Estaciones | Shirbert.

Febrero.

Primer paso: Invierno.

Anne.

El final de las vacaciones de invierno trae consigo lo que muchos de mis amigos y compañeros denominan como el comienzo del infierno: primera parte. Y todo eso solo porque las clases empiezan nuevamente, cosa que a mí parecer no tiene nada de malo, me gusta estar en la escuela, lugar donde se suponen que deben educarnos para ser el futuro del país.

Vale, esa clásica basura yo tampoco me la creo del todo, porque siento que, si la educación no nos inspira nada, entonces no estamos yendo a ningún lado. Pero a mí me gustaba aprender y sentía que todos deberían de querer exactamente eso.

A pesar del gran amor que le tengo al estudio, por primera vez me sentía sin ganas de ir a clases.

¿La razón? El pueblo estaba de luto.

El padre de Gilbert había muerto.

Uno de los hombres más querido de Avonlea y de Charlottetown, había abandonado esta vida terrenal para seguramente ir a encontrarse con su esposa en el paraíso. O al menos eso quería creer y muy dentro de mí, esperaba que Gilbert pensara lo mismo.

—No me imagino el dolor que debe estar sintiendo.— susurra Diana mientras vamos en camino a casa de Josie, quedamos de encontrarnos allí para dirigirnos todas juntas al funeral del señor Blythe.

—Es mucho peor de lo que crees.— musitó, aferrándome a ella, como si en cualquier momento la vida pudiese arrebatármela sin que me dé cuenta.

—Gilbert debe sentirse tan solo...

—Sí...

Aquel fue el primer pensamiento que se filtró en mi cabeza al instante en que Moody apareció en casa de Ruby a darnos a todos la noticia.

Ahora el joven de rizos era huérfano.

Sabía lo horrible que podía ser esa sensación, por eso una parte de mí quería salir corriendo hacia su casa y brindarle todo mi apoyo.

No importaba lo mucho que podía llegar a odiarle durante los años anteriores, jamás le desearía algo así a alguien.

Al tocar la puerta, Josie nos recibe con una mirada triste y nos deja pasar.

—Pasen, espero que alguna de ustedes pueda calmar el llanto de Ruby.

Las dos entramos, tratando de poner nuestra mejor cara pese a las circunstancias. La pelinegra se dirige a Ruby, para brindarle un abrazo, la rubia la apretó tan fuerte que parecía que la estaba dejando sin oxígeno.

Josie y yo nos dirigimos a la cocina, para servirles algo de beber a todas antes de irnos al funeral.

—¿Cómo te sientes?— me pregunta Josie, tomándose una pasta de acetaminofén, el frío de febrero la estaba enfermando más de lo normal.

—No sé como me siento en realidad, hace mucho que no sentía tan de cerca a la muerte, como si me estuviese respirando en la nuca y...

Ella me interrumpe al percibir el rumbo de mis pensamientos.— Anne, con el paso de los años me he acostumbrado a tus expresiones estrafalarias, pero por favor hoy no, y menos tratándose de la muerte.

Asiento, tampoco es como que tenga muchos ánimos para extenderme con las palabras.— Deberíamos darnos prisa, el funeral debe estar por empezar.

Por primera vez veo una sonrisa asomarse por sus labios, y para mi mala fortuna, no era exactamente una que me gustaba ver en su rostro.— Tú y Gilbert han estado muy juntos últimamente, ¿no?