Capítulo Trigésimo

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Helery

El día había pasado lento, nunca había sentido tanto aburrimiento en un lugar; Me sentía cansada, aburrida y sobre todo, me sentía como una cualquiera cada vez que uno de esos hombres me hacía una propuesta indecente. Dejé todos esos pensamientos pesados y me propuse a terminar con mi jornada, de aquí saldría a las diez de la noche, aún faltaba una hora y debía hacer todo bien o me echarían de aquí.

Ashley era la dueña del lugar, era irónico, pues aquí solo venían hombre y le podrían hacer algo, pero no era así. Los clientes la trataban muy bien, jamás llegaron a tratarla como un pedazo de carne más o proponerle cosas feas y asquerosas, cada noche uno de los clientes salía con una de las chicas que trabajan aquí, solo había pasado unas cuantas noches en las que yo había estado y era así; Por otro lado eso no era lo malo, algunas de las chicas no volvían o simplemente desaparecían, las que volvían al trabajo, llegaban diferentes: Calladas, evitaban a todas las demás y sólo podía atender al hombre con el que se había ido, algo estaba mal. Lo sé.

- Eres muy guapa Helery - Mencionó Ashley de la nada haciendo que mi corazón empezará a temer - Conozco una persona que pagaría bien por ti.

- ¿Qué quieres decir con eso? - Sí, sabía que quería decir, pero tenía la esperanza de que estaba equivocada.

- Llevas mucho tiempo aquí, ya es hora de pasar a otro nivel. - De la nada salieron unos hombres musculosos y me tomaron de las manos - El cliente ya está en su auto, apresurence - Se acercó a mí y tomó mi mandíbula - Y tú Helery, más te vale portarte bien o si no - Hizo un gesto con su mano donde cortaba su cuello.

Estaba muy claro todo, Ashley me había quitado la venda de los ojos; Éste lugar no era un restaurante lujoso, era un maldito prostíbulo donde ella vendía a las empleadas más antiguas al mejor postor y había llegado mi turno ¡Dios ayúdame! Grité en mis pensamientos deseando que pasará un milagro, pero cuando vi al viejo ese esperando por mí sabía que éste sería el fin de todo.

Traté de zafarse del agarre de aquellos hombres pero era inútil, eran mucho más fuertes que yo y lo único que estaba logrando era cansarme. Al llegar al auto aquel viejo me miró con deseo y lujuria, sentí asco y náuseas de inmediato, decidí bajar mi mirada pero fue peor, veía como su miembro iba creciendo cada vez más, sin vergüenza, sin pena; Aquellos hombres rieron y me soltaron.

- Eres más hermosa de lo que me contó Ashley - Musitó acariciando un mechón de mi cabello - Verás que la pasaremos fenomenal.

- No quiero - Susurré para luego tratar de huir pero él fue más rápido y me tomó del cuello - Por favor no me haga daño ¡Ayuda!

- ¡Cállate! Nadie te escuchará y tú vas a hacer mía, te voy a follar hasta que no puedas caminar - Empecé a sollozar tras las palabras asquerosas de aquel viejo.

- ¡Ayúdeme por favor! - Seguí rogando y al parecer eso lo enojó más.

- Está bien pequeña Helery, así lo quisiste - Masculló mientras quitaba el cinturón de su pantalón y amarraba mis manos con fuerza lastimandolas por completo - Te haré mía aquí mismo.

Éste era mi fin, por más que le rogaba y forcejeara él no me soltaba. En un movimiento rápido quedé dentro del auto boca a bajo con mis glúteos expuestos a él, traté de taparlos con mi falda corta pero el interrumpió mis movimientos alzando la falda por completo, acariciaba cada una de mis nalgas con deseo, yo sentía que en cualquier momento iba a vomitar.

Mis bragas se iban deslizando por mis muslos ayudadas por sus manos, mi entrada se encontraba a su vista totalmente expuesta, sentía mi cuerpo temblar de miedo y asco, ese idiota me iba a violar, me iba a desgraciar y yo no podía hacer nada.

- No sabemos lo bien que te lo haré - Escuché su cierre bajarse y dejar su miembro afuera, me corrió haciendo que mi cara se estrellara contra el vidrio haciendo sangrar mi frente, lo que faltaba - Prepárate - Sentía su punta en mi entra y mi llanto empeoró.

- Disfruta esto maldito degenerado - Escuché el golpe de un puño y una persona cayendo. Como pude trate de ver y no lo podía creer - ¡Imbécil! - Lanzó una patada directo a su rostro - ¡¿No te enseñaron a respetar a las mujeres?! Que las veas con mini falta o desnudas, no te da derecho a violarlas, búscate una que se te insinue, no una que es un ángel y una niña de alma.

- Lecuim - Dije un hilo de voz mientras seguía llorando.

- No me gusta encontrarte siempre en brazos de un hombre que te quiere lastimar - Oro con preocupación, supongo que recordó el accidente con Hazza. Lecuim bajo su mirada y mis mejillas se prendieron, estaba semi desnuda al frente de él, pero éste sólo quitó la correa y dejó que me subiera mis bragas.

- No tengo como agradecerte ésto, llamaré a la policía para denunciar éste lugar y que metan a la cárcel a ese imbécil - Musité viendo al viejo tirado en el suelo inconsciente.

- No me agradezcas - Masculló poniendo sus manos en mis hombros - Es mi deber protegerte.

Candy Cat (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora