Día 12: Misionero

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"Bebé, ¿no lo ves? Tengo todo lo que necesitas"

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La espalda de Sherlock golpeó suavemente el colchón vestido con blancas sabanas, las cuales perdieron su forma lisa ante el movimiento sobre ellas. El hombre no podía creer hasta donde su relación romántica con John le había llevado. A casarse, Reflexionó un poco al respecto, la mundana idea de creer que un papel básicamente los convierte en esposos podría sonar absurdo pero en ese instante solo era maravilloso.

John se recargó agraciado sobre sus manos, presionando a los costados de la cabeza de Holmes sin tocarlo. Ambas miradas se se fusionaron  entre si, llenas de amor, admiración y lujuria. Se besaron apasionados, separándose solo para respirar.

—Te amo.—Murmuró John con la voz ronca por la excitación. Sus labios recorrieron la piel blanca de su esposo, poniendo especial atención en la clavícula de Sherlock, en donde beso y succiono con entusiasmo, dejando finalmente tenues manchas rojizas.

John escuchó los jadeos de Holmes, apenas notables, amortiguados por la fuerza con la que el hombre apretó sus labios para no dejar escapar sonidos, el rubio se abalanzó a besar los labios de su ahora marido; su mano bajo con agilidad hasta la entrepierna del detective, en donde acarició su pene erecto por sobre la ropa interior que aún llevaba puesta, sus dedos juguetearon con el elástico de la prenda jalando las orillas de esta para finalmente quitarla por completo y dejar desnudo a su amor.

—Todo de ti es precioso William Sherlock Scott Holmes-Watson.

—Le agradezco John Hamish Holmes-Watson.

Ambos rieron un poco, luego John atrapó en su mano de nuevo el miembro de Sherlock, masajeando de arriba hacia abajo, pasando su dedo pulgar por sobre la parte superior, rozando los testículos en algunos movimientos. Sherlock gruñó de placer, esta vez sin contenerse, su percepción del tiempo se vio afectada entonces, cerrando y abriendo los ojos noto lo apresurado que se veía John por llenar de lubricante sus dedos, finalmente no regreso al momento hasta que su contrario tanteo su entrada empujando de forma lenta un dedo,  después otro y otro, la sensación en el pelinegro fue sublime, casi alcanzando el orgasmo. John por otro lado aguantó la presión entre sus piernas que aunque liberada su erección necesitaba de algún estimulo físico, reprimiéndose y convencido en que lo mejor iba al final el medico se acomodo sobre su hombre, se alineó con el, para luego penetrarlo con lentitud.

Los gemidos de intensificaron en la habitación, cada sonido expresivo de la lujuria se fundió cálidamente entre las paredes, cada beso y caricia obscena fue una imagen grabada en la intimidad del lugar adornada por el calor romántico de dos personas amándose.

El peso de John cayó sobre Sherlock cuando este le abrazo, sus manos bailaron en la espalda del rubio, subiendo y bajando de forma elegante, con algunos rasguños involucrados de por medio. El placer de envolverse entre si pareció más intenso de lo que era común, la sensibilidad les atacó, convirtiendo sus acciones en romance puro.

Los movimientos desenfrenados enviaron oleadas sincronizadas de satisfacción a cada cuerpo, el grito abundante diciendo te amo de dos voces enamoradas y el respirar cansado acuno la atmósfera tan perfecta de una noche bella.

30 Días (Johnlock/Mystrade)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora