Helery
La noche había comenzado, habían más chicas de lo que había pensado, todas gritaban eufóricas tras ver cómo los hermosos y sexys chicos empezaban a bailar sobre el escenario quitandose toda prenda existente de sus cuerpos; Alguna que otra chica dejaba dinero en los boxer de los chicos para que se movieran solo para ellas. Yo me encontraba en las últimas sillas riendo del espectáculo que hacían las demás tratando de llamar la atención de alguno.
Era mi despedida de soltera, pero por una extraña razón no podía estar feliz, además, para cuerpos majestuosos y un gran miembro, tenía a mi futuro esposo el cual solo era mío. Sammer notó mi incomodidad y vino para traerme una bebida que estaba pasada de alcohol, traté de negarme pero Sammer no permitió un no como respuesta, al final accedí, dejé mi celular en la mesa y bebí todo el contenido del envase.
- ¿Rico verdad? - Preguntó a lo que yo sólo asentí disimulando el ardor de mi garganta.
- Sí, está rico - Susurré - Tengo que llamar a Lecuim, no quiero que se preocupe por mí - Musité tratando de tomar mi celular, pero Sammer lo tomó primero.
- Hoy es noche de chicas, tú noche - Afirmó - Lecuim debe entender que es tu última día feliz.
Lo último lo susurró tan bajo que fue imposible para entenderle, aparte de que la música que se escuchaba por todo el lugar, era demasiado alta y cualquier palabra por lo bajo no se iba a escuchar. Decidí no llamar a Lecuim y empezar a divertirme, pues Sammer tenía razón, era mi noche y debía disfrutarla al máximo.
No sabía cuántas horas habían pasado, no sabía cuánto había bebido o qué tenía las bebidas, pero había despertado con un fuerte dolor de cabeza escuchando los gritos de mi madre, faltaba pocas horas para arreglarme e ir a la iglesia y yo no sabía ni dónde estaba parada. Me armé de valor y me levanté para empezar con el día más feliz de mi vida, mi madre iba a hacer la encargada de maquillarme, peinarme y ponerme el vestido ¿Y Sammer? Pues según mi mamá había salido muy temprano sin decir destino alguno.
Me di una ducha rápida pero relajante, me tomé una pasta para combatir el dolor de cabeza y me dispuse a la sala para ser maquillada por mi mamá. Mientras ella hacía lo suyo, traté de buscar el celular para llamar a Lecuim pero, éste no estaba por ningún lugar, fruncí el ceño al recordar haberlo puesto en la mesa pero ésta sólo estaba llena de vasos y bebidas alcohólicas.
- Terminé - Chilló feliz - Quédate hermosa cariño.
- Gracias mamá - Agradecí tratando de no llorar, realmente me veía bien y los nervios empezaban a hacer de las suyas.
- Hora des vestido - Dijo cogiéndolo en sus manos.
Una ves maquillada, peinada y con mi hermoso vestido puesto, podía dirigirme a la iglesia a encontrarme con mi gran amor. El recorrido se me hizo eterno, pero al fin había llegado a mi destino, las personas del lugar empezaron a aplaudir y a felicitarme, mi padre me extendió su brazo el cual cogí de inmediato, los nervios del momento hacían que abrazara el brazo de mi padre con brusquedad, él sólo sonreía dándome ánimo.
Tenía la vista baja para evitar caer y arruinar todo, pero cuando la alcé para mirar todo, me sorprendió ver qué Lecuim no estaba, mi padre endureció su rostro y empezó a buscarlo por todas partes, pero por más que miraba por doquier, la figura del chico no estaba.
- Papá ¿Dónde está Lecuim? - Pregunté tratando de no perder la cordura.
- No lo sé hija, anoche salí para beber con unos amigos y Lecuim me dijo que él sólo se arreglaría para no ponerse nervioso - Me contó sin entender que había hecho él cuando lo dejó solo.
Respiré con pesadez y le pedí al padre un poco de tiempo, pero el tiempo seguía pasando y Lecuim nunca llegó, mis lágrimas empezaron a humedecer mis mejillas y una parte de mi cuello.
- Hija ¿Crees que...
- No - La interrumpí - Lecuim nunca me haría daño, prometió que siempre estaríamos juntos - Rompí en llanto - No pudo haberme dejado.
- Sammer tampoco está - Comento mi madre.
- ¿Acaso crees que mi hermana y mi futuro esposo se fueron juntos? - Cuestioné indignada - No digas tonterías papá. Ya entiendo, todo ésto es una broma ¿No es así? ¡Sal Lecuim! Ya no es gracioso.
- Hija calmate.
- ¡No me pidas que me calme mamá! Lecuim no está y hoy nos íbamos a casar.
- ¿Señorita Helery Guays? - Preguntó un policía y yo asentí - Necesito que venga a reconocer un cuerpo.
- ¿Un cuerpo?
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Candy Cat (En Edición)
FantasyÉl ha vivido rodeado entre los humanos sin darse cuenta que su destino estaba pactado más allá de este hermoso cielo azul. Un camino rodeado de envidia y fuerzas némesis lo rodearán por una línea de poder. Lecuim encontrará en aquel punto una bruja...