Capítulo Quinto

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Helery

No sabría cómo describir lo que sentí en ese momento, fueron tantas emociones juntas que pensaba que iba a caer al suelo en ese momento, una lagrima rodó por mis mejillas perdiéndose en mi cuello ¿Cómo pudieron hacerme esto? Fue lo primero que me pregunté al ver a Ariel moverse encima del miembro de Hazza, estaban completamente empapados de sudor y acalorados, podría asegurar que hace horas estaban así, engañandome a mis espaldas, eran unos malditos cobardes sin vergüenza alguna.

Era mi mejor amiga; una amiga que conocía desde la infancia, una amiga que creía que sería para toda la vida, la consideré mi hermana y compañera de vida en quien apoyarme cuando iba a caer y con quién celebrar mis triunfos. Él era mi novio; un chico que conocí a los dieciocho y creía que sería el amor de mi vida, ahora ambos me estaban viendo la cara de estúpida, mientras yo solo quería desaparecer o simplemente que me tragara la tierra, mis mejillas totalmente ardientes y mi mandíbula tensa solo demostraba el coraje que sentía por dentro, solo una persona decepcionada podría entenderme. Cerré la puerta con fuerza y salí corriendo de ese lugar sin vuelta a trás, corrí hasta sentir mis pulmones convulsionar y mi respiración faltar, pero en unas cuantas cuadras más llegaría a mi casa y podría liberar toda la ira que corría por mis venas, había corrido mucho desde la casa de Ariel y ahora me encontraba en casa, totalmente exhausta y decepcionada, con el corazón ardiente y todo.

—¡Malditos! —grité con toda mis fuerzas entrando a la casa. Corrí a mi habitación y liberé todo el llanto que traído atorado como un nudo en la garganta.

No sabía por cuánto tiempo había estado así, llorando y despreciando a las personas a las que alguna vez amé, pero sentía mis ojos hinchados y rojos, sentía que ya no tenía más lágrimas que derramar, todo estaba perdido y realmente dolía, dolía como una maldita estaca enterrada en lo más profundo de mi ser. El felino quién estuvo todo el tiempo a mi lado, ahora se encontraba mojado a causa de mis lágrimas, en sus ojos podía notar algo de tristeza y aunque suene tonto y loco, con el gato me desahogue  contando hasta el más mínimo detalle, estaba sola y la única compañía era ese gato.

—Duele mucho —comencé a contar con el dolor más fuerte del mundo— a ella la consideraba mi mejor amiga y a él... el amor de mi vida ¡desgraciados! —sollozé— me vieron la cara de tonta, follaban a mis espaldas y yo... yo solo creía que se querían como unos grandes amigos y lo que más me duele fue que lo acepté, demonios, nunca creí que llegarían a lastimarme.

Volví a romper en llanto al sentir la amargura recorrer por mi garganta, a nadie le deseaba una traición igual y menos cuando cometes el error de depender emocionalmente de un amor, de un amor falso. El gato parecía entender con claridad mi estabilidad emocional, solo se quedaba mirándome como si de lo más importante se tratase, mientras lamía mis lágrimas dándome un poco de confor, podría asegurarme que lo más valioso de un animal era su lealtad y ese gato sabía mucho de eso. Si algún día me volviera a enamorar, desearía que su personalidad fuera como la de ese gata: leal, atento y con mucha comprensión.


[...]

Faltaba un día para la celebración de la Luna llena y yo me encontraba en mi habitación teniendo una tonta discusión con mi hermana mayor, después de que le había contado lo sucedido con Ariel y Hazza con detalles y emociones, ella había tomado la decisión de venirse unos meses para mí departamento, según ella, la necesitaba para desahogarme y ser más fuerte, yo no me negué, después de todo tenía razón, la necesitaba, necesitaba un apoyo incondicional para sanar mi corazón roto y que mejor que mi hermana.

—Ya te dije que irás Helery —negué como por décima vez y me crucé de brazos. Mi hermana seguía insistiendo, pero no lograría nada.

—No quiero ir, en ese lugar van a estar esos imbéciles —dije con mi corazón aún dolido, solo había pasado un día y esas cosas no se olvidan de la noche a la mañana.

—Helery, entiendo que aún te duele, solo ha pasado una semana —sonrió cálidamente— también sé que Ariel era tu mejor amiga y Hazza tu novio desde hace 3 años, pero demuestres que sola también puedes brillar. No permitas que te vean dolida, vales mucho y tú debes entenderlo, la vida ya les cobrará con algo peor y tú estarás en la cima pisando sus cabezas.

—¿Tú crees? —pregunté con una pequeña sonrisa, ella solo asintió— Está bien, iré.

—Perfecto, mañana me encargaré de dejarte como una diosa, esos imbéciles se arrepentirán de lo que te hicieron —ella guiñó un ojo y yo solo suspiré cansina, esa iba a ser una larga noche, pero adoraba el hecho de tener una hermana tan maravillosa, si no fuera por ella, ahora estaría encerrada en mi habitación comiendo un bote de helado.

Candy Cat (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora