitaba su ayuda solo necesita respuestas, cuando pensaba esto ella se levanto y de un estante saco un libro grande con una portada negra "esto a pasado en mi familia desde generaciones, es un libro que nunca me dejaron leer cuando era niña, aún no lo leo pero creo que te ayudará" me entrego ese libro y al ojearlo me di cuenta que era una historia, un libro con cuentos antiguos de demonios, ¿porque esto había pasado de generación en generación en su familia? Una de las historias contaba de sparda y sus hijos, extrañamente venía mi infancia ahí, alguien había sido testigo de todo, pregunté "¿quien escribió este libro?" Ella contestó, "realmente no lo sé, hace muchos años fue entregado a mi padre quien lo guardo con mucho recelo hasta su muerte" se sentó a un lado de mi y entre los dos lo Ojeamos de repente ella dijo "esta letra es de mi padre, ¿porque escribiría aquí?" Era una historia de un demonio llamado astaroth, ¿porque un humano tendría una historia de astaroth? Tenía tantas dudas y ninguna respuesta, eso me hacía sentir débil, guarde aquel libro y le dije que lo leería mejor después ella con su sonrisa característica asentía y se disculpo, dijo que estaba cansada y se fue a su habitación, me quede solo en la sala mirando aquel libro, tal ves serviría de algo.

Esa noche dormí en el sillón, necesitaba descansar, por alguna razón no quería irme de su hogar, estar en ese lugar me hacía sentir tranquilo pero aún así tenía que irme necesitaba respuestas , habían tantas cosas necesitaba saber y no tenía tanto tiempo, estaba sumergido en mis pensamientos cuando de pronto me vino una idea a la cabeza, si aquel libro tenía la historia de sparda y mi historia tal ves sabría quién fue el causante del ataque a mi hogar en el que lo perdí todo, me senté en el sillón y agarré aquel libro, comencé a leer solo la historia de sparda hasta llegar al punto en el que nos abandonó, cuando llegue a mi infancia ley todo lo qué pasó, el recordar todo eso solo me causaba dolor, pero era un dolor necesario, necesitaba saber quien había sido el responsable de mi sufrimiento y encontré su nombre, mundus, mi sangre hervía en rabia y mi parte demoníaca aclamaba venganza, no pude controlar mi rabia y mi parte demoníaca surgió haciendo un estruendo en toda la casa, no estaba en mis cinco sentidos y la ira me segaba, salí de la casa dirigiéndome hacia las afueras de fortuna, llegue a un prado verde con un solo árbol en una semi montaña en la cual dejé salir un rugido tan grande que asustaría a cualquiera, sin esperarlo algo agarro mi mano al girar mi rostro pude ver a aquella humana que sin darme cuenta estuvo siguiéndome y como si fuera arte de magia al ver sus ojos la ira desapareció, ahora sentía dolor y una profunda tristeza, sin decir nada mi transformación se desvaneció dejando al descubierto mi lado humano en el que se veía mi rostro más débil, algo en ella me hacia confiar, sentía que podía dejarla verme de una forma vulnerable, con su mano aún agarrando la mía me guió hasta aquel árbol solitario en el que nos sentamos, ella no dijo nada y yo tampoco, sólo estuvimos sentados mirando las estrellas ella sosteniendo mi mano mientras lloraba en silencio.

El pasado de vergil Donde viven las historias. Descúbrelo ahora