Cuarto paso: Otoño.
Gilbert.
Me gustaría decir que después de ese beso que ocurrió entre la joven Shirley y yo, ese último día del mes de agosto, Anne y yo nos hicimos novios, siendo finalmente felices para siempre como lo pintan los cuentos de hadas que leía cuando era niño.
No fue así.
En realidad, las cosas sucedieron muy diferente a como creí que serían, comenzando porque no hablamos del beso en ese mismo instante.
Al momento de separarnos de aquel maravilloso primer beso entre los dos, nos quedamos así por un rato, ella sosteniendo mi rostro y yo tomándola por la cintura.
—Te extrañé muchísimo.— susurra ella.
Príncipe del sol, gracias por no dejar que el idiota de Gardner invadiera siquiera un pequeño rincón de su corazón.
—Y yo a ti, no te imaginas cuánto.
La observó con ternura, queriendo grabar este momento para siempre si es posible, su respiración es agitada y el ver como sus mejillas comienzan a tornarse de rojo, me producen unas ganas de ser yo quien tome la iniciativa ahora de darle un beso.
Excepto que ella me lo impide.
—Ehhh, bueno, ya es algo tarde y debería volver a casa, solo quería verte y decirte que mañana hay una fiesta en casa de Moody, por tu regreso y todo eso, aunque quizás él ya te lo dijo.
Sí, él ya me lo había dicho, pero fingí que no para ahorrarme palabras e ir directo a lo que me interesaba. Hablar sobre lo que paso hace apenas unos segundos.
—Anne, sobre el beso...
Ella abre los ojos de manera alarmada.— ¡Cielos! ¿ya viste la hora? En serio debo irme.
Ni siquiera estábamos viendo algún reloj y el cielo se veía aun notoriamente claro como para que esa excusa le sirviese de algún modo.
—Pero Shirley...
—Te veo en casa de Moody, ¡adiós!
Y así es como la pelirroja me deja ahí, con un mar de emociones que acababa de despertar con tal solo un primer tacto de esos tiernos labios tono rosa.
Fue ahí cuando todos mis pensamientos sobre cómo me sentía respecto a ella vinieron uno encima de otro para comenzar a inundarme de un sentimiento en el que jamás llegue a pensar con tanta fuerza.
En amor.
Ver en nuestra amistad algo más allá de eso, ver en nosotros una posible relación romántica. Encontrar en Anne a una compañera a la que podría querer en todos y cada uno de los aspectos de lo que se vendría en mi vida.
Me gusta Anne Shirley.
Me gusta la niña que por cinco años llegue a odiar con tanta intensidad que el solo verla me provocaba ganas de pegarme un tiro.
Ahora solo me moría por volver a besarla.
A la mañana siguiente, quise decirle que nos viéramos antes de la fiesta para hablar correctamente sobre lo ocurrido, no tenía miedo de expresarle todas las emociones que produce en mí. Ya no sentía algún temor de llegar a hundirme en el dolor que dejó la muerte de papá.
Porque él siempre me hablaba de como debemos soltar a las personas cuando es su momento de irse. Era plenamente consciente de que él ya había cumplido su tiempo en la tierra y que su tiempo de luto ya debía quedar atrás.
No lo estaba olvidando, ni mucho menos desterrando del puesto que tiene tanto en mi vida como en mi corazón, pero seguir adelante, sabiendo que no estoy solo y que, si en algún punto llegó a estarlo, podré enfrentar cualquier obstáculo porque soy capaz de sobrellevar cualquier marea que se me presente. Soy fuerte.
ESTÁS LEYENDO
Estaciones | Shirbert.
RomanceDicen que del odio al amor hay un paso. En el caso de Anne y Gilbert quizás fueron más pasos. Cuatro pasos para ser exactos. Uno por cada estación del año. Fecha de inicio: 16/11/20. Fecha de finalización: 31/12/20. Serie de capítulos cortos. Anne w...