Capítulo Ocho

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―Vamos ―escuché―. Arriba. Tenemos mucho que hacer.
Abrí los ojos y vi que Javier comenzó a sacar algunas cosas del cajón. No sé qué planes tenía para mí. Pero comenzaba a sentirme acosada.
Tenía la boca tan seca, que lo único que quería era beber un poco de agua. Si tenía que rendirme a él, lo haría. Pero antes necesitaba beber.
Balbuceé para llamar su atención.
Cuando Javier me miró, me percaté que había algo malvado en su mirada.
―¿Qué quieres Martina? ―me preguntó.
Volví a balbucear y Javier se acercó a mí.
En pocos segundos, él me quitó la mordaza y me preguntó, mientras que yo respiraba entrecortadamente:
―¿Qué quieres?
―Agua ―susurre―. Dame... agua... por favor.
―¿Por qué debería de darte lo que me pides si tú a mí no me lo das? ―dijo en el oído.
―No lo sé. Pero si voy a ser tu prisionera y deberías de cuidarme al menos para que no me muera de sed para que hagas de mí lo que te plazca.
Javier se levantó y caminó.
Comencé a moverme, mientras que notaba como la camisa continuaba presionándome. Era muy asfixiante estar sin hacer nada.
Él apareció de pronto de nuevo por la habitación, con un vaso en la mano.
Se acercó a mí y me incorporó, sentándome en la cama.
Después me puso el vaso sobre la boca y comencé a beber rápidamente.
Me terminé el vaso completo de agua en segundos y después le dije:
―Gracias.
―No me las des ―me respondió―. Ahora ―él se levantó y me puso en pie ―, vamos.
―¿A dónde me llevas? ―le pregunté.
―Ahora lo verás.
Javier me hizo caminar y me puso en el centro de la habitación.
Él volvió hacia los cajones y me quede ahí. Si no hubiera pasado lo que paso ayer; eso de que él tenga en sus manos a Fran, ahora mismo hubiera salido corriendo sin parar de aquel terrible lugar.
No quise saber qué es lo que tenía planeado para mí. Pero tampoco quería saberlo. Tenía claro que algo malo me iba a hacer.
Javier volvió con algo a la cama, mientras que me decía:
―Te darás una ducha y te pondrás este vestido ―me percaté que era un vestido en color rojo hasta por debajo de la cintura―. Tengo que aclararte algunos puntos importantes. Al menos que desees ser azotada día y noche.
―No entiendo porque antes no te gustaba este mundo y ahora sí. Más aún cuando yo ya no siento nada por ti.
―Solo hay un motivo que quiero reservarme para mí.
―Aun así, que me retengas aquí es muy absurdo ―le dije―. Si solo me quería para...
―No te quiero para una familia. Tengo muchos planes a parte del sexo.
―¿Pensaba que querías una familia?
―Pues estabas muy equivocada. Son otros planes los que tengo para ti.
Hicimos una pausa.
―Vístete. Te espero en el salón.
Javier me quitó la camisa de fuerza y en breve, se marchó de aquella habitación.
Terminé de respirar profundamente, antes de ir hacia el cuarto de baño.
Aún continuaba sin explicarme por qué quería retenerme allí. Tenía claro que era por el sexo y por el egoísmo de Javier. No había otra explicación.
Unos segundos más tarde, decidí de entrar en él. Tenía que saber que planes tenía para mí. Aunque preferiría no hablar.
Cuando salí de darme aquella ducha y en breve, me vestí. Seguramente que tenía pensado muchas maldades para vengarse por lo que le hice.
En pocos minutos, me miré en el espejo y me vi con aquel vestido. Y al verme en aquel trapo tan apretado y con el pelo suelto, supe para que hubiera planeado mi secuestro este hombre.
Unos segundos después, salí de aquella habitación y caminé para ir hacia el salón.
Cuando llegué al salón pocos minutos después, me percaté que Javier estaba parado frente a la chimenea. Y estaba con algo en sus manos. Lo que parecía ser un cigarrillo y un caso con algo. Supuse que era alcohol.
―Aquí me tienes ―le dije.
Javier se giró y se me quedó mirando por unos segundos.
―¿Qué es lo que tengo? ―le pregunté.
―Nada ―me respondió y después señaló uno de los sillones que había frente a la chimenea―. Siéntate.
Caminé hacia a él, pensando que es lo que tenía pensado hacerme.
Me senté en pocos segundos y Javier me entregó una carpeta.
―¿Qué es esto? ―pregunté.
―Léelo. Te interesará lo que hay en su contenido.
Abrí aquella carpeta en color negro y en pocos segundos, me percaté que había fotos mías.
―¡Me has espiado antes de secuestrarme! ―exclamé.
―Sí. Pero incluso lo he hecho tras tu secuestro. Mira los informes del hombre que tanto amas nena ―me dijo.
Cogí un pequeño informe de dos folios a dos caras sobre Fran y comencé a leer.
―Te resumo querida ―me dijo―. Ese abogado del cual te enamoraste, te ha estado viendo la cara de tonta. Cuando tus padres fallecieron, él estuvo beneficiándose de tu dinero para ser impecable en su carrera. Y ahora que no tiene tu dinero, simplemente se gasta el suyo en lo que ya puedes observar ahí ―me volvió a decir―. Así que, Fran Evans están estafador como yo de narcotraficante.
―¡Esto es imposible! ―exclamé.
―Martina, te hago ver cosas. Sé que no soy la persona adecuada para decirte esto, pero ahora mismo te estoy salvando de una banca rota.
―¿A qué te refieres? ―pregunté.
―La empresa de tu padre estaba en la ruina tras comprometerte con el abogado. Creo que te pidió matrimonio porque tu padre se dio cuenta de que había estafado a su empresa.
―No puede ser ―dije―. Todo esto es falso. Lo haces para que no me escape de ti.
―Todo esto es cierto. Pero sí que es verdad que te he dado este informe para que no te vayas de mi lado.
―¡Estás loco!
Tiré la carpeta al suelo y después me levanté de aquel sillón.
Javier me agarró enseguida por la muñeca y volvió a decirme:
―Se que te he hecho daño Martina. Pero no hago esto para hacerte daño ahora. Lo hago porque una vez te lo hice y quiero enmendarte de ello.
―Suéltame ―dije―. Me das asco.
Entonces él me empujó hacia atrás y caí de espaldas. A mi suerte, caí en uno de los sofás.
―¿Qué piensas hacerme?
―Voy a demostrarte el asco que puedo llegar a dar ―me respondió.
Observé como en breve, Javier se quitaba la corbata y la dobló enseguida.
Comencé a forcejear contra él, porque sabía lo que iba a hacerme. Pero él me cogió enseguida las muñecas y comenzó a atarlas con la corbata que se había quitado.
Pocos segundos después, Javier me puso las manos por encima de la cabeza y me dijo:
―Relájate. Piensa en disfrutar de lo que voy a hacerte.
―No me hagas daño.
―Relájate ―volvió a decirme.
En breve, se hizo el silencio. Hasta que noté como sus manos bajan y subían la tela de mi vestido.
―¡No!
―Relájate Martina ―volvió a decir.
En breve, Javier me bajó las bragas y las tiró al suelo.
No sé qué es lo que me haría, pero sabía que mi vida a su lado, sería un completo infierno.
En pocos segundos, noté algo sobre mi sexo.
Miré que es lo que estaba haciendo y vi que Javier estaba con su cara hundida sobre mí vagina.
Enseguida noté círculos sobre mi clítoris. Eso hizo que echara mi cabeza hacia atrás.
¡Dios! ¿Cómo había olvidado que él me hizo vibrar una vez en el pasado? Aun así, no quería volver a hacerlo. Ya que una vez lo amé en el pasado.
Unos segundos después, Javier rio entre dientes y dejó de hacerme aquello.
―¿Por qué paras? ―le pregunté.
―Si en realidad quieres un orgasmo, debes de ganártelo nena ―me dijo.
―¿Quieres que te suplique?
Javier se puso encima de mí y mirándole a los ojos, me dijo:
―Eso es lo que quiero. Que me supliques tus orgasmos.
―No soy tu esclava.
―Tampoco quiero que lo seas. Solo que vas a volver a suplicar por ellos. Y si es necesario, voy a ponerte un candado en ese coñito para que no te toques.
―No serás capas de eso.
Ambos hicimos una pausa. Él se levantó enseguida y comenzó a quitarme aquella corbata de las muñecas.
―Pasea por la biblioteca ―me dijo―. Entraré más tarde en la habitación y no iremos a cenar.
―Supongo que no tengo otra opción.
―No Martina.
―Está bien.
Javier se movió en pocos segundos hacia la salida. Desapareciendo en breve.
Me levanté de aquel sofá y me quede perpleja al saber que aún poseía ese don de quedarme sin sentido cuando me tocaba. Pero, ¿por qué yo no había actuado cuando su lengua estaba sobre mi clítoris?
¡Dios! Solo quería salir de allí y volver al lado de Fran.
Recordé aquellos informes que Javier me dio y me pregunté si era verdad lo que ponía. Ya no me podía fiar de nadie. Y muchos menos de Javier. Que lo único que deseaba era que estuviera a su lado todo el tiempo y toda la vida.
En pocos segundos, caminé para irme al salón. Estaba un poco desconcertada aun por lo que había pasado. Tanto que necesitaba meditar.

En la habitación un poco más tarde, comencé a pensar en todo esto. Una cosa que aún no tenía claro, era la obsesión de Javier de tenerme aquí. Algo que pienso descubrir con el paso de los días.
Cuando entré en aquella habitación minutos antes, me di cuenta de que había un vestido largo azul. Y también una caja que contenía un collar con diamantes. Me quedé un poco perpleja al saber que Javier quería cambiar de nuevo mi vida.
Me vestí cuando deje de pensar en lo que ocurría con mi futuro.
La puerta se abrió cuando estaba maquillándome.
Observé a través del espejo que era Javier quien había entrado en la habitación y me observaba como si fuera su presa.
―Como me gustaría arrancarte ese vestido ―me dijo―. Pero ahora tenemos algo importante que hacer.
Hizo una breve pausa.
―¡Estás lista!
Negué con la cabeza y continué maquillándome.
Unos minutos después de terminar de hacerlo, ambos nos marchamos a cenar.
Cenamos unas horas más tarde y regresamos a esa mansión. La velada solo fue de hablar de un pasado que no debió de haber ocurrido.
Intenté que aquella velada no fuera incómoda. Pero aun así, lo estuve.
Subí a aquella habitación cuando llegamos y Javier me siguió.
Ambos entramos juntos en la habitación.
En segundos, vi como Javier se desnudaba.
―No me hagas nada ―dije.
―No lo haré ―respondió―. Solo quiero meterme en la cama y descansar.
―¿Dormiremos juntos? ―le pregunté―. En la misma cama.
―Así es. Así que ponte algo cómodo y vamos a la cama.
Fue cuando fui al armario, cogí algo cómodo y me lo puse.
Después, fui hasta la cama y me tumbé.
Javier apagó la luz de la habitación y en pocos segundos, dijo:
―Hasta mañana Martina.
Entonces el silencio se hizo y comencé a pensar en aquella locura en la cual yo misma me había metido por haber formado parte de la vida de este hombre.

Yo Gano. Tú Eres Mía (Algo Prohibido #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora