Las notas del piano estaban en el aire. Notaba como flotaba, mientras le miraba tocar. Él parecía un buen concertista que sabía lo que hacía.
Le miraba tocar y él me sonreía. Como si fuera feliz y él no lo era por lo que me había contado de su pasado y lo que quería planear para un futuro. Pero a pesar de todo eso, éramos felices.
Apoye mi cabeza sobre su hombro y continuo viendo como tocaba aquellas notas en el piano con sus manos.
En segundos, me dio un beso en la frente y mientras que seguía tocando, me dijo:
―Te quiero Martina.
―Y yo...
Abrí los ojos.
Me percaté que aquello había sido un sueño. Uno al cual quería volver.
Me quede dormida cuando dejé de llorar tras saber esta pesadilla estaba a punto de comenzar.
El olor a perfume estaba en la habitación.
Levanté la cabeza de la almohada y vi que Fran estaba sentado en el mismo lugar que hace unas horas. Supongo que abría ido a buscarme porque ya estaba ahí su comprador.
―Buenos días ―dijo.
Pero no le dije nada. Sabía que estaba perdida y también sabía que Javier me había abandonado. Pero a su vez traicionado como lo hizo hace algunos años.
―Sabes que aún tienes esa opción que no te venda a ese cliente ―dijo de nuevo.
Y comencé a pensar en que tenía razón. Si me casaba con el bajo sus condiciones, él no me vendería. Pero, ¿qué pasaría en nuestra vida como matrimonio? Tenía miedo y no sabía cómo actuar. Salvo salvar mi vida, era lo único que podía hacer.
―Cásate conmigo hoy y no haré lo que tengo pensado.
Y Fran me señaló un documento que tenía a su lado.
―¿Qué es eso? ―le pregunté.
―Es nuestra acta de matrimonio. Fírmala y te librarás de ese comprador Finlandés.
Cogí la pluma de Fran y comencé a pensar antes de actuar en sí firmar esos papeles o no.
―Bueno días princesa ―escuché―. He venido a traerte el desayuno.
―¡Qué diablos!
―¿Qué ocurre? ―pregunté.
―Martina, que no se te olvide que te amo. Tírate al suelo que va a empezar la fiesta.
―Maldita sea... ―Fran se terminó de asomar a la venta y volvió a decir―: Es Salazar.
―¡Es Javier!
―Así es.
Hizo una pausa. Entonces sabía lo que pasaría y me tumbé en el suelo.
Los tiroteos comenzaron a sonar y Fran sacó su pistola. Pero en segundos, comenzó a disparar.
―Todo esto lo provocaste tú, Martina. Cuando acabe con Salazar, te castigaré hasta que no te quede ni un músculo sobre tu cuerpo.
Los disparos continuaron durante minutos y me puse a salvo.
La canción de la banda sonora de La vida es Bella comenzó a sonar y supe que él estaba ahí para salvarme. Pero también para darme fuerzas y para que no me rindiese.
Tras varios minutos, los disparos dejaron de sonar. Fran actuando por sus impulsos, me cogió y me llevó arrastras con él.
Continué escuchando la música desde dentro, mientras que mi raptor me presionaba contra su pecho y me apuntaba con el arma.
Durante un rato no se escuchó nada y entones se me ocurrió algo.
―Javier, estoy aquí ―grité.
―Cállate ―Fran me tapó la boca y el miedo comenzó a estar presente.
Tras varios minutos forcejeando contra Fran, sentí unos pasos.
En segundos, la figura de Javier apareció ante nosotros. Estaba vestido con un pantalón negro, una camisa de manga larga de seda blanca y una chaqueta de color azul marino. Pero él se extrañó al verme con solo con lencería y no con algo de ropa.
―Por fin de nuevo cara a cara, Salazar ―dijo.
―Suelta a mi mujer, Evans. Y no te haré daño.
―Tú y cuantos más.
―Y mis hombres. Y ahora estas salvo en esto.
La música había dejado de sonar y ahí estábamos los tres. Cara a cara.
