Kinmoku — Segundo reinado del fuego.
La luz entraba por la ventana, las cortinas de seda color vino eran movidas por la brisa del amanecer, dentro de la habitación la ropa se encontraba esparcida por el suelo, una espada yacía encima de la mesa y sobre ella una tiara dorada, la luz daba encima del rostro de un joven de cabellos platinados, sus ojos cerrados, su boca entreabierta, encima de su pecho un largo cabello rubio lo cubría, su piel de un tono claro como el de su compañera, ella aún poseía sus labios hinchados por la noche que había tenido. Los golpes en la puerta le hicieron despertar, ambos sonreían al verse.
— General. — Gruñó al oír el llamado del otro lado de la puerta, era una de las mujeres del servicio. — La reina Hanna lo espera en el salón del trono.
— ¿Se daría cuenta? — La rubia le abrazo más impidiendo que se levantará. — Se supone que yo debería estar en mi planeta rumbo a la luna y me quedé una noche más.
— Eres mi prometida, no es raro que algo así pase. — Alejo los mechones de cabello de su rostro, mirando sus ojos azules. — En unos meses seré relevado de mi cargo y podremos casarnos.
— Hasta que no aparezca la nueva sailor Venus yo seguiré cumpliendo mi deber con Serenity. — Ambos se levantaron, ella tomó su tiara. — ¿Tae, crees que algún día nos separemos?
— Es probable. — Ella lo miro con miedo, él sonrió tomando sus manos entre las suyas. — Pero será cuando muera, aún después de la muerte buscaré tu resplandor y seguiré amándote como ahora.
— Nadie creería que ese chico frío y cortante sería tan romántico. – Libero sus manos de las suyas con enojó. — ¡Es broma!
— ¡Eres una tonta Afrodita! — La rubia rompió a reír. Amaba hacerlo enojar por cosas tontas, él era lo que movía su vida y esperaba pronto poder estar juntos sin tener que separarse nunca.
Desde ese día no volvió a verla, su planeta entro en guerra, Aphofis se había aliado a una hechicera del reino solar, nadie pensó que su propio rey se uniera a él en contra de su familia, ignorando el amor de la reina Hanna por la codicia, la gente moriría de una forma cruel ante sus enemigos, él trataba de resistir lo más que podía contra los enviados de aquél demonio de caos. Ese día en partícular le tocaba ir con un batallón contra los enemigos cerca de la frontera norte, pero su reina se negaba a dejarlos ir, aquella mujer era como una madre que siempre le cuidaba y velaba por su bienestar.
— Tae, te lo pido una vez más, no vayas, huye al reino del sol. — El negó, se arrodilló tomando la mano de su reina. — Hijo mío por favor huye.
— Soy un caballero de Kinmoku, mí deber es cuidar y proteger mi hogar, defender a la corona. — Beso su mano. — Si mi destino es morir en esta batalla entonces así sera.
Una explosión se escuchó a la entrada del palacio, Tae hizo que la reina entrará por un pasadizo y dio media vuelta al sentir la puerta caer, el rey entraba en compañía de varias kimeras, su espada brillaba cubierta por el fuego. Sonrió al pensar en la mujer que amaba y esperaba poder verla una vez más y demostrarle cuánto la amaba nuevamente.
Abrió sus ojos sintiendo un fuerte dolor de cabeza, Kakyuu se encontraba de rodillas junto a él y su hermano, en su dedo de encontraba su anillo real.
— Reina Kakyuu. — Hizo una reverencia, ella negó suavemente. — Protegeré nuestro hogar, usaré mi poder para proteger a quiénes amo.
— Pronto iremos al reino del sol, tu y Taiki nacieron allí aunque vivieron toda su vida en Kinmoku, su conexión con el pasado es la que abrirá la puerta a ese reino. — Yaten asintió, miró a su hermano quejarse entre sueños, si era como él, estaba reviviendo el pasado, sus últimos días. Jugó con su anillo dando una sonrisa para sí mismo.
— ¿Estás feliz? — Asintió. — No entiendo.
— Recorde algo importante, en ese entonces Mina fue mi prometida.
Kakyuu sonrió con nerviosismo, ver la mirada llena de lujuria en su compañero le hizo pensar que aquel recuerdo poseía algo más de lo que decía.
— Me alegra haber dado mi vida por la reina Hanna. — Le miró sintiéndose confundida. — Ella era como usted, amable y llena de fé en todos los que le rodeaban.
— ¿Su esposo? — Yaten desvío la mirada. — ¿tan malo era?
— Él era...se amaban de eso no hay duda, aunque él solo deseaba poder, era el tercero en línea al trono del reino solar después de nacer Eos, siempre deseo ser un rey no el esposo de una reina.
— ¿Por eso se unió a ellos? — Desvío la mirada ante su pregunta, Kakyuu no entendió el motivo. — ¿Yaten?
— Él deseaba demostrar que estaba por encima de su hermana e hijo, que le habían restado valor e importancia como heredero, odiaba que el reino de su familia se uniera a la luna y fue su más grande motivo a luchar junto Aphofis.
Kakyuu pensó en ese hombre dándose cuenta de lo cruel que fue al traicionar a la mujer que amaba para buscar poder, sintió pena por todos aquellos inocentes que fueron parte de su capricho. Ambos miraban a Taiki, lloran entre sueños, Yaten y ella no entendían el porque sufría tanto en ese momento.
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Gracias por sus comentarios, nos leemos en el siguiente: Taiki.
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Luz de estrellas
FanfictionTokio de Cristal fue fundado bajo el mandato de dos gobernantes amados por su pueblo, ella serena y con un espíritu infantil que poco a poco se fue encerrado hasta sólo quedar el recuerdo de quién fue, él era todo lo contrario. formaron un futuro gu...