Ardillas y nueces

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La noche anterior al contarle todo ella no dejó de llorar, me decía que a pesar de haber pasado tantos años siendo perseguida por demonios ella tenía fe en que algún día ellos la dejarían en paz, verla quebrarse frente a mis ojos solo me hizo sentir inútil, quería que fuera feliz pero sabía que no podría hacer nada por el momento y eso le dije, ella aún llorando no dejaba de decir que nunca podría librarse de morir a manos de un demonio y en ese instante sostuve sus manos y me arrodillé frente a ella, la mire a los ojos y le prometí que no moriría a manos de nadie, que la protegería hasta morir no importaba si terminaba hecho pedazos si con eso podría salvarla, aceptaría mi destino, ella después de decirle eso dejó de llorar pero aún se miraba tristeza en su rostro, me levanté y la cargué en mis brazos, entonces se acurrucó en mi pecho mientras subíamos aquellas escaleras hasta su dormitorio, al entrar la recosté en su cama, entonces antes de que pudiera irme me dijo que me quedara, la mire y accedí, me recosté a un lado de ella, pasó su mano por mi estómago y me abrazo poniendo su rostro en mi pecho, sentía como sus lagrimas brotaban de nuevo humedeciendo mi ropa quería protegerla y quería que nunca volviera a llorar, haría todo para que nunca volviera a sentirse así, pase mi brazo por debajo de su cabeza hasta su espalda posando mi mano en su cintura, conforme pasaba el tiempo sentía que su respiración se iba calmando hasta el punto en el que estaba serena, solo así pude dormir.

Al día siguiente desperté, ella no estaba pero podía oler algo desde la cocina, tal ves estaba haciendo desayuno entonces me puse mis botas y baje, cuando la vi, volvía a cantar esa canción mientras cocinaba, parecía que la mujer quebrada de anoche se hubiera repuesto, pero yo sabía que solo intentaba estarlo.

Al verla me senté en la mesa no sin antes saludar "buenos días eliz" ella al escuchar mi saludo gira y me regala una sonrisa mientras me saluda "buenos días vergil, ¿tienes hambre?" Había estado comiendo más de lo normal estando en casa de ella pero solo no quería dejarla comiendo sola así que asentí y le sonreí, también estaba muy sonriente, no podía evitarlo, estaba feliz de estar con ella.

Terminamos nuestra comida, esta ves había hecho waffles para desayunar con algunas frutas y café, había sido un desayuno maravilloso.

Ese mismo día en la tarde ella me habló "vergil tengo que salir, iré a reportarme a mi trabajo" en ese momento no entendía porque lo hacía, la orden de la espada la había secuestrado y aún así seguía queriendo ir a trabajar al mismo lugar en el que la habías secuestrado, la detuve "no puedes hablar enserio, acabo de ir por ti al castillo de la orden de la espada, te secuestraron y aún así ¿quieres regresar al lugar donde te raptaron?" Estaba molesto como podía pensar en siquiera regresar a ese lugar, entonces ella me miro y vio que estaba molesto así que se acercó y me abrazo, "vergil se que te preocupa pero no puedo esconderme por siempre, iré a reportarme y ya en el lugar mi jefe decidirá si me despide o no" ella parecía estar segura de sus palabras y de sus acciones, confiaba en su juicio pero si no podía comprender mis motivos entonces me aseguraría de que no volviera a pasar, me separe un poco de ella solo para poder ver su rostro "te entiendo eliz y si es tu deseo estoy de acuerdo con el, pero cuídate mucho y no importa que pase, si estás en peligro háblame y te aseguro que llegaré" su mirada era de sorpresa junto a sus mejillas rojas, pude sentir como se ponía de puntas y estiraba su cuerpo para acercar su rostro al mio, así que por inercia acercaba mi rostro al suyo lentamente, a escasos centímetros de besarla un golpe nos sorprende, al voltear encuentro a una ardilla glotona que había dejado caer su nuez por estar comiendo otras semillas, otra ves una ardilla, eliz se separa de mi riendo y disculpándose camina hacia la cocina solo para rejuntar la nuez y dejarla junto a otras ardillas glotonas de su patio trasero, al regresar solo me dice "ya me voy vergil, regreso más tarde, no te vayas a pelear con las ardillas" esto último lo dice en tono burlón a lo que respondo "no te prometo nada" sacando un poco a yamato de su funda, eso la hace reír un poco y se va, guardo a yamato y busco mis gabardinas, ese día le haría una visita a cierto líder de aquella organización conocida como la orden de la espada.

El pasado de vergil Donde viven las historias. Descúbrelo ahora