―Esto es entre tú y yo ―dijo Javier―. Suéltala y peleemos como dos machos enamorados de la misma hembra.
Terminé de escapar de las manos de Fran y pregunté ante ambos:
―¿A qué te refieres?
―Nuestro conflicto viene desde mucho después de que abortaras por ese accidente a nuestro hijo. Ya era un policía corrupto cuando os conocisteis. Lo supe cuando por accidente le vi matar a otro ser humano porque lo había unos días antes. Eso pasó cuando fui a buscarte a Londres y aquella noche vi lo que hizo. No te quise decir todo esto hasta que estuviéramos frente a él. Y ahora también él lo sabe.
―Así es. Cuando me enteré de que tú había sido su mujer poco después de conocerte y que el hijo que esperabas era suyo, fue cuando ya éramos enemigos y nos conocíamos. Y entre a tu vida a propósito. Porque quería darle donde más dolía. Y descubrí que donde hubo fuego, cenizas quedan. Pero ahora me estoy enterando de que él supo eso antes que yo. Otro motivo más para matarlo. O mataros mejor dicho.
―¡Estáis loco Fran!
―Princesa ―dijo Javier―, yo estoy arrepentido de lo que paso hace años. Pero Fran Evans jamás se arrepentirá de haber matado a seres inocentes. Pero también haber vendido a mujeres que llegaban a la ciudad.
Ambos nos miramos a los ojos y Javier me sonreía. Eso me demostraba que era sincero.
―Por favor ―Fran me apuntó de nuevo con la pistola y en segundos, me tiré al suelo cuando vi algo con el rabillo del ojo.
Un disparo sonó y supe que le había dado a Javier. Pero cuando les miré, ambos estaban ilesos.
Fran disparó y no tiro ninguna bala. Se había quedado sin ellas.
Él se sacó el cinturón de balas y la tiró al suelo, diciendo:
―Vamos a resolver esto como dos machos.
Y Javier tiró su arma a un lado. La cual parecía que tenía aún balas y fue hacia donde yo estaba. Yo me eché hacia a un lado.
Ambos se agarraron a golpes. Pero no supe qué hacer en esos casos.
Tras varios minutos de golpes, vi a Fran sacar de su zapato; una navaja.
Cogí la pistola de Javier y apuntando a ambos, disparé y le di a Fran en la mano. La cual hizo caer la navaja. Javier en cambio, salió ileso.
Javier se acercó a mí y me beso brevemente en los labios, mientras que le escuchábamos quejarse.
―Eres una hija de puta ―escuché―. Tú no sabías coger un arma de fuego.
―Gracias por decirme ese piropo. Y en cuanto al arma, me ha enseñado a usarla la vida.
―Tú eres el demonio que le ha enseñado eso durante su secuestro. ¿En quién le has convertido, Salazar?
―En La Reina de Corazones ―le respondí.
―Eres tu esa hija de puta que no daba señales.
―Y siempre lo seré.
Me acerqué a él y volví a dispararle. Y esta vez, le di en la cabeza para que no volviera a despertar más.
Sentí ahí una liberación por todo. Me había desquitado por todo lo que me había hecho en tan poco tiempo de secuestro. Espero que ahora lo pague en el infierno y como se merece.
Tras varios minutos observando el cuerpo sin vida de Fran; Javier me cogió de la mano y me dijo, mientras echaba su chaqueta en mis hombros:
―Vayámonos de aquí.
Y abrazándome a él, nos marchamos de aquel lugar.
Me quedé dormida de camino de regreso junto a Javier. Y supe que la pesadilla terminó por fin y que para mí, algo nuevo estaba a punto de comenzar.
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Yo Gano. Tú Eres Mía (Algo Prohibido #1)
Teen Fiction¿Qué pasaría si tu presente y lo más importante, tu futuro, fueran truncados por tu pasado? ¿Y si ese pasado destruyera por completo tu vida y tu felicidad? Martina Russo es una chica trabajadora y humilde, comprometida con Fran Evans desde que se m...